DE ENEMIGOS A DISCÍPULOS
Durante su ministerio en la tierra, el Señor Jesús eligió a doce personas a las que entrenó por tres años, para luego enviarlos con la misión de compartir la buena noticia de salvación a todo el mundo. Para la elección de esos doce, Jesús pasó toda una noche orando, dejando en evidencia la importancia de esa decisión. Cuando los llamó al día siguiente, a simple vista pareció que Jesús cometió un tremendo error pues en su lista había dos enemigos políticos acérrimos: un zelote y un publicano. Lo que hoy podríamos decir, uno de derecha (el publicano) y el otro de izquierda (el cananista o zelote). Y esto fue notorio, pues Mateo resalta ese detalle, cuando escribió la lista de esos doce:
"Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, MATEO EL PUBLICANO, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, SIMON EL CANANISTA, y Judas Iscariote, el que también le entregó". (Mateo 10:2-4)
En tiempos de Jesús, no existían los partidos políticos como los conocemos hoy, no obstante se vivía una situación política opresiva, dado que Judea había sido conquistada por la fuerza, y estaba sometida políticamente bajo el imperio romano. Y como siempre ha sucedido en el curso de la historia, algunos oportunistas se acomodaban a esa situación por una cuestión de conveniencia económica, haciendo la vista gorda a los atropellos que sufría la gente de su nación. Otros en cambio, rechazaban categóricamente al invasor romano, y luchaban por la libertad de su nación a toda costa, incluyendo la lucha armada.
MATEO EL PUBLICANO
Mateo era un Publicano, es decir era un cobrador de impuestos que trabajaba para los romanos, y todo publicano era considerado un traidor a la patria y un ladrón pues se enriquecía a costa del dolor de los de su propia nación. Como el modelo impositivo que aplicó Roma consistía en exigir a cada Publicano una cierta cantidad de dinero por el cobro de los impuestos, todo lo demás que cobraba era ganancia que entraba directamente a sus bolsillos. Si a eso le sumamos que contaban como aliado al corrupto aparato opresor romano, los publicanos se enriquecían a costa de los de su propia nación, por tanto eran odiados y despreciados. Y esto se reflejaba al no dejarlos participar de la sinagoga, porque se les consideraba ceremonialmente impuros al estar en contacto con extranjeros.
SIMON EL CANANISTA O ZELOTE
Simón era un cananista (arameo) o zelote (griego). Ambos términos son sinónimos y significan "celoso". Simón pertenecía a un grupo ultranacionalista que se caracterizaba por su celo a Jehová, que rayaba en el extremismo religioso al pretender, incluso mediante la violencia, imponer que el pueblo retornase a la pura Ley de Moisés. Además, mediante las armas y las revueltas organizadas buscaban la liberación del yugo romano.
JESÚS
Humanamente hablando, la elección de esos dos no era buena idea. Tenerlos en el mismo grupo, teniendo en cuenta que tenían posiciones de vida tan opuestas, sólo podía asegurar problemas. No obstante, el Señor Jesús los eligió.
En nuestro mundo politizado, muchos tratan de cazar algunas expresiones de Jesús intentando justificar sus posturas políticas, tanto de izquierda como de derecha, para decir que el Señor apoyaba su causa. Pero ese típico oportunismo político actual, no es cierto a la luz de la Biblia.
Si eso hubiese sido cierto, Jesús se hubiera alineado a favor de la causa de los "cananistas o zelotes", quienes luchaban por un motivo justo como era la libertad de su nación. Por otro lado, también resulta notorio que no rechazara a los "publicanos", que representaban la injusticia y la explotación. ¿Por qué? ¿Acaso Jesús no se daba cuenta del sufrimiento de ese pueblo subyugado a uno de los imperios más sanguinarios de la historia? ¿Es que no le interesaba el dolor de las injusticias que el pueblo padecía? ¿No le parecía obsceno que los publicanos se enriquecían mediante el dolor de los pobres?
Las respuestas a estas interrogantes las encontramos cuando entendemos verdaderamente Su misión en la tierra, y abandonamos nuestras ideas políticas humanas y nos sumergimos en la manera en que el Señor estableció el evangelio desde el comienzo. Él comenzó su ministerio con estas palabras: "Arrepiéntanse porque el reino de los cielos ha llegado" (Mateo 4:17)
ARREPIENTANSE
Después de haber sido parte del sistema religioso por mucho tiempo, me he dado cuenta que la palabra "arrepentimiento" no se entiende realmente. Para muchos significa "sentir pesar por las malas obras realizadas", "golpearse el pecho" o incluso algunos atisban algo de su significado, que es un cambio de manera de vivir (cambio de dirección), pero sin transformaciones interiores significativas. Pues todo lo traducen en la asistencia regular a alguna iglesia, pero interiormente siguen con los mismos patrones erróneos de pensamiento, los mismos temores, las mismas inseguridades, etc. Por eso, el significado de la palabra "arrepentimiento", es mucho más profundo.
El término arrepentimiento, proviene del griego "matanoia" que significa un cambio radical de manera de pensar y vivir. Esto implica una reingeniería total de toda la arquitectura mental, un cambio de paradigma y de cosmovisión, donde se precisa entender que el "reino de los cielos" no se parece en nada a lo que hay en la tierra, pues la ley fundamental de ese reino es el amor y su Carta Magna es el Sermón del Monte.
Para vivir de acuerdo a ese reino aquí en la tierra, se necesita una transformación de adentro hacia afuera, una verdadera metamorfosis, un antes y un después, un nuevo nacimiento donde ya no se vive en temor sino en amor. Pablo expresa ese cambio interior profundo cuando dice: "Transfórmense por la renovación de su entendimiento para que comprueben la buena voluntad de Dios agradable y perfecta" (Rom.12:2). Y esa transformación o metamorfosis, sólo puede producirla el amor de Dios en nuestros corazones, que es un amor muy distinto al mejor amor humano, pues es fruto del Espíritu. (Gal.5:22,23)
Para producir este tipo de amor (ágape), es necesario vivir conectados a la Vid Verdadera (no a la falsa) todos los días, pues nuestro Señor claramente dijo: "separados de mí, nada pueden hacer" (Juan 15:5). Este proceso diario, implica la muerte de la vieja naturaleza o ego obedeciendo el mandato del Rey del Reino cuando dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Luc.9:23). El cristianismo por tanto, no es mero conocimiento bíblico, es experiencia sobrenatural.
LOS ENEMIGOS, AHORA HERMANOS
Mateo el publicano y Simón el zelote, entendieron y vivieron el arrepentimiento y fueron transformados por el amor de Jesús, pudiendo llegar a deponer sus ideologías, para ser sus apóstoles, sus enviados a propagar el mensaje transformador del evangelio. De la misma forma, Dios quiere que nosotros seamos transformados de adentro hacia afuera, dejando nuestra inútiles ideologías humanas.
Hoy día la iglesia cristianiza, informa acerca de lo que la Biblia dice, pero no transforma a las personas, pues eso sólo lo hace Jesús mediante una relación de amor transformadora de adentro hacia afuera.
Mateo el publicano y Simón el cananista, experimentaron la transformación interior que Sólo Su amor puede hacer posible. Ellos vivieron lo que Juan dice: "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?" (1 Juan 4:20).
Cómo cristianos debemos preguntarnos: ¿estoy viviendo ese mismo tipo de amor transformador?
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