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Mostrando entradas de marzo, 2024

MARANATHA

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Maranatha, es la transcripción griega de una expresión de origen arameo y que significa "El Señor viene", y solamente aparece una vez en la Biblia.  Fue empleada por Pablo al final de la Primera epístola a los corintios cuando advierte: "El que no ame al Señor Jesucristo, sea maldito. ¡Maranatha!" o ¡El Señor viene! (1 Corintios 16:22) . No obstante esta expresión se popularizó en la iglesia primitiva, al ser usada como saludo entre los cristianos del primer siglo.  Hoy, en pleno siglo XXI, podemos decir, ante todos los acontecimientos mundiales que están ocurriendo, que debemos tomar en serio nuestra relación con el Señor, pues su Segunda Venida está cerca. ¡Maranatha!

¡jESÚS HA RESUCITADO!

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  Cuando alguien indaga en el origen de alguna religión, debe buscar a sus fundadores entre los muertos.  La tumba de Buda y sus osamentas se hallan en el estado indio de Uttar Pradesh. Los restos de Mahoma se hallan en la mezquita del Profeta en Medina,  Arabia Saudita. Confucio está sepultado en el cementerio de Kong Lin en Shandong, China. Los restos mortuorios del fundador del Sijismo, Guru Nanak Dev Ji, se hallan en la provincia de Punjab, Pakistan.  Pero cuando se busca en el Cristianismo, la cosa es muy diferente. La tumba de nuestro Señor Jesús está vacía, pues el resucitó, ¡Él vive! La Escritura nos recuerda que ese domingo de madrugada, hace más de 2.000 años atrás, unas devotas mujeres fueron al sepulcro buscando el cadáver de Jesús para ungirlo, pero no lo hallaron, en cambio se encontraron con un ángel que les dijo:  “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? Él no está aquí, ha resucitado” (Lucas 24:5,6) ¡Ese mismo mensaje, es el que en el domingo de resurrección, re

A JESUS NO LO CRUCIFICARON LOS ROMANOS, SINO NUESTROS PECADOS

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 Getsemaní, es el nombre del huerto ubicado en la ladera del Monte de los Olivos, al que Jesús se retiró con sus discípulos inmediatamente después de haber participado de la última cena. En el Getsemaní, fue traicionado con un beso por Judas, marcando así su ruta hacia la cruz del Calvario.  El Señor sabía que esa no sería una noche cualquiera, por eso, al llegar a ese lugar les pidió a Pedro, Santiago y Juan que le acompañaran a orar, pues sentía que la hora de su sacrificio estaba cerca. En ese estado de angustia y agonía, buscó el apoyo de sus amigos, los que sin embargo se quedaron dormidos. En esa profunda soledad interior, le confesó al Padre que su alma estaba  “…muy triste, hasta la muerte" (Mateo 26:38) , y en íntima comunión con Él, oró las siguientes palabras:  "Padre, si es posible, que pase de mí esta copa; mas no se haga mi voluntad sino la tuya" (Mateo 26:39),  y como respuesta a esa oración, un ángel de cielo llegó para fortalecerlo (Lucas 22:43).  PASE D

EL REY ENTRA EN JERUSALÉN

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  Hace más de dos mil años atrás, Jesús entró triunfalmente en Jerusalén. En ese trayecto de unos tres kilómetros desde Betfagé (Mt.21:1-3)  hasta la ciudad santa, se fueron añadiendo muchas personas que habían peregrinado para celebrar la Pascua judía. Así registra Mateo esa escena:  “Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mateo 21:8,9) Para los historiadores, el detalle de los que tendían mantos y las ramas de palma, mostraba que muchos de aquella multitud veía en Jesús, al caudillo político militar que los liberaría del yugo romano. La ramas de palma era el símbolo que usaban los zelotes, quienes eran un grupo nacionalista revolucionario. Otros en cambio, lo aclamaban con  expresiones tales como:   "Hossana al Hijo d

DIOS USA EL DOLOR PARA REFINARNOS

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  Cuando me decidí a escribir el libro "Abrazando el dolor" , lo hice con la intención de testimoniar el proceso interior que viví, cua ndo la vida que construí se destruyó por completo, y experimenté el fracaso y la soledad absoluta. En esa funesta etapa, Dios parecía lejano, ajeno a mi tragedia, sin responder a ninguna de las plegarias en las que le pedía con lágrimas un milagro a mi situación. No obstante, a través de un proceso intensamente personal, me enseñó no solamente a no rechazar el dolor, sino que me guío a verlo desde otra perspectiva, donde debía aprender a abrazarlo como a un maestro. Y en ese proceso, comprendí con mayor profundidad las clásicas palabras de Job: "De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven" (Job 42:5). No obstante, me di cuenta que en ese libro, dejaba afuera muchos hechos importantes, que me atreví a relatarlos con mayor ahondamiento  en un segundo libro que titulé "Nuestro propósito escondido en los recuerdos" . Y