GRAN CIRCO GRAN
CAPITULO UNO
Era un soleado día en Ovejilandia y la vida parecía transcurrir como todos los días en la "nueva normalidad". El zancudo Malulón seguía picando a las ovejas, no importando cuantas dosis del jarabe experimental habían recibido, los contagios continuaban, pero ya a nadie le importaba. La vida continuaba en completo desorden y con más polarización entre las ovejas blancas y las negras. En ese estado de cosas, al rey saliente (el de patitas cortas) se le ocurrió contratar un circo que llegó a la comarca, para delicia de las ovejas.
Pero no era un circo común y corriente, estaba compuesto
sólo por payasos y cobraban muy caro. Eso sí, eran muy buenos diciendo payasadas y
en cada función mostraban su creatividad, diciendo cosas tan delirantes,
descabelladas y graciosas que el público no sabía si reír o llorar.
CAPITULO DOS
Al ver el éxito que habían tenido en Ovejilandia, unido a que los medios de comunicación como el "Oveja Tribune" y el canal de televisión "The Net" les dieron gran cobertura, los payasos se sintieron como celebridades y llegaron a pensar que podían transformar todo el reino en un gran circo, por lo que comenzaron a tratar de imponer sus bromas y chistes como una nueva forma de vida en la comarca.
CAPITULO TRES
Pero para la oveja salmón Catpama, los chistes de los payasos no le parecían tan graciosos, y más bien veía con tristeza que pocas ovejas se daban cuenta del peligro de desintegración en que se encontraba Ovejilandia. Pero la gran mayoría de las ovejas estaban embelesadas con las payasadas del circo.
CAPITULO CUATRO
Sin embargo, con el pasar de las semanas, lo que en un principio era sólo
alegría, se fue tornando en escepticismo y ahora muchas ovejas comenzaron a darse cuenta que los payasos ya no
resultaban tan graciosos, pues sus payasadas representaban un claro peligro para la estabilidad y el estilo de vida del reino. Y algunas ovejas, las más ancianas, comenzaron a cansarse de la situación y tímidamente empezaron a hacer sentir su malestar.
CAPITULO CINCO
Era ya de noche en Ovejilandia, y mientras la oveja Catpama miraba desde el collado a su amada comarca, y lloraba al ver como el peligro del sistema circense se cernía como una sombra sobre su amado reino, observó que a lo lejos se encendió una luz, y luego otra, y otra más, hasta convertirse en un mar de luces y Catpama entendió que las ovejas salmón habían despertado y quizás ahora era el momento de desarmar el circo y despedir a los payasos. Al parecer, todavía había esperanza para Ovejilandia.
Este cuento continuará.
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