DERRIBADOS, PERO NO DESTRUIDOS
A veces pareciera que la vida es un camino cuesta arriba y lleno de problemas. Cuando se soluciona uno, aparece otro más complicado. Se ora a Dios por milagros, y nada pasa. Finalmente, muchas personas se agotan y comienzan a experimentar que su fe también se va desgastando. Se intenta leer la Biblia, y pareciera que no hace mella. Ni siquiera este conocido verso, hace alguna diferencia: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. (2 Corintios 4:7-10)
LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y LOS GRANOS DE CAFE
En cierta ocasión, una mujer cristiana se sentía agotada, se percibía luchando sola, sin fe y sin fuerzas para continuar. En esa condición llegó donde su madre, y comenzó a contarle lo terrible que era su vida, mientras ella cocinaba.
Y cuando su hija lloraba y se desahogaba, lamentándose de lo injusta que era la vida, y que parecía que Dios no oía sus oraciones, ella llenó tres ollas pequeñas con agua y las puso a hervir, no sin antes poner una zanahoria en la primera, un huevo en la segunda y en la tercera olla puso unos granos de café.
Luego de unos minutos de escucharla atentamente, la madre abrazó a la hija y le dijo que se acercara a las ollas. Le preguntó, ¿Qué ves en la primera? Ella respondió - una zanahoria. Ahora tócala con mucho cuidado - le dijo. Al hacerlo, ella dijo - está blanda. Luego le pidió que hiciera lo mismo con la otra olla, por tanto tomó el huevo, rompió la cáscara y se dio cuenta que estaba duro. Por último le pidió que probara el café, al hacerlo, respondió - está delicioso.
Intrigada y un tanto decepcionada, la hija le dice a su mamá: -¿Qué significa todo esto? ¿Vengo a contarte lo dolorosa que está siendo mi vida llena de problemas y me sales con esto?- Su madre le dijo: Hija, si te das cuenta, la zanahoria, el huevo y los granos de café, enfrentaron la misma adversidad; el agua hirviendo, pero los tres respondieron de manera distinta. La zanahoria llegó al agua, fuerte, dura; pero luego de pasar por el agua caliente se puso débil, y ahora fácilmente se la podía moler. En cambio, el huevo llegó al agua débil, fácilmente quebrable, pero después de pasar por el agua que echaba borbotones, su interior se había endurecido. En cambio los granos de café, que eran pequeños, no sólo pasaron por el agua hirviendo, sino que la cambiaron totalmente.
En ese momento su madre le pregunto: -Hija, ¿Cuál de estos tres eres tú?
¿CUÁL ERES TÚ?
Si nos damos cuenta, la zanahoria parece fuerte - al igual que muchos cristianos - pero cuando llega la adversidad, muestran lo débil que son interiormente, pues su fe es meramente teórica. El huevo parece frágil, pero en la crisis se vuelve duro, insensible. Y eso ocurre con muchas personas que en la prueba, se vuelven amargados, orgullosos, resentidos, rencorosos y enjuiciadores. En cambio, los granos de café que no opusieron resistencia, y abrazaron el dolor, sucedió que aquello que le causaba dolor, se transformó en algo deleitoso finalmente.
Los cristianos debiéramos ser como esos granos de café, que no importando cuan dolorosos sean los problemas por los que debemos atravesar -la vida de Jesús que mora en nosotros - debiera hacer la diferencia y Su aroma - al igual que el café - debiera olerse en todo momento.
Por eso la Biblia dice: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la MUERTE DE JESUS, para que también la VIDA DE JESUS se manifieste en nuestros cuerpos. (2 Corintios 4:7-10)
Es en las crisis, donde debiera verse ese tesoro que está en nuestro interior, y por ello Dios permite las tribulaciones, para enseñarnos a no estar angustiados. Permite que estemos en apuros, para adiestrarnos a no desesperarnos. Nos persiguen de muchas maneras; ya sea hablando mal de nosotros y desprestigiándonos para que experimentemos que no estamos desamparados e incluso podemos ser derribados, pero jamás seremos destruidos, porque Dios nos está enseñando a no enfocar en la muerte, sino en la vida de Jesús que mora en nosotros. Al igual que los granos de café, debemos aprender a no enfocamos en el agua hirviendo, sino en el propósito de ella, que finalmente es el aroma de un delicioso café.
En medio de las pruebas, ¿Qué eres tú? ¿Una zanahoria, un huevo o granos de café?
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