LA BIBLIA Y LA NEUROCIENCIA (Segunda Parte)

 Es muy interesante el darnos cuenta que lo que la Neurociencia está demostrando, comprueba totalmente lo que la Biblia dice. El problemas nuestro, es que hemos recluido la Palabra al ámbito religioso, privándonos de vivir como Dios ha diseñado. 


Dios nos creó como seres tripartitos e integrados: espíritu, alma y cuerpo. Por lo tanto, lo que le pase a uno, influirá en los otros.

En palabras simples, en el alma se aloja toda nuestra actividad intelectual, donde el cerebro es el centro de mando. Por lo tanto, los pensamientos recurrentes por los cuales vivimos, afectarán nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Por eso es que existen las llamadas enfermedades "psicosomáticas", es decir, los habituales pensamientos de preocupación, temor, ansiedad, y negatividad a la larga atacarán nuestro cuerpo, enfermándolo, que finalmente afectarán nuestra vida espiritual. Por ello es frecuente oír que personas van al médico, pues tienen dolencias corporales, no obstante el facultativo les dice que "no tienen nada malo físicamente", y esto es debido a que el problema está en los patrones erróneos de pensamientos. Recordemos que nos convertimos en lo que pensamos todo el día, por eso la Biblia dice: "Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov.23:7) 

Debemos darnos cuenta que muchas veces oramos mal, pidiendo a Dios que sane alguna enfermedad, cuando el problema fundamental no está en el organismo, sino dentro de la mente. Quizás por ello fue que el Señor le dijo al hombre paralítico que sanó en el estanque de Betesda, una vez que lo halló en el templo: "Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor" (Juan 5:14). Dado que el hombre era paralítico, y estaba en esa condición por treinta y ocho años (Juan 5:5), no podía cometer los típicos pecados de la carne, no obstante su mente podía estar llena de pensamientos tóxicos de depresión, victimización y cargados de amargura que sin duda, podían enfermarlo de nuevo. Así de poderosa es nuestra mente y en lo que elegimos pensar. Por eso Dios le dijo al pueblo en el Antiguo Testamento: "Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra por testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!" (Deut.30:19) 

Debemos entender que nosotros elegimos cada día como vivir, eso dice el Señor. Y también que nuestro comportamiento es generado por los pensamientos de nuestra mente. Es decir, nuestras emociones vienen de "adentro", no de "afuera". Esto es importante de entender, pues muchas veces culpamos a las circunstancias dolorosas, a los problemas con personas de nuestras reacciones, cuando en realidad somos nosotros los que creamos esos estados de ánimo. Debemos tomar la responsabilidad de entender que nosotros decidimos como vamos a vivir, si obedeciendo a Dios o a nuestra carne.

EL PERRO

Para un mejor entendimiento, permítame un ejemplo: Imagine que van dos personas caminando y de pronto aparece un gran perro frente a ellos. La primera se llena de temor al verlo, le palpita el corazón, quiere huir y su rostro se desencaja. La otra por el contrario, sonríe y se acerca al perro para acariciarlo. ¿A qué se debe esta diferencia?  Ambas personas están viendo el mismo perro, pero la gran diferencia está en la interpretación viene de "adentro", de las experiencias previas que estas personas han tenido.

Una fue mordida por un perro similar cuando pequeña, y la otra se crío con perros desde su infancia, por lo que tiene una especial relación con ellos. Cada uno interpreta la misma situación de manera totalmente distinta, porque esa interpretación no tiene nada que ver con la circunstancia (lo de afuera), sino con lo que pensamos de ella (lo de adentro). Todo ocurre, sin darnos cuenta, dentro del cerebro. Esto nos enseña que ninguna circunstancia es dueña de nuestras emociones y que por tanto podemos cambiarlas si tomamos conciencia de este hecho. 

