AFLICCIONES VERSUS CONFIANZA
En el mundo en que vivimos, sin dudas vamos a experimentar derrotas, y con ellas, la tentación de quedarnos tirados en el suelo, lamentando nuestra condición. Pero si nos consideramos cristianos, debemos más bien atender y poner en práctica lo que el Señor Jesús nos dijo: "En el mundo van a tener aflicción, pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33), mostrándonos que luego de las caídas, el dolor y los fracasos, debemos levantarnos y seguir adelante por fe, tomados de Su mano.
Las múltiples aflicciones que vamos a experimentar en esta tierra, tendrán rostros bien distintos, a veces se presentarán como un problema económico, otras como un conflicto familiar, otras como un divorcio, una enfermedad, la muerte de un ser amado, y un interminable etc.
No obstante, no importa el calibre de la aflicción que vivamos, la solución siempre es la misma, confiar en el Señor Jesús, quien atravesó por el proceso del martirio, y venció. Por tanto, si hacemos nuestra Su victoria por la fe, y asidos de su mano, podremos levantarnos y vencer también. Este es el verdadero camino estrecho del que la Palabra nos enseña, y pocos son lo que lo hallan. (Mt.7:14)
TRANSFORMACIÓN
Por eso, el cristianismo es un proceso de transformación interior, que el apóstol Pablo conocía bien pues experimentó la aflicción de muchas maneras, no obstante siempre se levantó y siguió corriendo la carrera en pos de Jesús. De hecho, él escribe magistralmente a los corintios lo siguiente: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, mas no desamparados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos, llevando siempre en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos" (2 Cor.4:7-10)
Y Pablo concluye su arenga, con estas maravillosas palabras: "Por tanto, no desmayamos, aunque se va desgastando el hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día. Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable. No fijando nosotros la vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas" (2 Cor. 4:16-18)
El cristianismo no es religión, es una transformación espiritual que se experimenta de adentro hacia afuera. De hecho, podemos participar de una iglesia por años, sin ningún cambio interior, de allí que el Señor use las aflicciones momentáneas de este mundo, para despertarnos a una verdadera relación con Él, donde la actitud de fe será "no poner la vista en las circunstancias visibles y temporales que nos pueden tirar al suelo, sino en las eternas, en las que no se ven, pero que cuando nos aferramos a ellas, nos levantan".
De la misma manera en que Moisés se mantuvo en el desierto "como viendo al invisible" (Heb.11:27), igualmente nosotros debemos aprender a vivir esta vida, llena de aflicciones, haciendo realidad en nuestro día a día Su Palabra, Su victoria en la cruz, pues de esa manera vamos experimentando una transformación espiritual de adentro hacia afuera.
Como conclusión, recordemos las palabras que Santiago nos escribe: "Mas sean hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándose a ustedes mismos" (Santiago 1:22)
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