LOS TRES NO

 


La visita de los mal llamados "tres reyes magos" es uno de los relatos más conocidos de la Navidad, pero también uno de los más erróneos, por eso, vamos a usar la Biblia para aclarar estos errores.

En el evangelio de Mateo, leemos: "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos MAGOS, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle" (Mateo 2:1,2)

La palabra que se traduce por "magos" es la palabra griega "magoi" y que en el siglo I se refería a una casta sacerdotal erudita de origen persa y babilónico. Eran hombres altamente educados, estudiosos de las estrellas, de las ciencias y de antiguos textos proféticos. No eran hechiceros ni brujos, sino intelectuales del mundo antiguo. Además, el texto no señala que fueran reyes, ni que fueran tres.

NO LLEGARON A PESEBRE

Contrario a lo que dice la tradición, los sabios no llegaron la misma noche del nacimiento del Señor Jesús. El texto bíblico dice claramente: "Y al entrar en la CASA, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra" (Mateo 2:11). 

Para saber cuánto tiempo después llegaron, debemos consultar con el Evangelio de Lucas que nos dice: "Cumplidos los OCHO DÍAS para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los DÍAS DE LA PURIFICACIÓN de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor" (Lucas 2:21,22). Es decir, cuando Jesús fue presentado en el templo, habían transcurrido los 8 días después de nacer, además de los 33 días de purificación según lo estipulaba la ley (Levítico 12). Por lo tanto, después de ese tiempo, de por lo menos 2 meses, llegaron los magos. No se sabe si Jesús tenía dos meses de vida o quizás un año, lo que sí sabemos es que inmediatamente después de esa visita, José, María y el niño debieron huir a Egipto. Por tanto, los regalos: oro, incienso y mirra, financiaron el largo viaje y la estadía en ese lejano país.

NO ERAN REYES

La Biblia nunca dice que eran reyes. Esa tradición provino de la iglesia católica romana, con una interpretación alegórica de pasajes tales como: "Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones" (Salmo 72:10) "Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento" (Isaías 60:3). De esta manera convirtieron a los sabios en "reyes", y ese error ha permanecido hasta hoy en la cultura popular. 

NO ERAN TRES

La Biblia nunca especifica que fueran tres. Esta tradición, de nuevo, la debemos a la iglesia católica romana, que la asumió por la cantidad de regalos: oro, incienso y mirra. El problema es que si se considera el contexto histórico, era imposible que fueran tres, pues un viaje tan largo desde Persia a Judea, con tesoros tan valiosos, era extremadamente peligroso. Un grupo de tres hombres hubiera sido un blanco fácil para los bandidos. Por tanto, se estima que fue una caravana, que debió llevar guardia armada, provisiones y una comitiva digna de embajadores de ese calibre, por lo que seguramente fueron más  de tres. Además, el texto ratifica que se debió tratar de una caravana imponente, de por lo menos unas cuarenta personas en total.  Mateo escribió:"Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él" (Mt.2:3). La llegada de tres jinetes solitarios no hubiese alterado a toda la ciudad.

Otra idea errónea que le debemos a la iglesia católica romana, son los nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar, lo mismo que representación racial que se generalizó en el siglo XV, como una forma de simbolizar que el evangelio llegaba a los tres continentes conocidos en aquella época; Europa, África y Asia. 

CONCLUSIÓN: Bíblicamente, los magos fueron una delegación de sabios extranjeros que reconocieron la autoridad mesiánica del Señor Jesús. Llegaron mucho después de su nacimiento, provocaron una crisis política en Jerusalén y mostraron que Cristo no sólo era Rey de los judíos, sino el Salvador de todas las naciones.





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