NECESIDADES VERSUS DESEOS
A veces confundimos NECESIDAD con DESEO. Dios ha prometido suplir todas nuestras necesidades en todo ámbito, pero no ha hecho ninguna promesa respecto a los deseos que nuestra naturaleza caída busca para su autogratificación. En lo secreto de nuestra oración, y en total honestidad ante el Señor, debemos diferenciar ambas, pues a menudo confundimos "deseo" con "necesidad".
Permítame un ejemplo para entender mejor estos conceptos: Imagina a un creyente pidiendo fervientemente a Dios un ascenso laboral. Examinemos las necesidades y los deseos. ¿Cuáles son sus necesidades? El sustento diario para su familia, un techo donde vivir y la gracia para trabajar con integridad. Y todo eso lo tiene, pues Dios le ha prometido que no le faltará el pan diario (provisión física) ni Su Palabra para guiarle ni la fuerza para la obediencia (provisión espiritual).
¿Cuáles son sus deseos? El poder acceder a un mejor estatus y comodidad económica. ¿Son malos estos deseos en sí mismos? No. El problema está en la motivación oculta y no esperar en la soberanía de Dios. Si a ese creyente le han hecho creer que si crece financieramente, es señal de la bendición de Dios, o si consigue ese ascenso, será más feliz y tendrá seguridad, tarde o temprano caerá en la desesperación porque en realidad, su "tesoro" está en el éxito económico y no en la suficiencia de Cristo.
Para vivir una vida de agradecimiento, es necesario diferenciar entre nuestros deseos y necesidades frente a un Dios Soberano. La Biblia dice: "Y mi Dios proveerá a todas nuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil.4:19) y reitera: "No amen el dinero: estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: "Nunca te fallaré, jamás te abandonaré".

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