¿UNA NUEVA REFORMA?


La Reforma Protestante que encabezó Martín Lutero a partir de 1517, fue como resultado de ver el abandono del verdadero evangelio por parte de la iglesia dominante de aquel tiempo, que estaba más preocupada de aumentar su poderío político y religioso, que de predicar al Jesús de la Biblia.

Lutero y otros reformadores, motivados por Dios, buscaron volver al cauce natural de la iglesia de Señor, y lo lograron en parte, pero no totalmente. Si bien se tradujo la Biblia a los idiomas de cada país, se enfatizó la salvación por gracia y no por obras, se profundizó en la educación, y se fortalecieron los estados nacionales. No se volvió a la iglesia del Nuevo Testamento, que el mismo Señor edificaba. 

Con la Reforma, el sacerdote fue reemplazado por el pastor sin sotana, le mesa de la comunión se cambió por el púlpito, y se modificó el énfasis del Comulgar por escuchar el Sermón dominical. No obstante siguió siendo una institución jerarquizada, con los que mandaban y los que obedecían, el énfasis en el dinero no cambió mucho. Además se produjo una explosión de instituciones religiosas o denominaciones, cada una con sus reglas, creencias y cúpula gobernante.

¿UNA NUEVA REFORMA?

Y al ver el estado de las iglesias evangélicas actuales, he llegado a pensar que el Señor está empujando a Su iglesia a una nueva Reforma, más profunda que la primera, y que implique un volver a la esencia del amor como fruto espiritual, a la Gracia, pero con Verdad, donde el vivir apegado a la Vid Verdadera (no a la falsa) sea una experiencia, y no mero conocimiento teológico.

En la iglesia del Nuevo Testamente que el Señor edificaba, no se aprendía a ser discípulo tomando cursos teóricos, y recibiendo al final un "diploma de discípulo", sino que se practicaba la experiencia de crucificar el ego o vieja naturaleza cada día (Luc.9:23), viviendo en obediencia a los mandatos del Señor por amor, y no por temor al castigo. El Señor Jesús, fue muy claro cuando diseñó la manera de vivir de Su iglesia, y como se reconocería a sus discípulos, él dijo: "En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tuvieran amor los unos con los otros"(Juan 13:35).

Hoy en día, la iglesia que el Señor Jesús edifica, se reúne debajo de un árbol, o escondidos en un subterráneo de algún país donde se persigue y mata a los cristianos, en una casa al calor de una taza de café o asistiendo a una reunión on-line, donde se reconoce que el único pastor es el Señor Jesús (Juan 10:14) y todos los demás somos ovejas o hermanos. 

Y frente a un mundo que se derrumba moralmente, la iglesia debe despertar y volver a ser el organismo edificado por Jesús, quien transforma a las personas por medio de Su amor, dejando de ser esa organización humana y jerarquizada que se conforma con cristianizar, haciendo prosélitos que hacen funcionar la maquinaria eclesiástica y convenciéndoles que eso agrada a Dios, cuando en verdad,  Jesús dijo todo lo contrario: "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca les conocí; apártense de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:22-23) 

Esta reflexión continuará...



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