PURIFICADOS POR LAS PRUEBAS
En el tiempo en que el salmista escribe "Porque tú, Dios, nos probaste; nos purificaste como se purifica la plata" (Sal.66:10), él sabía que el orfebre para purificar la plata, la ponía al fuego. ¿Por qué hacía eso? Pues él conocía que la plata era uno de los metales más impuros, al estar mezclada con otros minerales menos nobles. También sabía que sólo el fuego los separaba, debido a que todos los metales tienen un diferente punto de fusión. Por lo tanto, en un momento del proceso, la escoria y las impurezas salían a flote, y la plata se transformaba en un metal puro.
De la misma manera, Dios como experto orfebre, usa el horno de la prueba para purificarnos. Y como todos somos diferentes o tenemos distintos "puntos de fusión", permite pruebas distintas a cada uno de nosotros, pero todas tienen la misma meta, que maduremos espiritualmente. Por eso el Señor nos dice: "No te ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios que no te dejara ser probados más de lo que puedas resistir, sino que te dará juntamente con la prueba la salida, para que puedas soportar"(1 Cor. 10:13).
Debemos abandonar esa creencia errónea de achacar toda prueba a Satanás, y aprender a aceptarlas, creyendo lo que la Biblia dice, con una actitud de fe, si realmente queremos caminar por el camino estrecho, y desarrollar el carácter de Cristo en nosotros (Gal.4:19).
Dios trabaja, pues, como un experto orfebre usando un horno de fuego para examinar, purificar a sus hijos, y extraer las impurezas, las adulteraciones, contaminaciones, y producir así pureza moral, rectitud, integridad y madurez. Por su puesto, cuando estamos siendo probados queremos evadir, huir, salir del horno de fuego. Pero Dios es un experto orfebre, y no aplicará más presión ni fuego del requerido para lograr el resultado esperado. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13)
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