EL HOMBRE DEL ESTANQUE DE BETESDA
Debemos entender que Dios nos creó como seres humanos tripartitos e integrados: espíritu, alma y cuerpo. Por lo tanto, lo que le pase a uno, influirá en los otros.
En palabras simples, en el alma se aloja toda nuestra actividad intelectual, donde el cerebro es el centro de mando. Por lo tanto, la calidad de los pensamientos que alojamos en nuestra mente, afectarán para bien o para mal nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por ello es que cuando alimentamos los pensamientos de preocupación, temor, ansiedad y negatividad, vamos a desarrollar las llamadas enfermedades "psicosomáticas", que comienzan en nuestra mente y terminan enfermando nuestro cuerpo, afectando las emociones y la vida espiritual. Es frecuente oír que personas van al médico, pues tienen dolencias corporales, no obstante el facultativo les dice que "no tienen nada malo físicamente", y esto es debido a que el problema está en los patrones erróneos de pensamientos. Recordemos que nos convertimos en lo que pensamos todo el día, y la Biblia lo dice así: "Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov.23:7)
Es común encontrar creyentes que le piden en oración a Dios que les sane de alguna enfermedad, cuando el problema no está en el organismo, sino en la mente. Y si va al médico, este le dará medicamentos que atacarán el síntoma, pero no la causa...y todos esos químicos ingeridos, le enfermarán de otra cosa.
EL ESTANQUE DE BETESDA
Un día el Señor Jesús visitó el estanque de Betesda y vio allí a un tipo que yacía paralítico por más de treinta y ocho años (Juan 5:5) y lo sanó. Lo curioso de la escena, es que el Señor, halló de nuevo a este hombre en el templo, y acercándose a él le dijo: Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor" (Juan 5:14). Dado que el hombre era paralítico, y yacía tendido en un camastro por tantos años, seguramente no podía cometer los típicos pecados de la carne, no obstante su mente podía estar llena de pensamientos venenosos y tóxicos, tales como el odio, la falta de perdón, la mentira, en engaño, el temor, la depresión, la victimización, amargura, crítica, etc. que sin duda, podían enfermarlo de nuevo.
Así de poderosa es nuestra mente, por ello es importante aprender a pensar bíblicamente, tal como dice el apóstol Pablo: "Piensen en todo lo bueno, lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo amable, en todo lo que sea digno de alabanza" (Fil.4:8).
En el Antiguo Testamento, vemos una enseñanza similar, cuando Dios le dijo al pueblo: "Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra por testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!" (Deut.30:19)
Aunque no nos damos cuenta - al igual que el pueblo de Israel - cada día estamos eligiendo uno de los dos caminos con la manera de pensar y de actuar: la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Si viviéramos la Biblia, viviríamos bien, sin importar las circunstancias externas, porque el poder radica "adentro", no "afuera".
La Neurociencia a descubierto, que al poner pensamientos positivos en la mente, se activan las redes neuronales que promueven el bienestar emocional, reducen el estrés, fortalecen el sistema inmunológico y fomentan una conexión más armoniosa entre el cuerpo y el espíritu....enseñanza que está en la Biblia desde hace miles de años atrás.
(Este tema continuará mañana en el siguiente post)
Comentarios
Publicar un comentario