¿CÓMO PUDO DAVID DERROTAR A GOLIAT?
La victoria de David contra Goliat, relatada en el Libro 1 de Samuel capítulo 17, es una maravillosa historia que nos enseña a vencer los obstáculos que parecen imposibles.
¿Cómo pudo vencer el joven David, cuya ocupación era cuidar las ovejas de su padre, a un sanguinario soldado entrenado, y que además era un coloso acorazado? La respuesta inmediata que viene a nuestra mente, es que Dios estaba con él. Y sin duda eso era cierto, pero ¿Acaso Dios no está también con nosotros? ¿Cómo es que no podemos derrotar a los problemas que a veces enfrentamos?
Para responder adecuadamente a esas interrogantes, debemos ir al contexto bíblico para entender cómo Dios operó en la vida de David, y como opera hoy en la nuestra.
ENTRENAMIENTO PERMANENTE
En primer lugar, debemos observar que previamente Dios había entrenado a David en la soledad, cuando nadie le veía mientras realizaba su labor de cuidar a las ovejas. En aquellas solitarias jornadas, el joven pastorcillo debió enfrentar y vencer sus temores, confiando plenamente en Dios. Es así que cuando por las noches un león o un oso atacaba el rebaño, y aunque quizás temblaba de miedo o le hubiese sido más fácil "hacerse el dormido", Dios le enseñó a salir de su zona de confort y a fortalecerse en Él, y a través del rigor le mostró como vencer sus temores, y le demostró que su éxito, al matar a esas fieras, era sólo con la fortaleza de Su presencia. (1 Samuel 17:34-37)
EL ENFRENTAMIENTO
Por eso es que cuando David llega a la supuesta batalla que libraban los israelitas contra los filisteos, que en realidad era una escaramuza psicológica que ya llevaba cuarenta días, y donde Goliat los desafiaba por la mañana y por la tarde, llenándolos de terror, el joven pastor arriba al escenario que Dios había preparado.
De manera que cuando David ve al gigante, sabía que podía vencerlo, pues él lo veía como otro oso o lobo atacando al rebaño de Dios. Y aunque hasta el mismo rey Saúl trató de disuadirlo, David sabía por experiencia (no por teoría o emoción momentánea) que podía vencerlo, pues su confianza estaba en Dios. Por eso, con toda seguridad le dijo al cobarde rey: "Jehová me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo" (1 Samuel 17:37).
Por tanto, el gigante en ese campo de batalla, no era Goliat que medía casi tres metros y estaba cubierto por una coraza impenetrable, sino David, que dependía del verdadero Gigante que iba con él.
Con una certeza que da sólo la experiencia espiritual, el joven pastorcillo le dijo a Goliat: "¡Tú vienes a pelear conmigo con espada, flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Todos los que están aquí se darán cuenta que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡Y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espada ni flechas! (1 Samuel 17: 45-47) ¡Que maravillosas palabras, llenas de fe y verdad! El resto de la historia es conocida, David clavó una piedra en la frente del gigante y le cortó la cabeza, tal como lo había dicho.
¿CÓMO PODEMOS VENCER NOSOTROS A NUESTROS GIGANTES?
Así como Dios entrenó a David, sacándolo de la zona de confort y enseñándole a enfrentar y a vencer los obstáculos que enfrentó, Dios también nos entrena a nosotros cada día. El problema es que se nos ha enseñado una mentalidad de iglesia, en que frente a los problemas, "le pedimos a Dios que los solucione" o que "haga un milagro" (lo cual es mucho más cómodo), sin entender que esos desafíos son parte de los escenarios que Dios prepara para enseñarnos a salir de la zona de confort, y aprender por experiencia en el día a día (no por la emoción momentánea de escuchar un sermón) a enfrentar las adversidades, los temores y a depender solamente de Él.
Que podamos entender que los principios de la Palabra son para entenderlos y practicarlos, y no sólo conocer la teoría bíblica y podamos decir al final de día, parafraseando a David: "Como el Señor ya me ha enseñado pelear contra mis temores y situaciones que parecen que me van a devorar, librándome de sus garras, así también me librará de los gigantes que hoy enfrento, porque tengo la experiencia que Él me da en las luchas espirituales, por tanto no temo" (1 Samuel 17:37).
"No le digas a Dios cuan grande es tu problema, aprende a decirle a tu problema cuán grande es tu Dios".
Comentarios
Publicar un comentario