¿CUÁL ES TU VOLUNTAD PARA MI VIDA?


Una de las oraciones más populares en nuestro medio es: “Señor, ¿Cuál es tu voluntad para mi vida? Y sin duda, suena espiritual, pero si la examinamos con cuidado, es totalmente egocéntrica, está primeramente enfocada en nosotros y no en Dios.  

Esta oración no la encontramos en ningún personaje de la Biblia. Lo que vemos en ellos es que fueron sorprendidos por la voluntad de Dios, y debieron estar dispuestos a hacer grandes cambios en sus vidas para acercarse a lo que Dios les comisionaba. Por ejemplo, María tuvo que hacer dramáticos cambios, abandonando todos sus anhelos y planes personales. Aceptó quedar embarazada siendo soltera, con todos los riesgos que ello implicaba; no solo por el rechazo de su comunidad, sino también la duda y suspicacia de su prometido José e incluso con el riesgo real de morir por lapidación, según la ley de ese entonces. En su oración, ella no era el centro, era Dios, y por eso pudo decir: "He aquí la sierva del Señor hágase conmigo conforme a tu palabra". (Luc.1:38)

Esa misma actitud la vemos en Pablo, quien fue sorprendido por Dios cuando iba rumbo a Damasco, y de allí en adelante debió cambiar absolutamente su vida, abandonando todos sus planes personales, para cumplir la voluntad de Dios de convertirse en el apóstol a los gentiles, considerando que antes fue un fariseo perseguidor de la iglesia. Cuando Saulo se convirtió en Pablo, Dios fue el centro de su vida. Por eso escribió: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor  de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como perdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo" (Fil.3:8) 

Y lo mismo vamos a encontrar en Abraham, Moisés, Jonás, Job, Jeremías, Zacarías, Elizabeth, Pedro, Mateo, y en general con todos los personajes bíblicos, quienes debieron hacer grandes cambios en sus vidas para poder cumplir la voluntad de Dios.

Por tanto, la oración que debiéramos practicar no es "Señor, ¿Cuál es tu voluntad para mi vida?" sino  "Señor, ¿cuál es tu voluntad y qué cambios debo estar dispuesto a hacer, si quiero acercarme a tu perfecta voluntad? En esta oración, Dios está en el centro, no nosotros. Con esa actitud, hacemos vida las palabras de nuestro Señor quien nos dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Luc.9:23).

¿Estaría dispuesto(a) a aceptar el reto de cambiar su oración, y poner realmente a Dios en el centro de ella?

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