EL DESAFÍO DE LA IGLESIA DE HOY, EN UN MUNDO CAMBIANTE (Segunda Parte y final)
Estamos viviendo tiempos complejos como sociedad, y la Iglesia del Señor, debe plantearse seria y reflexivamente frente a los nuevos desafíos de este mundo cambiante. Para ello, se requiere una actitud humilde, que dista mucho del "espíritu selfie" que impera en nuestra sociedad, donde también la iglesia se mira a sí misma, sin ninguna autocrítica, y se encuentra regia.
En los tiempos que vivimos, es preciso con urgencia un cambio de paradigma, donde como cristianos enfoquemos más en "lo que somos en Cristo" que en lo que "hacemos para él", de manera que la iglesia vuelva a esa esencia que se ve en el Nuevo Testamento. Pero lamentablemente estamos lejos de ello, y no nos damos cuenta. Hoy en día se pueden cristianos muy activos en la congregación, pero sin cambios interiores profundos. Y es que a diferencia de lo que vemos en la Biblia, las personas hoy van y sirven a a iglesia, en cambio los primeros cristianos no iban a la iglesia, sino que ellos la conformaban donde fuere, y servían a Jesús.
PARADIGMA ACTUAL
Para un mejor entendimiento, de cómo es la iglesia hoy, permítame un ejemplo: En nuestros días, si un grupo de personas piensa en levantar una iglesia, se buscan dos cosas; un edificio donde reunirse y un pastor. Esos dos componentes, que son esenciales en el paradigma actual, nunca estuvieron en la mente del Señor ni hay indicios de ello en la iglesia primitiva.
Los primeros cristianos no necesitaban arrendar o comprar propiedades, pues se reunían espontáneamente en casas. En segundo lugar, no estaba en su mente "un pastor" por encima de ellos, pues todos eran iguales, dependiendo de una relación vital con Jesús y simplemente usaban los dones que el Señor les daba; el que tenía el don de enseñanza, enseñaba, el que tenía el don de misericordia, hacía misericordia, etc. Las reuniones eran muy poco formales y carentes de liturgia, no obstante todos eran edificados, pues nadie iba pensando - como sucede hoy - en "ir a la iglesia a RECIBIR bendición, oración, palabra de Dios, o alguna unción", porque tampoco eso estaba en su mentalidad, pues ellos "no iban a la iglesia, sino que ellos eran la iglesia", y cuando se congregaban, el verbo que conjugaban era el DAR, y todos eran EDIFICADOS. Observe lo que dice Pablo: "cuando se reúnen cada uno de ustedes tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación." (1 Cor.14:26). Ellos iban a compartir, lo que el Señor les daba, no a recibir.
En la iglesia primitiva no había un pastor único, sino pastores en plural, que simplemente protegían, cuidaban las ovejas. Y jamás se usó como título o posición - como es hoy día - sino como mera función. De hecho, el único ejemplo de un "pastor a cargo de una congregación", que se presenta como algo negativo, es el caso del "pastor Diótrefes", que aparece citado en 3 Juan 1, quien se creía dueño de la iglesia, prohibiendo hacer cosas o expulsando a aquellos que lo desobedecían.
Es paradójico que la iglesia, lejos de apartarse del concepto de "un pastor único", con el tiempo lo transformó en la norma y esto se debió a que Ignacio de Antioquía (35-107 d.C.) fue el primero en pregonar la necesidad de un líder por sobre la congregación. ¿Por qué hizo eso? Porque buscaba proteger a la iglesia - una vez que los apóstoles fueron muriendo - de las herejía y falsas doctrinas que amenazaban con dividirla. Por tanto, pensó que la mejor idea para cuidar a la iglesia, era poner a un buen hombre a cargo. Una aparente buena idea humana, pero no una idea de Dios.
De esta manera, la iglesia comenzó a alejarse del organismo edificado por Jesús, y empezó a transformarse en una organización, donde comenzaron a primar las buenas intenciones humanas. Así, nació el concepto de la jerarquía eclesiástica y a la iglesia se le comenzó a llamar Católica (Universal), por primera vez.
La jerarquía eclesiástica, o la casta clerical se separaron de congregación, y eso se mantiene hasta el día de hoy. Con Cipriano de Cartago (200 -258 d.C.) esto se profundizó y al obispo se le situó por sobre los presbíteros o pastores, y se formaron así las primeras Diócesis. Se comenzaba a formar una institución, similar en organización a Imperio Romano y que desembocaría en lo que hoy conocemos como la Iglesia Católica Romana.
Cabe consignar, que en libro de los Hechos, jamás existió ningún tipo de jerarquización, sino más bien diferentes funciones, por ello los términos presbíteros, pastores u obispos eran usados de manera intercambiables, pero jamás fueron títulos ni posiciones, como lo son hoy.
LA REFORMA
Con la Reforma Protestante encabezada por Martín Lutero en Alemania en el siglo XVI, si bien se volvió a la Biblia, y está pudo ser leída por la gente común en su lengua natural, lo cual fue algo altamente positivo, no obstante la iglesia cristiana no volvió a ser esa iglesia orgánica que se aprecia en el Nuevo Testamento, sino que mantuvo el espíritu de una organización jerárquica tal como la que tenía la Iglesia Católica Romana.
Generalmente se piensa que la iglesia evangélica es muy distinta a la Católica, pero cuando observamos de cerca, nos damos cuenta que no es tan así. La figura del cura fue cambiado por el pastor, el clero se transformó en el cuerpo de Ancianos, Líderes, presbíteros, diáconos, etc. dependiendo de la organización ya fuere Anglicana, Luterana, Pentecostal, etc. La gente común, siguió sin ninguna participación asistiendo cada domingo a un "Servicio", donde su único aporte sería cantar alguna canción o himno o tomando parte de algún rito, como la santa cena, donde según las ordenanzas de la denominación, se le permitiría a la persona participar sólo si fuere bautizada, miembro inscrito en algún registro o si diezma, etc. Es decir, la iglesia ha continuado siendo una organización religiosa, y no un organismo vivo guiado por el Espíritu Santo.
CONCLUSION
La iglesia que conocemos hoy, es muy distinta a la edificada por Jesús y que se muestra en el Nuevo Testamento. La historia eclesial consigna como esa iglesia se apartó de Jesús y de Su amor, y de ser un organismo vivo, se transformó en una organización piramidal, con reglas, estatutos, finanzas, personal asalariado, etc.
En los tiempos que estamos viviendo, Dios está gestando una nueva Reforma, más profunda que la primera, para que la iglesia vuelva a su esencia, a ser un cuerpo, y un organismo edificado por Jesús directamente, donde lo más visible sea el fruto del amor.
Extracto de charla en Cristianos Anónimos.
c.a.cristianos.anonimos@gmail.com
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