PASEMOS AL OTRO LADO
Estaba concluyendo un largo y agotador día para el Señor Jesús. Durante esa jornada, había enseñado acerca del reino, sanado a los enfermos, liberado a endemoniados de una multitud que se agolpó a la ribera del mar de Galilea, de manera que al llegar la noche, agotado, les dice a sus discípulos: "Pasemos al otro lado" (Mr.4:35) Apenas subió a la barca, cansado. se recostó y sabiendo que la travesía hacia la región de Gadara duraría varias horas, se quedó profundamente dormido.
Mientras los discípulos remaban, y se acercaban al centro del lago, se desató una sorpresiva y furiosa tormenta, que Marcos relata de la siguiente manera: "se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos. Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué están así amedrentados? ¿Cómo no tienen fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?"(Marcos 4:37-41)
Llama la atención que esos avezados pescadores y acostumbrados a las inclemencias del clima, estaban aterrados esa oscura y fría noche e incluso temiendo por sus vidas, pues esta tormenta era ferozmente distinta. La desesperación, el pánico y el miedo se había apoderado de ellos ante esas olas gigantes que amenazaban con hundirlos, por lo que presurosos y con palabras de reproche despertaron al Señor diciéndole: "Maestro, ¿Acaso no te importa que vamos a morir?".
QUE PODEMOS APRENDER
Ese reclamo lleno de miedo, no sólo retrata a los discípulos asustados, sino también a nosotros, cuando nos hallamos en situaciones críticas, enfrentando tormentas en nuestra vida.
El gran problema de los discípulos, fue que ellos enfocaron en la tormenta, en la furia de las olas, en el viento que arreciaba y olvidaron por completo, no sólo que el Señor Jesús estaba en la barca, sino de lo que Él les dijo cuando subió: "Pasemos al otro lado (del lago)" (Mr.4:35) y por ello es que el Señor, al ser despertado, les dice: "¿Por qué se han dejado dominar por el miedo? ¿Dónde está su fe? . La respuesta a la primera pregunta sería: "Nos dejamos gobernar por el miedo, porque pusimos toda nuestra energía en la tormenta y sólo vimos grandes y oscuras olas que amenazaban con hundirnos". Todo eso lleva a que como respuesta a la segunda pregunta, ello no tenían su fe en Jesús, sino que la habían puesto en su capacidad humana de solucionar el problema con su experiencia marina, pero no les había resultado. Por tanto, su fe en Jesús, se había desvanecido, pues se dejaron dominar por el temor, olvidando a quien estaba con ellos.
Majestuosamente, el Señor se levanta y como Soberano manda al viento que cese y al mar que se aquiete y todo vuelve a la calma.
Cuando nosotros hoy enfrentamos pruebas y tormentas, debemos preguntarnos ¿Dónde está nuestra fe? ¿Nos estamos dejando dominar por el temor? ¿Dónde estamos enfocando; en los problemas o en el Señor? Y cuando enfocamos en Él, debemos recordar en todo momento lo que nos ha dicho, pues ese es el antídoto para evitar que el temor se coma nuestra fe. Recuerde Sus palabras: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10) o "Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos" (Mateo 28:20)
Cuando realmente enfocamos en Él, comenzamos realmente a conocer quien es Jesús, que no es nuestra "pata de conejo" para solucionar nuestros problemas, sino aquel que es Dios del Universo y por eso "el viento y el mar le obedecen?"(Marcos 4:41)
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