DIAGNOSTICO, PRONOSTICO, VEREDICTO
Existen tres palabras que están muy presentes en nuestra vida, pero al no darnos cuenta de su poder sobre nosotros, muchas veces vivimos por debajo de nuestro potencial, incluso siendo cristianos. Para ilustrar el concepto, permítame contarle la historia de Hellen Keller.
Ella nació en 1880 y al cumplir los dos años de edad, contrajo una enfermedad que la dejó sorda. muda y ciega. Por la misma razón, la niña fue creciendo y desarrollando un carácter tremendamente agresivo. Sus padres intentaron que aprendiera el lenguaje de los sordomudos, pero ningún profesor quiso tomar esa tarea pues la chica era insoportable, por lo que ellos se dieron por vencido.
El diagnóstico no era bueno, el pronóstico bastante oscuro y el veredicto lapidario: Hellen era un caso perdido y no tenía ningún futuro, sin embargo hubo una joven maestra de nombre Anne Sullivan que se atrevió con aquel monstruillo, y logró lo imposible; derrotar una por una aquellas terribles palabras: diagnóstico, pronóstico y veredicto.
La mayoría de las personas no vive dramas tan trágicos como los acaecidos en la vida de Hellen, pero con toda seguridad han vivido la experiencia, en algún momento de sus vidas, de escuchar a personas en cierta posición de autoridad que les han dicho: "tú no vas llegar a ninguna parte", " eres un caso perdido", "siempre serás un perdedor", "tú nunca vas a cambiar", "nada bueno hay en ti", "ya fracasaste, date por vencido", etc. Lo lamentable es que muchos de esos diagnósticos, pronósticos y veredictos se convierten en verdaderas profecías cumplidas, donde las personas llegan a creer lo que otros han dicho de ellas, viviendo así, vidas por debajo del potencial dado por Dios.
Algo similar ocurre cuando las personas acuden a los médicos y en ocasiones, luego de hacer el diagnóstico y pronóstico, otorgan el veredicto, señalando incluso el tiempo que les quedaría de vida y desgraciadamente la mayoría de los pacientes toman esas palabras como una ley, y se entregan a la muerte.
LECCIONES QUE CONVIENE APRENDER
La Biblia nos muestra dos ejemplos que conviene tener en cuenta. En el capítulo 5 de Marcos, encontramos a la hija de un religioso prominente llamado Jairo que está muy grave, y también el caso de una mujer que ha padecido hemorragia de sangre por más de una década.
Jairo era un hombre importante en la sinagoga y cuando supo que Jesús había llegado, acudió de prisa a buscarlo y llegando a Él, se postró en el piso en un gesto de humillación rogándole por la salud de su hija, aunque el diagnóstico no era alentador, su confianza estaba en el Médico de médicos. No obstante, en ese preciso, aparece alguien con la terrible noticia: "tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?" (Marcos 5:35). Mas Jesús, observando aquella escena le dice a Jairo: "no temas, cree solamente"(Marcos 5:36). El veredicto era tan lapidario, que cuando llega Jesús con Jairo a su casa buscando sanar a la pequeña, la gente que estaba allí, y que sabían que la niña había muerto "se burlaban de El". (Marcos 5:40), más Jesús, entrando donde yacía su cuerpo, ¡resucitó a la pequeña de 12 años!
Esto nos enseña que el diagnóstico y el pronóstico pueden ser correctos, pero el veredicto es un tema entre la persona y Dios, pues Él conoce todas las cosas.
El segundo caso, trata de aquella mujer con una enfermedad tremendamente limitante y debilitante, como lo era una hemorragia constante por doce años. Durante todo ese tiempo había visitado todos los médicos posibles y ya no tenía recursos para más. Marcos 5:26 dice que: "había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado", es decir, una vez más tenemos aquí una mujer con un pronóstico terrible, pues ya ni siquiera le quedaba dinero y además con un veredicto sin esperanza. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a aceptarlo, y se dijo a sí misma: "Si tan sólo toco sus ropas, sanaré" (Marcos 5;28). Seguramente con gran dificultad se abrió paso entre la muchedumbre que iba con Jesús hasta tocar el borde de su manto, y ¡al instante fue sanada!
Estas dos historias nos muestran la importancia de no hacer caso de las palabras de personas que hablan y emiten juicios sin conocer ni las circunstancias, ni el contexto que la persona vive, y sin ninguna gracia o consideración de los designios de Dios. Al mismo tiempo nos muestran la importancia de entender que aunque el diagnóstico y el pronóstico se ajusten a la realidad, el veredicto sólo está en las manos de Dios. Recuerde siempre, las "personas juzgan por las apariencias, pero sólo el Señor conoce el corazón y el propósito de nuestra vida" (1 Samuel 16:7).
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