CREER EN DIOS, NO ES LO MISMO QUE CONOCERLE
En cierta oportunidad, una iglesia estaba de aniversario y como última actividad de la noche de celebración, organizaron un concurso de poesía bíblica donde todos los participantes debían declamar el Salmo 23.
Cada uno de ellos, leyó cada versículo con gran perfección, algunos impostaban la voz para darle más dramatismo, otros gesticulaban mientras leían y la congregación aplaudía con gran algarabía a cada participante.
Finalmente subió un hombre humildemente vestido, con cierta torpeza abrió la Biblia y con voz trémula comenzó a decir: “El Señor es mi pastor; nada me falta. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa del Señor moraré por largos días”.
Comentarios
Publicar un comentario