¿CRISTIANOS TERMÓMETROS O TERMOSTATOS?
Así como el termómetro sólo miden la temperatura ambiente y el termostato la modifica - es decir, si está muy frío, produce calor y viceversa - así también existen los creyentes termómetros y los termostatos.
EL CREYENTE TERMÓMETRO
El creyente termómetro, es aquel que vive de acuerdo a la "temperatura" de las circunstancias que le rodean. Si son buenas, él señala: "Dios es maravilloso y me ama". Por otro lado, si los acontecimientos de la vida son complicados, duros, difíciles, él dice: "¿Por qué Dios permite esto en mi vida? ¿Qué he hecho para merecer este castigo? ¿Cómo quieres que tenga ganas de orar y darte gracias, en medio de tanta adversidad?" y se va alejando del Padre, llenándose de amargura, resentimiento, falta de perdón y se va secando espiritualmente. Sin darse cuenta que con esa actitud tan egocéntrica, lo único que están logrando, es apagar y contristar al Espíritu Santo, que mora en él y quien es el único que puede guiarle a toda verdad. Y este suicidio espiritual se debe a que la persona - no importando que tenga mucho o nulo conocimiento bíblico - trágicamente no conoce al Dios de la Biblia, sólo tiene religión y por eso no se da cuenta, que el Padre está usando el dolor, como maestro, para guiarlo a la Verdad y a Su Amor.
EL CREYENTE TERMOSTATO
En cambio, el cristiano termostato, es aquel que NO vive quejándose de las circunstancias que le rodean, pues sabe que si el Dios Soberano las está permitiendo es por varias razones, entre ellas: que la persona se conozca a sí misma, evalúe su fe y su amor al Señor y finalmente, sea Él y no las circunstancias cambiantes, las que le hagan vivir en este mundo, pero entendiendo que su verdadera patria está en los cielos. El cristiano termostato comienza a experimentar - ya no es mera teoría - las palabras de Santiago: "Tengan por sumo gozo cuando se hallen de diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Pero que la paciencia tenga su obra completa para que sean completos y cabales, no quedando atrás en nada. Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios —quien da a todos con liberalidad y sin reprochar— y le será dada. (Santiago 1:1-5)
LA LUZ Y LA SAL
Cuando el Señor Jesús dijo a los que lo seguían; “ustedes son la sal de la tierra, son la luz del mundo y esa luz no se puede esconder” (Mt.5:13,14), les estaba diciendo con ejemplos de aquella época, que ellos estaban llamados a ser termostatos en su sociedad.
Y no olvidemos que aquellos que oían al Señor, estaban viviendo en un mundo convulso y muy duro. Su país estaba ocupado por el Imperio Romano, por tanto había un ambiente de odio y negativismo generalizado. Eran además abusados por medio de la opresión y los impuestos, de manera que estaban obligados a convivir con la pobreza, las enfermedades y la infelicidad cotidiana.
Y en ese ambiente de tan poca esperanza es que Jesús los llama a caminar con Él, a despertar y a darse cuenta que no tienen por qué conformarse con ser “termómetros”, cuando están llamados a ser “termostatos”. Por lo tanto, ellos debían aprender a vivir de una manera nueva, y para ello debían cambiar deliberadamente su manera de pensar (arrepentimiento) y aprender a vivir el día, mientras iban siendo transformados por Su amor. Debían aprender a caminar por el camino estrecho conectados a la Vid Verdadera, negándose a sí mismo, tomando la cruz en que crucificarían su ego (vieja naturaleza) y aprendiendo a vivir por las leyes del Reino de los Cielos, donde la principal es el amor.
Por tres años aproximadamente, ellos practicaron ese raro y transformador estilo de vida, y luego de la partida del Señor al cielo, comandados por el Espíritu Santo, llevaron en las siguientes décadas el mensaje de salvación a todo el mundo conocido. Pero luego que esos discípulos fueron muriendo, las generaciones de los siglos posteriores olvidaron que eran "termostatos" y volvieron a ser "termómetros", sólo que ahora estaban muy organizados, preocupados del dinero, pero también entregando mucha información y dando clases sobre cómo ser cristiano, para lo cual debían pasar mucho tiempo en los recintos del templo llamado ahora "iglesia", pero olvidando el mandato de "seguirle a Él", y por ello la transformación interior y el amor como fruto dejaron de ser la práctica diaria y se volvieron una linda y religiosa teoría, pues se dejó de practicar lo que el Señor había dicho: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada pueden hacer” (Juan 15:5).
En este tiempo extraño que estamos viviendo, donde el Señor ha sacado a las personas de los templos y las ha llevado a sus casas, es tiempo de reaprender a caminar con Jesús en el día a día, pasando tiempo con Él y no con una institución. Es tiempo de volver a ser termostatos a la manera bíblica en la iglesia que Él edifica.
Extracto de charla en Cristianos Anónimos
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