¿CUÁL ES LA ORACIÓN CORRECTA?

 


LA ORACIÓN CORRECTA ES LA ALTERNATIVA 2

·        Si nos damos cuenta, la popular oración: “Señor, ¿Cuál es tu voluntad para mí vida?  suena espiritual y por eso se la escucha a menudo en el ámbito religioso, pero es totalmente egocéntrica, pues pone a la persona y no a Dios en el centro. Este tipo de oraciones no aparecen en la Biblia.

·        En cambio, esta oración: “Señor, ¿Cuál es tu voluntad y que cambios debo hacer en mi vida para obedecer tu voluntad?”, y que no se escucha mucho en el ámbito evangélico, pone a Dios en el centro y no a nosotros. Esta petición es la que vemos que toma forma en todos los personajes bíblicos, tanto del Antiguo como Nuevo Testamento. Sólo por citar algunos ejemplos: María, tuvo que hacer grandes cambios en su vida y abandonar  todos sus planes personales,  para hacer la voluntad de Dios. Aceptó ser madre soltera, con todo lo que ello implicaba; ser rechazada por su prometido, sometida al escarnio público y con el riesgo real de perder la vida por lapidación, según la ley de ese entonces. Como vemos, ella no era el centro, Dios lo era.

·        Saulo, quien llegó a ser Pablo,  era un fariseo celoso de la ley, educado a los pies del renombrado Gamaliel y con un futuro brillante dentro del mundo político y religioso de la época, con un puesto asegurado en el Sanedrín y alguien que odiaba el cristianismo, no obstante, cuando el Señor se le reveló, lo dejó todo por Él. Fue perseguido por los judíos, acusado falsamente, torturado, huyendo constantemente por los múltiples atentados que sufrió, encarcelado innumerables veces, sin embargo, predicó el evangelio en todo el mundo conocido. Dios era el centro de su vida.

·        Y el mismo ejercicio podríamos hacer con Abraham, Moisés, Jonás, Job, Jeremías, Zacarías, Elizabeth, Pedro, Mateo, y en general con todos los personajes bíblicos, quienes debieron hacer grandes cambios en sus vidas para acercarse a la voluntad de Dios.

Cuando Dios nos llama, no nos llama para ser “millonarios, o que jamás vamos a sufrir, o que nunca enfermaremos”, como se predica en muchos púlpitos progresistas hoy en día. Cuando Dios nos llama, nos llama a servirle y no a ser servidos por Él, Dios no es nuestra “pata de conejo gigante” que está para bendecir nuestros planes y que en todo nos vaya bien, sino que Él es el Señor, es decir, nuestro Dueño, nuestro Amo absoluto, por tanto, para acercarnos y obedecer Su voluntad, somos nosotros los que debemos dejar de lado nuestras intenciones y proyectos personales, para someternos confiadamente a Su Soberana voluntad. Por eso Él claramente nos dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Luc.9:23)  ¿Está viviendo el cristianismo bíblico o la religiosidad egocéntrica?

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