LA ENORME DIFERENCIA ENTRE LA RELIGIÓN Y LA EXPERIENCIA CON DIOS

La historia de Job nos revela la enorme diferencia que hay entre el que vive la cómoda vida religiosa, y la de alguien que ha experimentado en su ser, la realidad de Dios.


El Antiguo Testamento nos relata, en el libro que lleva su nombre, aspectos de su vida que nos permite conocerlo. El primer capítulo nos muestra la vida tranquila y opulenta que lleva Job, en medio de su riqueza, y destacando lo justo que era ante Dios. (Job 1:1) Así mismo vemos su devoción fiel al cumplimiento de los ritos religiosos. (Job 1:5) 

También nos relata el punto de inflexión en la vida de este patriarca. Nos cuenta, cómo de un día para otro, perdió todo lo que tenía; su familia, riquezas y posesiones. Sin embargo, y a pesar de esta tragedia perpetrada por Satanás - con el permiso de Dios - Job se mantiene erguido y señalando estoicamente: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (Job 1:21,22). Al leer sus palabras, uno no puede más que sentir admiración por la fortaleza de este hombre de Dios. 

Pero Satanás no se detuvo allí, en el capítulo dos vemos como siguió atacando sus puntos débiles, y esta vez su salud se vio seriamente comprometida. Una sarna maligna invadió todo su cuerpo, y su dolor y sufrimiento eran insoportables, sin embargo - y contra toda lógica - aún se mantenía firme en su fe, como un roble. Con todo, esa misma fuerza no la compartía su esposa, al contrario, la Palabra nos muestra un ejemplo de su actitud al ver la tragedia que estaban viviendo: "Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó con sus labios" (Job 2:9,10). Al escuchar la respuesta de Job, de nuevo sentimos una gran admiración por este hombre inquebrantable. 

Pero parece que todo era cuestión de tiempo, pues a partir del capítulo tres, todo cambia. Nuestro héroe se nos desmorona, y se nos cae del pedestal de la fe y de la fortaleza espiritual. Es desde este punto, que comenzamos a conocer a Job, el hombre que es en realidad. 

 JOB SE DESPLOMA

Del capítulo tres en adelante, Job se derrumba. Cae en una profunda depresión y en una crisis de fe sin precedente. El dolor lo hace mirarse dentro, y comienza  a darse cuenta que su fe y su relación con Dios, no son tan grandes y fuertes como pensaba, o como lo decía a los demás. Y es que Job chocó de frente con la soberanía de Dios, y el dolor y el sufrimiento lo desnudaron. 

Los amigos que supuestamente llegan para consolarle, Elifaz, Bildad y Zofar, lo único que hacen en realidad es enjuiciarlo. Job se rompe en pedazos. Se hunde en una profunda crisis de fe; maldice el día en que nació. (Job 3:1) Cuestiona a Dios (Job 6:19,20) Duda de Sus propósitos (Job 10: 8,9) Se revela contra Dios (Job 13:24,25 - Cap.16 - Cap. 24) y un largo etc.

Seguramente Job había escuchado o hasta había disertado acerca de la soberanía de Dios, pero ahora la estaba experimentando en carne propia, y toda la teoría bienintencionada se hacía trizas. Conoció de cerca el rostro de la tragedia, al enfrentar de la muerte de todos sus amados hijos, enfermar gravemente, y sentir a Dios muy lejos de él. Mediante esa profunda devastación exterior e interior, donde seguramente pasó noches sin dormir, acosado por el dolor físico y la tortura emocional, todas sus creencias y paradigmas fueron removidos. 

De allí en adelante, Job nunca volvería a ser el mismo, pues ahora estaba en manos del Alfarero, quien comenzaba el proceso de transformación que lo llevaría a la restauración total. 

DIOS RESTAURA A JOB

Dios permitió el dolor y la tragedia en la vida de Job, para despertarlo de la ilusión de pensar que su bienestar y comodidad, era la prueba de su gran relación con Él. En realidad, Job era sólo un hombre religioso que no conocía a Dios, y eso él lo dice con sus propias palabras al final de libro, mostrando que antes de experimentar el sufrimiento  sólo conocía algo de Dios, pero que después de pasar por el horno de la aflicción, logró tener una experiencia con Él que lo transformó por completo, y por eso él dice: "De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven" (Job 42:5)

Y es que Dios en Su soberanía, usa el dolor para para quebrantarnos y así hablarnos profundamente, para cambiar nuestros paradigmas religiosos, de manera que le conozcamos por experiencia, y no sólo mediante la teoría teológica.

Desgraciadamente, en muchos círculos cristianos existe la falsa idea que un creyente comprometido con la iglesia, no puede sufrir, no le puede ir mal o incluso enfermar, y que si todo eso sucede, es señal que Dios no está allí. Sin embargo, la propia Palabra echa por tierra ese endeble argumento, al presentar una cantidad enorme de personajes bíblicos que sufrieron mucho cumpliendo la voluntad de Dios, partiendo por nuestro Señor Jesús.

La mayoría de las oraciones que los creyentes hacen son para evitar el dolor, ("Señor protégeme a mí y mi familia, que nada malos nos pase, sananos ahora, haz milagros, cúbrenos con tu sangre, etc.) sin entender que no hay que oponer resistencia a lo que Dios permite, sino más bien hay que preguntarle: "Señor, ¿Qué me estás queriendo decir?". Por eso el dolor se abraza como a un maestro, no se le rechaza, pues ha sido permitido por Dios para que maduremos, y le conozcamos por experiencia,  desechando el espejismo de creer que se puede conocer a Dios por la mera emoción o la religión. 

Dios desea que nuestra vida con Él sea una experiencia diaria, como la que tuvieron los primeros discípulos y no mera teoría cristiana. Dios busca cristianos transformados, no meramente creyentes cristianizados.

»Lo que antes sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos te han visto,
Y he llegado a conocerte. (Job 42:5) Versión de la Biblia Traducción Lenguaje actual

Si está atravesando un tiempo de prueba, no lo rechace y escuche lo que Dios está tratando de hablarle, de manera que pueda decir al final, parafraseando a Job: "aunque fui un cristiano bien intencionado por años, y que llegué a pensar que te conocía, después que sobrevino la tragedia en mi vida y el dolor destrozó mis paradigmas religiosos, hoy te doy gracias por todo aquello, pues ahora MIS OJOS TE VEN". 

Resumen charlas en Cristianos Anónimos.





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