MADUREZ ESPIRITUAL
Las consecuencias del pecado de Adán y Eva, dejaron varias huellas en nosotros. Sin duda la principal fue la desobediencia. Decimos que amamos a Dios, pero no tenemos ningún problema en desobedecerlo; Dios dice que no nos afanemos, lo hacemos. Que perdonemos, no lo hacemos, etc.
Otra huella importante, es el culpar a otros de nuestros errores, victimizarnos y no aceptar nuestra responsabilidad. En el libro de Génesis leemos que cuando Dios increpó a Adán por haber desobedecido y comido el fruto prohibido, lejos de aceptar su responsabilidad, él culpó a Eva: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (Gen.3:12). No sólo apuntó a su compañera como responsable, sino a Dios mismo por habérsela dado. Y cuando el Señor le pregunta a Eva, ella respondió lo mismo, añadiendo esta vez la victimización: "La serpiente me engañó, y comí" (Gen.3:13).
Si nos damos cuenta, ninguno de ellos aceptó su responsabilidad, culparon al otro y se victimizaron. Lo que debemos entender es que si estamos en Cristo, esa "egocéntrica marca" del pecado original fue borrada en la cruz del Calvario.
Como cristianos, hoy podemos maduramente aceptar la responsabilidad de nuestros errores y pecados, sin culpar a otros. "Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados" (1 Cor.15:22)
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