La palabra "humildad",
proviene del vocablo latino “humilitas” y que tiene su origen en el término
"humus" o tierra. "Humano", también deriva de esa misma raíz, reconociéndose formado del
polvo de la tierra, y por eso la palabra humildad, significa, bajo, pequeño,
servil. También, el vocablo "humillación", se deriva de humildad. El
término opuesto a todo lo anterior, es soberbia, orgullo.
Esta breve explicación, sirve de marco
para uno de los párrafos bíblicos más impresionantes, y que se refiere al
Creador del Universo, al Dios encarnado, a Jesús, Rey de reyes y Señor de
señores:
"Haya, pues, en ustedes este
sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando
en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipense 2:5-8)
Este es un párrafo, que debiera dejarnos
sin aliento y postrados a Sus pies, al abrir los ojos tan inmenso y sublime
amor de Dios. Amor que llevó a Jesús, siendo Dios, a no se aferrarse a Su
deidad, sino a despojarse de ella, tomando la forma de un ser formado del
polvo, y en la condición más baja de un esclavo, se humilló a una cruenta
muerte de cruz, reservada sólo para los criminales, sin jamás abrir su boca o
defenderse, pues así de grande es el amor que inexplicablemente derrocha sobre
nosotros.
HUMILDAD
Esa humildad, también la vemos en Juan
el Bautista, que aun cuando el Señor dijo que "no ha habido
profeta más grande que él" (Lucas 7:28). No obstante, cuando
Juan fue interrogado por los fariseos acerca de sus credenciales, él
simplemente dijo se sí mismo: "Yo soy la voz de uno que clama
en el desierto" (Juan 1:23)
Pablo, considerado el apóstol más grande, pues él llevó el evangelio a
todo el mundo conocido de la época, cuando le toca referirse a sí mismo, lo
hace en estos términos: "Porque yo soy el más pequeño de
los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la
iglesia de Dios. (1 Corintios 15:9). En otra oportunidad
dijo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los
santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de
las inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3:8). Él se veía a sí mismo pequeño, indigno y agradecido de Jesús.
¿QUÉ PASÓ CON LA HUMILDAD DE ANTAÑO?
Cuando observamos nuestro presente, nos preguntamos, ¿qué pasó con la
genuina humildad del primer siglo y el ruego de Pablo?: “Haya pues en
ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo".
La iglesia que vemos hoy, no es la que fundó y edifica el Señor Jesús.
Basta observar la ausencia de esa humildad en nuestro ámbito cristiano, donde
abundan los títulos y las novedades teológicas. Los líderes, no
quieren ser llamados simplemente por su nombre, sino que debe anteponerse el título de "pastor",
"presbítero”, “obispo", "profeta" y los más audaces, se
auto proclaman "apóstoles". También están los Doctores en Divinidad,
Licenciados, Magister, etc. ¿Acaso no hemos entendido que el mismo Dios, se
despojó de todo título que lo enalteciera sobre otros y se humilló a sí mismo?
Todo esto, no es otra cosa, que un claro síntoma de la apostasía
(alejamiento de la sana doctrina) de los últimos tiempos. Jamás vemos en la
Biblia que los verdaderos apóstoles del Señor hicieran gala y alarde de sus
oficios, pues para ellos, nunca fueron títulos, sino meras descripciones de su
servicio al Señor. El que tenía el llamado de pastor, era porque pastoreaba -metáfora para explicar la función de aquel que cuidaba las ovejas - el
maestro era el que enseñaba, el profeta era el que comunicaba el mensaje de
Dios, el evangelista el que compartía el mensaje de victoria, el apóstol el
enviado por Dios a una obra específica. En ningún caso eran títulos, sino meras descripciones de su
función, de su servicio, pues en la iglesia primitiva que Jesús edificaba,
jamás hubo títulos ni jerarquías, todos eran hermanos.
En el libro de los Hechos, vemos que en un día se convirtieron 3.000 personas, en otro 5.000. Todos tenían
las cosas en común, por lo tanto no había necesitados entre ellos. Jesús,
edificaba Su iglesia. Y en una comunidad de más de 8.000 personas que
compartían todo, había mucho trabajo, por lo que había muchos pastores,
evangelistas, profetas, maestros y los apóstoles, pero no como jerarquías, sino
cumpliendo funciones para la "edificación del cuerpo de Cristo". Para
entenderlo mejor, en esa época de la iglesia había muchos cocineros, o sea, los
que cocinaban, pero en ningún caso era un título, sólo describía lo que hacía.
Sería ridículo que con el paso del tiempo, el cocinero ostentara jerarquía, no
obstante, eso pasó con todas las funciones que vemos en acción en la iglesia
del Nuevo Testamento.
