LA REVOLUCIÓN INTERIOR

León Tolstoi (1828-1910) fue un cristiano ruso, considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mundial. Entre sus obras más conocidas están: "La Guerra y la Paz", "Ana Karenina" y "La muerte de Iván Ilich".  



También escribió el libro "El Reino de Dios está en vosotros", basado en el Sermón de la Montaña, donde abarca sus ideas sobre la "no violencia activa" y que tuvieron un profundo impacto en Gandhi y Martin Luther King.

Pero hay una frase suya que me llama profundamente la atención y es la siguiente: "La única revolución válida es la que uno inicia en su interior". Y aunque no comparto todas las ideas que Tolstoi tenía del cristianismo - pero siguiendo el consejo de Pablo; "lo examino todo, retengo lo bueno y desecho lo malo" (1 Tes.5:21) -  y dándome cuenta del contexto histórico en que Tolstoi escribe, que es una época convulsionada, con revueltas, hambre, guerras y caos, y donde la iglesia en general callaba, Tolstoi se posiciona lejos de la iglesia institucional, sea esta evangélica, católica u ortodoxa y opta por un cristianismo simple, que es el que está relatado en las Escrituras y a partir de allí elabora su propia visión cristiana, que plasma en todas sus obras.

REVOLUCIÓN SILENCIOSA

Tolstoi llega a la conclusión que la única y única revolución válida es la uno mismo inicia en su interior. Y esa revolución comienza cuando la persona cuestiona su religiosidad y comienza a tomar en serio las palabras y a la persona de Jesús.  

Permítame un ejemplo: Jesús dijo en Mateo 4:17: "arrepiéntanse porque el reino de los cielos ha llegado". Este es un verso que en la iglesia lo hemos escuchado hasta la saciedad, y por haberlo escuchado tantas veces, creemos que lo vivimos, cuando en realidad no es así.

Cuando Jesús dice "arrepiéntanse porque el reino de los cielos ha llegado", está diciendo que toda persona que quiera entrar en ese reino deberá "cambiar radicalmente su manera de pensar", pues eso es lo que significa la palabra arrepentimiento en el griego; un cambio total de manera de pensar que le otorgará una nueva forma de vivir. No obstante, como nos hemos acomodado a la religión, pensamos que el arrepentimiento es algo rutinario, que debemos hacer cada vez que oramos, porque se nos ha enseñado que debemos "arrepentirnos de nuestros pecados y pedir perdón". El problema es que cada día hacemos lo mismo, repitiendo el ritual, y pensando que de esa manera cumplimos con Dios y "somos buenos cristianos". 
 
No alcanzamos a darnos cuenta que lo que realmente el Señor dice como Rey, es que Él está inaugurando su reinado espiritual en esta tierra, señalando claramente que para poder ser su súbdito, la persona debe estar dispuesta a pagar el precio que implica un cambio radical de manera de pensar y vivir. Para entender mejor lo que esto significa - y guardando todas las diferencias - imagine que usted se va a vivir a otro país, que tiene otro idioma, otra cultura con hábitos y costumbres muy distintos a los de su patria. Entonces, para que usted pueda entrar a vivir a esa nueva nación, usted deberá "arrepentirse", es decir, usted tendrá que cambiar radicalmente la manera en que pensaba y vivía en su país de origen. Deberá aprender a hablar y escribir en un nuevo idioma, muy distinto al suyo, tendrá que incorporar otros horarios, acostumbrarse a otro clima, otros paisajes, otros alimentos, hábitos y costumbres. Es decir, tendrá que "nacer de nuevo" para vivir en este nuevo país. 

De la misma manera, si vamos a vivir como súbditos en Reino de los Cielos aquí en la tierra, debemos entender que ya no podemos seguir viviendo de la misma forma en que solíamos hacerlo, pues Jesús ha comenzado una "revolución en nuestro interior", donde la ley principal de ese Reino es el amor que contrasta totalmente con nuestro innato egoísmo. Además, debemos incorporar la obediencia y la dependencia a nuestro Rey, que van en contra de nuestra desobediencia e independencia natural. Y por si eso fuera poco, debemos practicar deliberadamente el morir todos los días a nuestra antigua manera de vivir, pues uno de los mandatos de nuestro Rey, es el siguiente; "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Luc.9:23). Esto significa, que cada día debemos crucificar nuestro ego o vieja naturaleza, y practicar caminar con Él, como estilo de vida. ¿Se da cuenta? Esto no tiene nada que ver con una religión cristianizada y hecha a nuestra medida, sino con una revolución interior, que nos saca de la zona de confort y nos lleva a conocer a Dios y su amor incondicional.

Resumen de los temas tratados en "Cristianos Anónimos"
c.a.cristianos.anonimos@gmail.com

 

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