¿DE QUÉ DEPENDE TU VALOR?

 “Una profesora en clase, sacó de su cartera un billete 100 dólares y lo enseñó a sus alumnos a la vez que les preguntó: “¿A quién le gustaría tener este billete?”. Todos los alumnos levantaron la mano.

Después, puso el billete en la palma de su mano y lo arrugó con fuerza. Incluso lo rasgó un poquito en una esquina. Y así, todo deforme y arrugado lo presentó a sus alumnos, preguntando:“¿Aún lo quieren?”. Todos los alumnos volvieron a levantar la mano.

Finalmente, ella tiró el billete al suelo y lo pisó repetidamente, diciendo: “¿Todavía quieren este billete?”. Todos los alumnos respondieron que sí.  

Entonces la profesora les dijo:

Espero que hayan aprendido una lección importante hoy. Aunque he arrugado el billete, lo he tirado al suelo y pisoteado, todos lo quieren porque a pesar de todo, su valor no ha cambiado, sigue siendo un valioso billete de 100 dólares”.

SOMOS ESE BILLETE

En la vida vamos a experimentar toda clase de momentos; los bonitos y alegres, pero también los tristes y dolorosos, y tal vez nos vamos a sentir como ese billete, hecho añicos, pisoteado y creyendo que no tenemos valor.

Vamos a experimentar el dolor del rechazo, el juicio, la murmuración. El abandono de los que pensábamos que eran nuestros amigos. Seremos afectados por la risa sarcástica de aquellos que se alegran por nuestra situación. Experimentaremos el estar en un foso sin fondo, donde pareciera que no hay esperanza. 

Es muy posible que estemos cosechando lo que ignorantemente sembramos, o producto de malas decisiones, o simplemente sea una tormenta de la vida, una tragedia no buscada, como a muchos les sucede en este mundo caído. Como sea, "el tren se descarriló" y nos sentimos como ese billete arrojado al suelo y pisoteado. En esa condición, es fácil sentir la tentación de pensar que ya no se tiene valor, que no se merece nada, excepto castigo. Pero el valor de ese billete no depende de lo que él piense de sí mismo, o como se sienta, ni tampoco de la opinión de otros. El billete tiene un valor intrínseco, pues vale por lo que es.

EL AMOR INEXPLICABLE

La Biblia dice: "el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús" (Fil.1:6). Que maravilloso es saber que Dios no se da por vencido con nosotros, aunque seamos torpes y miopes. Y es porque no ama con un amor incondicional que desconocemos, pues no se parece en nada a nuestro mejor amor humano. Su amor, no nos deja tirado a la vera del camino, no nos abandona, no nos rechaza, no murmura de nosotros ni se alegra de nuestra caídas. Al contrario, usa todo aquel dolor para perfeccionarnos. Y es ahí, cuando podemos darnos cuenta que nuestro valor, no depende de NADA de lo que hayamos hecho o que podamos hacer, sino que depende exclusivamente de lo que Él HA HECHO y hace en nosotros. Darnos cuenta de Su amor, nos despierta a una realidad distinta, donde no hay ego, pues nos sabemos indignos de Su amor, pero lo recibimos y lo vivimos llenos de agradecimiento. Allí, comenzamos a experimentar un poquito, aquello que Pablo decía: "ya no vivo yo, Cristo vive en mí" (Gal.2.20).  Nuestro valor, entonces, depende de la obra de Cristo en nosotros, y es lo que nuestro Padre busca que entendamos, cuando vivimos los momentos más oscuros de nuestra vida. Y lo hace, a Su manera, pues Él piensa muy distinto a nosotros. "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". (Isaías 55:8,9)

Se nos ha enseñado que Dios no quiere que suframos, y que debemos huir del dolor  y orar denodadamente para que nada malo nos pase, cuando en realidad, debemos aprender a abrazar el dolor, pues es un maestro que nuestro Padre usa para nuestra edificación. La Biblia está llena de ejemplos de personas que sufrieron y Dios lo permitió para su perfeccionamiento. Piense en Job, un hombre que sufrió la pérdida de todo cuanto tenía, o en Abraham que caminó durante tres días de la mano de su único hijo, sabiendo que debía sacrificarlo, o en David que fue por largo tiempo perseguido injustamente por Saúl y debía andar escondiéndose. Piense en Jonás quien fue lanzado al mar en medio de una tormenta y tragado por un gran pez y allí estuvo tres días y tres noches, o piense en los castigos que sufrieron los apóstoles por el sólo hecho de predicar, o los naufragios de Pablo en medio de tormentas, o las golpizas y cárceles que recibió, sin haber cometido delito alguno, etc. La lista sería demasiado extensa, pero una cosa tenían en común, aprendieron a abrazar el dolor, pues su mirada no estaba en ellos, sino en lo que Dios estaba haciendo. Pablo escribió: "Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad." (2 Cor.12:7-9)

Si usted se siente como el billete del cuento, espero que también, pueda comenzar a experimentar el amor de Dios, ese amor que no se aprende en un estudio bíblico cómodamente sentado, sino que se comienza a vivir en la incertidumbre, en medio del dolor, donde aprenderá a abrazarlo al ver que Dios lo está usando para su transformación interior. Y allí, comenzará a entender que cuando más débil se sienta o cuanto más muera a su ego, el poder de Dios se perfecciona en su debilidad. 

Resumen de conceptos entregados en las charlas de Cristianos Anónimos. c.a.cristianos.anonimos@gmail.com


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