¿ME ENOJO POR QUE ME HACES ENOJAR, O PORQUE YO QUIERO?

 La Biblia dice: "La blanda respuesta aplaca la ira" (Prov.15:1). Este famoso verso es muy conocido dentro del mundo cristiano, pero generalmente no se practica en la vida diaria. Y quizás la razón de ello, - aparte de la desobediencia a Dios - es la ignorancia que hay respecto de lo dañino que es el enojo para la salud física y espiritual. Por eso, las personas enojonas, disculpan su actuar con estas consabidas excusas: "Tú me haces enojar" o "tú sabes que yo soy así y no voy a cambiar, yo demuestro lo que siento". ¿Será cierto eso que dicen?

Para saber si esas típicas respuestas son ciertas o no, debemos ver que nos dice la Palabra, pues allí encontramos bastante información acerca de cómo manejar adecuadamente el enojo y la ira.  

LA IRA

El apóstol Pablo escribe a los Efesios lo siguiente: "Enójense, pero no pequen" (Efes.4:26). En términos simples, esto significa que es normal enojarse por alguna situación desagradable, pero el problemas es dejarse gobernar por la ira. De hecho, tanto el enojo como la ira, son energías dadas por Dios con la intención que aprendamos a usarlas para resolver situaciones que nos contrarían, lamentablemente en la generalidad, dicha pasión se usa para atacar a las personas y finalmente el conflicto no sólo queda sin resolver, sino que se agudiza. 

En el Nuevo Testamento, se usan dos palabras griegas para el término ira; "orge" que significa: pasión, energía y la otra es "thumos" cuyo significado es "agitación, ebullición". Por eso la ira en sí misma, no es pecado, se cae en él cuando la persona se deja dominar por el arrebato, usando esa energía para atacar y dañar a otros con palabras y acciones hirientes. 

LAS EXCUSAS 

Cuando una persona que se considera cristiana dice: "me enojo, porque tú me haces enojar", por la Palabra sabemos que eso no es verdad, es una simple excusa para evadir la responsabilidad, pues en el fondo está diciendo; "ya que tú me haces enojar, no soy responsable por dejarme llevar por la ira, tú eres el culpable". Lo mismo aplica, para cuando alguien dice: "tú sabes que yo soy así y no voy a cambiar, yo demuestro lo que siento". La pregunta que se les debe hacer a esos cascarrabias es: ¿Dónde está el fruto espiritual del dominio propio? (Gal.5:23) Pues se supone que un cristiano, tiene y hace uso de ese fruto en situaciones críticas.

LA VIDA REAL

De más está decir, que todos vamos a sentir enojo frente a alguna persona o situación, pues eso es normal. Por ejemplo; vamos conduciendo por la carretera y de improviso, un conductor imprudente nos adelanta y casi chocamos. ¿Cuál es nuestra reacción? Uno puede insultar y vociferar como energúmeno o puede hacer uso del dominio propio y no dejarse gobernar por la rabia. La respuesta será absolutamente nuestra responsabilidad y no podemos culpar a nadie más por ello.

Permítame una ilustración para un mejor entendimiento: cuando se exprime un limón, lo que sale es jugo de limón, porque eso es lo que está en su interior. De la misma manera, cuando las circunstancias adversas nos "exprimen", va a salir lo que está dentro de nosotros. Así de simple. El Señor Jesús dijo claramente: "lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre" (Mt. 15: 18-20). 

Cada día en lo cotidiano, enfrentaremos diversos problemas, y tendremos que tomar decisiones. ¿Elegiremos erupcionar como un volcán destructivo, o canalizaremos la energía para activar el dominio propio y no pecar? La decisión será de acuerdo al grado de compromiso de amor con Jesús quien dijo; "Si me amas, guarda mis mandamientos" (Juan 14:15)

 Finalmente, una cosa es saber versículos de memoria, otras muy distinta es practicarlos en la vida real. Una cosa es información, otra es transformación.




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