SOLTA, DEJAR IR
A veces escucho a personas decir: "Yo no soy quién para perdonar, sólo Dios puede hacerlo". Eso no es cierto, de hecho el Señor nos manda perdonar.
Otros le piden a Dios "que les ayude o ponga el sentir para perdonar". Eso también es erróneo, el perdón es un acto de obediencia a Dios y por tanto, es una decisión que tomamos.
También están aquellos que no quieren perdonar, pues piensan que al hacerlo "van a dejar impune el dolor recibido", sin entender que los únicos beneficiados cuando perdonamos, SOMOS NOSOTROS, y que es Dios el único juez justo, quien no deja impune ningún delito cometido.
Y finalmente están aquellos que piensan que al no perdonar, están castigando a la otra persona, cuando en realidad, el único perjudicado en cuanto a la salud mental, emocional y física somos nosotros. Por eso se dice que no perdonar, es algo tan necio, como tomar veneno todos los días, esperando que la otra persona muera.
El Señor nos dice hoy: "Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdona a ustedes sus pecados" (Marcos 11:25)
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