EL SEÑOR DIO, EL SEÑOR QUITÓ
A veces nos aferramos a aquello que Dios claramente está quitando de nuestra vida, y tratamos inútilmente de sobornarlo con un repentino ataque de espiritualidad; haciendo mandas a santos milagrosos, asistiendo a grupos de oración, ayunando y cosas por el estilo, buscando que se haga nuestra miope voluntad, pues no entendemos lo que Dios está permitiendo, porque no le conocemos profundamente. Y si Dios no contesta de acuerdo a nuestra voluntad, nos alejamos enojados de Él, añadiendo más aflicción a nuestra situación.
Nos evitaríamos tanto sufrimiento, si entendiéramos lo que el patriarca Job escribió: "El Señor dio, el Señor quitó, sea el nombre del Señor bendito" (Job 1:21). Y cuando este hombre dijo eso, estaba en el momento más oscuro de su vida; habían muerto trágicamente todos sus hijos, había perdido toda su fortuna y su salud comenzaba a quebrantarse. No obstante, Job sabía que el dolor es un maestro y no un verdugo, y que el Dios eterno, es más grande que su dolor pasajero.
Si está viviendo tiempos de dolor y agonía, pues ve que su proyecto de vida tambalea. permítame hacerle estas preguntas: ¿Está entendiendo la lección que el dolor trata de enseñarle? ¿Se da cuenta que todo lo que el Señor permite, tiene propósito, y que por eso es necesario conocerle profundamente? ¿Estaría dispuesta(o) a sacrificar a su Isaac (así como hizo Abraham) y decirle a Dios; "te entrego aquello a lo que me he aferrado, lo suelto en tus manos, para que se haga tu voluntad y no la mía?".
Cuando se llega a este momento, comienza el verdadero conocimiento de Dios por la experiencia, y no meramente por la teoría religiosa, y comenzamos a ser sanados y restaurados.
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