LA BIBLIA Y LA NEUROCIENCIA
En general, las personas tienden a adjudicar su desgracia, sus problemas y estados de ánimo a factores externos a ellos, sin tener ninguna responsabilidad. Y en el mundo cristiano, no es diferente pues se tiende a culpar a satanás, como causante de todos sus males. Estas personas tienden a pensar que todas sus emociones y actitudes son automáticas y nada pueden hacer para modificarlas, y por supuesto, siempre es más fácil culpar a los demás o a las circunstancias.
Dios nos dice en su Palabra: "Mi pueblo perece por falta de conocimiento" (Oseas 4:6). Por eso, es necesario entender que la Biblia no es un libro religioso, sino que es el corazón de nuestro Padre amoroso, mostrándonos como vivir la preciosa vida que no ha dado.
La Biblia nos muestra que nosotros no tenemos porqué vivir esclavizados a nuestras emociones, pensamientos y estados de ánimos negativos. Y esto es exactamente lo que la Neurociencia está demostrando.
¿Qué es la Neurociencia? En términos muy simples, es el estudio del sistema nervioso que está compuesto por el cerebro, la médula espinal y las redes de neuronales. Y su objetivo es comprender como funciona el sistema nervioso para producir y regular las emociones, pensamientos, conductas y funciones corporales básicas.
En el libro de Proverbios, Dios nos dice: "porque como piensa dentro de sí, así es él" (Prov.23:7). Es decir, nos convertimos en lo que pasamos pensando todo el día. Por otro lado, el apóstol Pablo nos dice: "Transfórmense por la renovación de su mente, para que sepan discernir la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta" (Rom.12:2) Como vemos, si nos decimos cristianos, tenemos mucha responsabilidad en la manera que pensamos, sentimos, decidimos y vivimos donde el desafío es la transformación.
Como creyentes, debemos tomar consciencia que lo que la Neurociencia está descubriendo hoy, ha estado escrito desde hace miles de años en la Biblia. Sin embargo, tristemente no ha servido de mucho, pues la iglesia ha encasillado la Biblia al ámbito religioso, y ha anulado todo aquello que tiene que ver con la manera en que articulamos el comportamiento de adentro hacia afuera, donde la manera en que pensamos tiene enorme relevancia.
Tristemente se nos ha enseñado, que los cambios en nuestra vida vienen por orar, ayunar o que alguien "con una unción especial" ore por nosotros (y si nos vamos al suelo, mucho mejor), sin entender que Dios nos ha dejado Su Palabra para que seamos nosotros quienes trabajemos, poniendo en práctica Sus principios de vida, de manera que articulemos nuevos comportamientos. Ha tenido que venir la Neurociencia, para decirnos: "aprendan a leer la Biblia y aplíquenla realmente a sus vidas".
ABRAHAM Y LA NEUROCIENCIA
Un buen ejemplo bíblico es Abraham a quien Dios le enseñó a cambiar su mente, aunque sus circunstancias externas parecían imposibles. (Gen.15)
El relato nos muestra a un anciano pagano que tenía una esposa estéril, al que Dios le promete un hijo, y una gran descendencia con la que formarían una nación. Y Dios le dice algo muy simple: "Ahora mira el cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia"(Gén.15:5)
A través de este mandato, Dios le enseño a Abraham a cambiar su arquitectura mental, mientras éste cada noche miraba las estrellas y trataba de contarlas, imaginando como sería su descendencia. Este ejercicio lo hizo cada noche por años, y mientras más practicaba, más real se iba convirtiendo esa promesa, pues las carreteras neuronales de su cerebro iban cambiando y al mismo tiempo, su amor por Dios iba creciendo al punto que cuando le pide ese hijo para sacrificarlo, Abraham no lo duda, pues su corazón y su mente habían sido transformados. (Rom.12:2)
Fue tal su transformación neuronal, que Pablo nos dice en Romanos 4: "Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó por incredulidad de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia" (Rom.4:18-22)
Si se da cuenta, la fe no crece por arte de magia, sino por la práctica diaria de creerle a Dios y mantener una relación basada en el amor. Por eso es que Abraham practicó noche a noche el creer contra toda esperanza, no se debilitó en la fe al considerar sus circunstancias, no dudó de Dios pues le conocía y su fe obró por el amor (Gal.5:6). Todo este ejercicio diario, cambió la mente de este anciano, pues le creyó a Dios.
Dios no hizo magia con Abraham, le enseñó a trabajar su cerebro, modificando sus pensamientos, sus emociones, sus estados de ánimo y su forma de vivir. De un viejito pagano e imperfecto, Dios transformó su manera de pensar para convertirlo en el padre de fe.
Por tanto, nuestro desafío diario no es sólo creer en Dios en el modo religioso, sino creerle y practicar sus principios de vida.
Resumen de las charlas de Cristianos Anónimos.
Comentarios
Publicar un comentario