Es por ello que vemos personas, incluso muchos cristianos, que se hunden en los problemas y se quedan pegados en el pasado, sin avanzar. En cambio otros batallan contra las adversidades y tienen  una actitud vencedora de fe activa. Todo se trata de la mente y la manera en que aprendemos a pensar. Por ello, cuando Jesús comienza su ministerio en la tierra, comenzó diciendo: “arrepiéntanse porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). La palabra “arrepentimiento”, proviene del vocablo griego “metanoia”, que significa “cambio radical de manera de pensar”. Arrepentimiento no es golpearse el pecho o sentir remordimiento, sino la decisión radical de cambiar patrones mentales, construir nuevas carreteras neuronales y para eso, la Biblia nos otorga un arsenal de elementos para construirlas. Permítame un sólo verso: "...concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza (Fil.4:8)
 
Por lo tanto, el hecho que una persona se rinda frente a un problema o reto, mientras que otra se mantiene firme, se debe a la interpretación distinta que su cerebro ha aprendido a hacer de los hechos. El desafío, es entonces, cambiar aquellos patrones de pensamiento que nos llevan a hacer interpretaciones que nos hunden en el negativismo e incredulidad sin esperanza. Y es aquí, que como cristianos, debemos aprender a practicar la fe, que es "llamar a las cosas que no son como si fuesen" (Rom.4:17). En otras palabras, es tomar la decisión de cambiar los patrones mentales negativos y darnos cuenta que el problema no es la situación o la persona, sino nuestra errónea manera de interpretar los hechos. Esto es verdadero arrepentimiento.

NEUROCIENCIA, EMOCIONES  Y LA BIBLIA

Como cristianos, perdemos de vista que Dios nos creó con un cerebro maravillo y que nosotros tenemos la responsabilidad de su uso. Pensamos que no tenemos responsabilidad en lo que pensamos, vivimos o sentimos y nos pasamos la vida orando por milagros que nunca llegan, pues estamos pidiendo mal.
Nosotros somos responsables de las emociones que sentimos.

Hoy la Neurociencia ha podido observar como cada pensamiento en nuestro cerebro, desencadena respuestas químicas que nos hacen sentir amor, felicidad, paz o por el contrario, el miedo, la rabia o amargura.

Y es que Dios nos diseñó para vivir en amor y no en temor. Por eso es que cuando experimentamos la contemplación de un paisaje hermoso, o escuchamos música hermosa, o palabras de aliento o estamos con la persona amada, experimentamos placer y una sensación de plenitud y nos sentimos bien. Y eso sucede porque nuestro cerebro está liberando hormonas del bienestar, como son la dopamina, serotonina, oxitocina. Estos químicos en nuestro sistema nos hacen sentir plenos.

En cambio, cuando estamos atravesando problemas, o vemos una película que nos trauma, o escuchamos música desagradable o conversamos con personas tóxicas, o tenemos problemas de relaciones, nos sentimos mal. Eso es porque nuestro cerebro segrega adrenalina y cortisol que nos preparan para una pelea o una huida, pero como nada de eso ocurre, nuestro cuerpo experimenta emociones negativas que nos agotan y perdemos todo entusiasmo. Pero puede ocurrir que esas emociones sean tan fuertes que dominan nuestro comportamiento y somos incapaces de pensar racionalmente. En esos momentos, nuestras emociones han secuestrado nuestro cerebro y actuamos irracionalmente gobernados por la rabia, el enojo, el odio. 

Como vemos, nuestras emociones juegan un papel muy importante en la forma en que experimentamos el mundo. Debemos tomar conciencia que Dios nos ha dado un cerebro que está programado para identificar amenazas o situaciones desagradables, como para identificar lo que nos da equilibrio y nos recompensa. Cuando detecta alguna de ellas, la zona sensorial de nuestro cerebro nos alerta a través de mensajes químicos, que dan forma a las emociones y que viajan a través del sistema nervioso por todo nuestro cuerpo.

Por lo tanto, el entender y controlar nuestras emociones a través de nuestros pensamientos y comportamientos, pueden ayudarnos a tener un mayor control de nuestro cerebro y conseguir que realmente nos alineemos con lo que Dios nos dice en su Palabra. Por eso Pablo dice: “transformen su manera de pensar para que comprueben cual sea la buena voluntad de Dios agradable  y perfecta” (Romanos 12:2)

La culminación de este tema será en la próxima publicación. Esto es un resumen de las charlas en Cristianos Anónimos.










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