GRIETAS


En nuestra cultura occidental, cuando una taza o algún recipiente se rompe, lo usual es botarla, pues se la considera inservible.

En el Japón, existe una filosofía milenaria llamada "kintsugi" y que consiste en reparar toda vasija rota, uniendo los fragmentos con oro. De hecho "kintsugi" significa unión de oro. ¿Y por qué hacen eso? Porque en vez de ocultar las grietas, consideran que han de resaltarse como algo valioso, pues es parte de su filosofía de vida el no ocultar los fracasos o las grietas del alma, sino que al contrario, buscan resaltar la belleza de esas cicatrices interiores, pues forman parte de la historia personal que definen la identidad de cada persona. 

REFLEXION PERSONAL

El "kintsugi", me hace meditar en lo diferente que es nuestra cultura occidental, que más bien practica lo opuesto. Se nos ha enseñado a ocultar nuestras grietas del alma, pues sabemos que si los demás las vieran, seguramente nos desecharían por inservibles, como se hace con las tazas rotas. Por eso, vamos por la vida escondiendo o disimulando nuestras fisuras y traumas internos, maquillándolos para ser aceptados. 

Al igual que una vasija rota que se bota pues ya no sirve para nada, la persona quebrada por dentro también es desechada, incluso por las comunidades llamadas cristianas,  donde la hacen objeto de murmuración, juicio y ostracismo. Y la razón es dolorosamente simple, el amor de Dios como fruto espiritual no es una experiencia de vida, sólo es un mero concepto teológico aprendido. Quizás por eso hay tantas personas que han dejado de congregarse, otras lo hacen por inercia, otras deambulan de una denominación a otra, pensando que eso agrada a Dios y las que definitivamente  abandonan las iglesias institucionales para acercarse a Dios. 

Años atrás, cuando viví el fracaso personal y la destrucción de todo lo que había construido, me sentí como esa vasija rota inservible e intenté ocultar mis profundas grietas internas, pero el amor de Dios me enseñó mostrar esas heridas que han formado parte de mi historia, y por esa razón escribí el libro "Abrazando el dolor" mostrando mis pecados, fracasos y miserias, pues al hacerlo, testimoniaba como el amor de mi Padre celestial, unía cada pedazo de mi alma rota, y sin saberlo en aquel momento, estaba practicando el "kintsugi" de Dios. ¡Alabado sea mi Señor!







Comentarios

  1. como Siempre Alejandro, ¡qué Enseñanza!.. agradezco el poder seguir recibiendo de la Sabiduría que ES De *DIOS* a través de tus publicaciones.. son de gran Ayuda a mi Caminar En Mí *PADRE DE AMOR*..
    : abrazos fraternos 🫂
    •~ anny💞💃🌼 ~•

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