OTRO EVANGELIO
Pablo, hablando de los últimos tiempos, advirtió a la iglesia de Corinto que se predicaría a OTRO Jesús, OTRO evangelio y que recibirían OTRO
espíritu: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a
Eva, sus sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a
Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que les hemos
predicado, o si reciben otro espíritu que el que han recibido, u otro
evangelio que el que han aceptado….” (2 Corintios 11:3,4)
Quizás no nos hemos dado cuenta, que hoy se predica a OTRO JESÚS,
muy lejos del Pastor que dio la vida por sus ovejas. Muchas congregaciones, son
dirigidas por un pastor, que más bien parece un señor feudal, que tiene todo el
control y que gobierna con nepotismo, pues toda su familia ocupa los puestos de
poder. Donde además no se pueden discutir sus decisiones, pues enseña OTRO
EVANGELIO, el del terror y la manipulación, usando versos fuera de contexto,
como el consabido "no toquen al ungido de Jehová", que también muestra su ignorancia, pues la Biblia dice que
todos somos los ungidos de Jehová, en palabras de Juan "todos
tenemos la unción del santo" (1 Juan 2:20). Cabe destacar,
que en la iglesia primitiva, no existe el pastor único liderando una
congregación, sino que había pastores (en plural) y el único caso de un pastor
a cargo de una congregación, es un mal ejemplo. El precursor del pastor moderno
se llama Diotrefes y aparece retratado por Juan en su tercera carta. (3 Juan
1:9,10)
Este OTRO EVANGELIO, desprovisto del candor, dependencia y
obediencia del pregonado en la iglesia primitiva, se puede apreciar también hoy en el
énfasis en la “prosperidad”, y en términos como; “pacto”, “sembrar la semilla”,
“diezmar” “ofrendar” (a veces hasta tres o cuatro veces durante un Servicio) y
curiosamente siempre la semilla o el pacto se refiere al dinero. Una forma
soterrada de hacer de la iglesia, un negocio. ¿Acaso Jesús no tomó un látigo y
expulsó del templo, a todos lo que lo habían transformado en un lugar para
hacer dinero?
Con razón Pedro, enseñando de la apostasía de los últimos
tiempos: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá
entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos
destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de
los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por AVARICIA HARÁN
MERCADERÍA de USTEDES con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo
la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. (2 Pedo 1:1-3)
Con toda la confusión e ignorancia bíblica, no es extraño que hoy
veamos OTRO ESPÍRITU en muchas congregaciones. Este “otro
espíritu” se confunde con el Espíritu Santo, donde se pueden ver
manifestaciones que son iguales a las que registran en cultos paganos hindúes,
o en reuniones espiritistas haitianos o la macumba brasileña.
¿Dónde está el Jesús resucitado que con tanta pasión y humildad
predicaba la iglesia primitiva, sin las estrafalarias manifestaciones que hoy
vemos?
Y la pregunta que con dolor surge, al examinar el Nuevo Testamento:
¿Dónde están los creyentes como los de Berea, que cuando Pablo predicaba, ellos
diligentemente escudriñaban si lo que se les estaba enseñando era realmente la
Palabra? (Hechos 17:11).
¿Dónde está la iglesia que al igual que Juan el Bautista, sólo enfoque
en Jesús? Un hombre, que a pesar de ser llamado por el Señor, el más
grande profeta del Antiguo Testamento, se veía a sí mismo como un esclavo y
decía que “no era digno de desatar encorvado la correa del calzado de
Su Señor” (Marcos 1:7)
PANDEMIA
Este tiempo de pandemia, con la imposibilidad de congregarse en un
lugar físico, es un claro llamado a volver a la sencillez de la iglesia
primitiva, donde no había edificio para congregarse, no había Biblia, no había ministerio de alabanza o enseñanza, ni siquiera había un pastor a la cabeza, porque todos reconocían que el único y verdadero pastor era Jesús,
a quien el Espíritu Santo exaltaba y quien edificaba Su iglesia.
¿Cómo se
notaba esa edificación? En la transformación de las personas, por esa relación
de amor con Jesús, que mantenían día a día, y donde los demás les reconocían que su cambio era porque"habían estado con Jesús" (Hechos 4:13). El ejemplo más claro, fue la
transformación de Saulo en Pablo. De un hombre que persiguió y consintió en la muerte de
personas, a quien decía: "Porque para mí el vivir es Cristo,
y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21)
Esta pandemia, es un llamado a un cambio profundo, a hacer las cosas de diferente manera, y no me refiero a hacer lo mismo de siempre por Zoom, sino, a volver a Jesús, que está golpeando la puerta, pues la iglesia lo dejó fuera hace mucho tiempo. (Apocalipsis 3:20)
Resumen de charla en Cristianos Anónimos- c.a.cristianos.anonimos@gmail.com
Es muy grande lo que nos escribes , tenemos que permanecer con humildad pegados a nuestra VID VERDADERA, buscandolo a ÉL y no al activismo de las distintas denominaciones que a nada conducen .
ResponderEliminarGrandes palabras que nos hacen reflexionar s9bre nuestra identidad en Cristo, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre, donde muchas voces nos hablan "llevando su agua a su molino" pero dejando de lado nuestra relación personal con nuestro Rey. Gracias Jano...🤗✌👍
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