LA IGLESIA QUE JESÚS EDIFICA
En el paradigma religioso de hoy, si un grupo de personas quieren formar una iglesia, van a necesitar dos cosas: Un pastor, y un edificio donde congregarse. Esos dos componentes que son esenciales en el modo de pensar actual, nunca estuvieron en la mente del Señor, ni hay indicios de ello en la iglesia primitiva. Esto puede que a muchos les sorprenda, pero es cuestión de leer el Nuevo Testamento sin sesgo, para darse cuenta que los primeros cristianos no necesitaron "arrendar o comprar" ninguna propiedad que sirviera de templo, ni tampoco andaban buscando un "pastor" que los dirigiera.
En la iglesia primitiva, no había jerarquías - no estaban los que mandaban y los que obedecían - sino que las personas tenían dones y llamados distintos (al igual que los órganos en el cuerpo humano), donde cada uno ejercía su función, dirigidos por el Espíritu Santo. Eso se aplicaba para los ancianos, pastores, obispos, presbíteros y también para los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4:11) Por eso es que cuando ellos se reunían, en una casa, en una plaza o donde fuera, cada uno ejercitaba el don que se le había otorgado: el que tenía el don de la enseñanza, enseñaba, el que tenía el don de pastor, pastoreaba, el que tenía del don de evangelista, evangelizaba, el que tenía el don de misericordia, hacía misericordia, etc.
En el cristianismo primitivo, todos se sabían ovejas dependientes del único pastor; Jesús, y sus reuniones eran muy poco formales, carentes de liturgia, y donde el propósito era que todos fuesen edificados. Pablo expresa muy bien esta verdad, cuando escribe: "cuando se reúnen cada uno de ustedes tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación." (1 Cor.14:26). Esa edificación se lograba, porque todos se reunían para DAR aquello con que el Señor los había bendecido, y lo compartían con los demás. En cambio, en el cristianismo moderno el concepto es al revés, las personas van a la reunión a RECIBIR; bendición, oración, alguna "palabra", alguna unción, etc.
IR A LA IGLESIA
La iglesia primitiva jamás necesitó "arrendar" un lugar para que fuera un templo, pues el concepto de "ir a la iglesia", no estaba en su vocabulario, pues ellos eran la iglesia. Y tampoco necesitaban un hombre que los mandara, pues el Espíritu Santo se encargaba de dirigir a las personas en cada reunión, pues ellos se sometían, y le obedecían, ya que buscaban la gloria del Señor, y no su propio bienestar. El mejor ejemplo es que cuando comienza la persecución, la oración de ellos no fue: "protégenos Señor, que nada malo nos pase", sino más bien: "Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con toda valentía hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús" (Hechos 4:29,30).
Es tan fuerte el paradigma religioso que impera hoy, que cuesta darnos cuenta que en Nuevo Testamento no había un pastor único, sino pastores en plural, y los textos son muy claros al respecto. Además ese término nunca se usó como título o posición - como lo es hoy - sino como la mera función de cuidar a las ovejas. Es más, el único ejemplo que la Biblia presenta de un pastor único y a cargo de una congregación, es un ejemplo negativo que no había que seguir, y es el caso del "pastor Diótrefes", que aparece en 3 Juan 1, quien se creía el dueño de las ovejas, y les prohibía ciertas cosas y expulsaba a aquellos que le desobedecían.
Cuando se estudia la historia de la Iglesia, resulta paradojal que la iglesia del segundo siglo, en vez de apartarse del concepto de "un pastor único", lo fue transformando en norma, y eso se debió a Ignacio de Antioquia (35-107 d.C.) quien fue el primero pregonar la necesidad de un líder sobre la congregación. ¿Por qué hizo eso? Porque buscaba proteger a la iglesia - una vez que los apóstoles fueron muriendo - de las herejía y falsas doctrinas que amenazaban con dividirla. Por tanto, pensó que la mejor idea para cuidar a la iglesia, no era el Señor Jesús siguiera edificándola, sino que era mejor poner a un buen hombre a cargo.
De esta manera, la iglesia comenzó a alejarse del organismo edificado por Jesús, y empezó a transformarse en una organización, donde primaron las jerarquías eclesiásticas, y las buenas intenciones humanas, y se dejó de depender del Espíritu Santo.
En libro de los Hechos, jamás existió algún tipo de jerarquización, sino más bien diferentes funciones y ministerios, y eso queda más claro cuando vemos que los términos ancianos (presbíteros), pastores u obispos eran usados de manera intercambiables, pero jamás fueron títulos ni posiciones, como lo son hoy. Veamos algunos ejemplos:
En Hechos 20:17,28; Pablo llama a los ANCIANOS de Éfeso y les dice que el Espíritu Santo los ha puesto como OBISPOS para PASTOREAR la iglesia.
En 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:6-9; Esos pasajes describen las cualidades que debían tener los OBISPOS o ANCIANOS, mostrando que son la misma persona con diferentes nombres.
En 1 Pedro 5:1,2: Pedro exhorta a los ANCIANOS a PASTOREAR el rebaño de Dios.
A medida que la iglesia siguió apartándose de la guianza del Espíritu Santo, el concepto de jerarquía siguió creciendo, y con Cipriano de Cartago (200-258 d.C.) se profundizó más, cuando colocó al obispo como líder sobre los ancianos o pastores. La casta jerárquica siguió creciendo.
CONCLUSION
La iglesia que conocemos hoy, es muy distinta a la edificada por Jesús que se nos muestra en el Nuevo Testamento. La historia eclesial consigna como esa iglesia se apartó de la Vid Verdadera, y por tanto dejó de ser un organismo vivo, y se transformó en una organización piramidal con reglas, estatutos, finanzas, personal asalariado, etc. Una institución, vestida con ropajes cristianos.
Si hoy día, a la mayoría de las iglesias, le sacamos la figura del pastor, y le quitamos el edificio, posiblemente mueran, porque sus miembros no han tenido la experiencia de ser realmente edificados por el Señor Jesucristo. En cambio esta experiencia la conocen muy bien los cristianos que hoy son perseguidos y muertos por su fe, y que se juntan a escondidas en cualquier lugar, porque no tienen "templo" ni "pastor", en cambio viven pegados a la Vid Verdadera, experimentando como el Señor los edifica, y por eso no tienen miedo a morir por su fe.
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