¿INFORMACIÓN O TRANSFORMACIÓN?


 Si una persona va cada domingo a la iglesia a escuchar la Palabra de Dios y asiste fielmente a los estudios bíblicos, pero sigue viendo en constante preocupación (afán), no perdonando a los que le han dañado, hablando mal de otras personas, juzgando, murmurando, sembrando discordias, viviendo en constante temor y ansiedad. Deseando todo lo que no tiene, sin un ápice de agradecimiento por lo que tiene, dejando que la amargura crezca como maleza en su corazón, victimizándose y culpando a todos por sus desdichas sin tomar responsabilidad de sus actos, y dejando que su mente se llene de pensamientos de incredulidad y miedo. Además de todo lo anterior y siguiendo la corriente de este mundo, valora lo que tiene precio, pero no aprecia lo que tiene valor, dejando que los antivalores de esta sociedad vaya permeando su escala de valores cristianos...la pregunta que surge naturalmente es; ¿A que va a la iglesia entonces?

Al indagar en esa pregunta, nos damos cuenta que la mera información cristiana no nos transforma. Podemos tener mucho conocimiento bíblico, pero sólo en la teoría, sin casi ninguna práctica. La única manera de ser transformado, es vivir cada día pegados a la Vid Verdadera (no a la falsa), crucificando la vieja naturaleza, de manera que el fruto de Su amor vaya transformándonos día a día, pues nuestra mente se va sintonizando con la mente de Cristo y vamos permitiendo que el Espíritu Santo nos vaya guiando a través de las circunstancias; abriendo o cerrando puertas o permitiendo el dolor para que aprendamos mirarlo a Él y no a las circunstancias, pues nuestra morada no está aquí en esta tierra, sino con Él.

La Palabra de Dios debe vivirse, por eso Pablo nos dice en la carta a los Romanos: "Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es su culto racional. No se conformen a este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación su entendimiento, para que comprueben cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.(Rom.12:1,2)

 

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