¿ES SATANÁS EL CULPABLE DE TODO LO QUE NOS PASA?
En la sociedad que vivimos, hay una verdad incómoda que casi nadie quiere admitir: siempre es más fácil culpar a otros que asumir nuestra responsabilidad por nuestros actos o por lo que sentimos o pensamos. Se escucha a menudo decir a las personas: "Mi jefe me arruinó el día”, “mi familia me estresa”, “la vida me trata mal”.
Y en nuestro mundo cristiano, no es muy diferente. De hecho, muchos van más lejos y aseveran que Satanás les ataca mucho y por eso actúan como lo hacen, ellos son inocentes. ¿Quién es el culpable que constantemente explota en ira? Satanás. ¿Quién es el culpable de sus caídas y pecados? Satanás. ¿Quién es el culpable de sus pensamientos pecaminosos? Satanás.
Sin darnos cuenta, hemos adoptado un cristianismo donde nuestra responsabilidad en lo que se refiere a actitudes, pensamientos y actos es casi nula, pues estamos "siendo atacados" o estamos esperando que Dios nos cambie.
Esa manera de pensar, evidencia nuestro analfabetismo en cuanto a lo que la Palabra realmente enseña, pues nuestro Padre Celestial, nos ha dado las armas para no ser más esclavos de nuestros pensamientos, emociones, estados de ánimos y por tanto podemos ser responsables de nuestros actos y decidir un cambio de mentalidad, y comenzar a vivir como hijos de Dios y no como meros evangélicos religiosos.
La Neurociencia confirma lo que la Biblia dijo miles de años antes
Dios nos dotó de un cerebro, una médula espinal y redes neuronales, es decir, un sistema nervioso responsable de producir en nosotros emociones, pensamientos, decisiones y diferentes comportamientos. La Neurociencia está demostrando, lo que la Biblia dice, por ejemplo:
1) Lo que piensas moldea quién eres. 2) Tus hábitos mentales reconfiguran tu cerebro. 3) Tus decisiones generan nuevas redes neuronales. 4) Y tu manera de pensar literalmente transforma tu vida.
Si eres un lector habitual de la Palabra, te habrás dado cuenta que todo lo anterior es lo que la Biblia dice, desde hace miles de años:
“Porque como piensa dentro de sí, así es él” (Proverbios 23:7). Te conviertes en lo que piensas continuamente.
“Transfórmense mediante la renovación de su mente” (Romanos 12:2). No dice “oren para que mágicamente cambie su manera de pensar”, dice; “transformen”, “renueven”, “trabajen en su mente”. Y es que para Dios, la mente no es secundaria. Es el centro donde se libra la verdadera batalla.
La desconexión de la iglesia actual
Es triste ver que hoy se cristianiza a las personas, pero no se las enseña a vivir en novedad de vida, como hijos de Dios y súbditos de su reino con la "mente de Cristo" (1 Cor.2:16).
En vez de enseñar a pensar bíblicamente, renovar patrones mentales, formar hábitos saludables, transformar actitudes, gobernar emociones y ser responsables, se nos ha enseñado a orar hasta que "Dios haga algo", a ayunar como si de esa manera pudiéramos obtener poder sobrenatural, dar dinero como si pudiéramos comprar la bendición o la abundancia de Dios. Se nos ha dicho que debemos buscar a alguien que tenga una "unción especial" y someternos a su cobertura o esperar que por una imposición de manos, caigamos al suelo y nuestro carácter se arregle mágicamente. Estas falsas enseñanzas van en contra de lo que el Señor dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Luc.9:23). Es nuestra responsabilidad crucificar la carne todos los días.
Dios quiere discípulos transformados
No podemos seguir culpando al diablo por lo que es fruto de: nuestros malos hábitos mentales, la falta de dominio propio, la total ausencia de renovación mental, patrones de pensamiento tóxicos, o actitudes que nunca hemos querido modificar.
La Neurociencia tuvo que venir a recordarnos que la Biblia no es un amuleto espiritual, sino un manual de transformación.
El mensaje es claro y poderoso: Dios ya nos dio Su Palabra. Ahora nos toca a nosotros aplicarla.
No para agradarlo con rituales y activismo, sino para vivir la vida abundante que Cristo nos prometió.
La verdadera guerra espiritual comienza en un lugar muy concreto: tu mente. Y las armas que Dios te dio han estado ahí desde hace miles de años.
El cambio profundo no ocurre desde afuera hacia adentro, sino desde adentro hacia afuera. Y Dios siempre ha esperado que nosotros participemos activamente en ese proceso.
La Biblia nos lanza un mensaje directo, casi como un grito del cielo: “Mi pueblo perece por falta de conocimiento” (Oseas 4:6) y luego Jesús nos ordena; "Escudriñen las Escrituras..."(Juan 5:39). ¡Vívamos Su Palabra!.

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