EL PODER DE LA DEBILIDAD
Se nos ha enseñado en la iglesia que si estamos pasando tiempos de dolor, de aflicción y angustia, debemos pedir al Señor que haga el milagro de cambiar las circunstancias, haciendo desaparecer todo aquello que nos causa tormento. Se nos ha dicho que si nada sucede, es porque necesitamos más fe. Y cuando nada ocurre y el dolor permanece, nos enojamos con Dios. Toda esa enseñanza nos ha hecho creyentes débiles y egocéntricos, pues el enfoque de nuestra vida no está en Dios ni en Su gloria, sino en nuestro bienestar.
Pablo aprendió una lección que nos conviene practicar. Él también tuvo una aflicción, un "aguijón en la carne" que al parecer era una enfermedad dolorosa. Le pidió al Señor tres veces que le quitara ese dolor, pero el Señor no lo hizo, en cambio le enseñó una lección que él aprendió y la compartió con nosotros en su segunda carta a los corintios. Dios le respondió: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Cor.12:9). Pablo, lejos de enojarse, entendió y comenzó a practicar la profundidad de esa respuesta, y continuó escribiendo; "Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Cor.12:9,10).
Pablo aprendió la lección y la practicó en su vida. Su debilidad le permitió conocer en profundidad el poder y la gracia de Dios. ¿Y usted, está aprendiendo y practicando esta lección en su vida diaria?
Comentarios
Publicar un comentario