NO VEMOS LAS COSAS COMO SON, SINO COMO SOMOS NOSOTROS


Hay personas que dicen:”yo siempre digo la verdad” o “yo digo las cosas tal como son”. Y se ufanan por ser, supuestamente muy honestos. Otros dicen: “yo habló así, porque soy realista”. ¿Estarán en lo cierto?


La verdad, es que la experiencia indica otra cosa. Nadie ve la realidad tal como es, sino, como la persona la ve. Es decir, todos nosotros interpretamos la realidad, de acuerdo a nuestra historia personal, y proyectamos lo que somos. El ejemplo más claro, es que frente a un vaso con agua hasta la mitad, unos lo verán “medio lleno” y otros, “medio vacío”. Cada uno ve, lo que es.

¿Vaso medio lleno o medio vacío?

Por eso, tenga con cuidado con creer todo lo que dicen los “que siempre dicen la verdad” o los que son muy “realistas”.

LOS DOCE ESPÍAS

Un buen ejemplo de como las personas interpretan la realidad que ven, lo hallamos en el Antiguo Testamento (Números 13). En un momento de su historia, el pueblo de Israel estuvo a punto de entrar en la tierra prometida, pero enviaron primeramente a doce espías para explorarla. Ellos recorrieron Canaán por cuarenta días, al término de los cuales, volvieron con abundantes frutos, que probaban la riqueza de aquella tierra, que de hecho le llamaban la "tierra que fluye leche y miel" (Num,13:27). 

Aunque los doce exploradores, recorrieron la misma tierra y tuvieron las mismas experiencias, no obstante, al momento de dar su informe, diez de ellos dan un reporte resaltando totalmente lo negativo (aun sabiendo que la tierra era buena), y sólo dos de ellos (Josué y Caleb), uno muy positivo. Aquí se cumple, que las personas no ven las cosas como son, sino como ellas son.

PROYECCIÓN

Cuando se observa o se vive algo, cada persona interpretará la realidad proyectando lo que ella es. De hecho en las relaciones interpersonales, los seres humanos suelen atribuir a otros, las propias virtudes o defectos, incluso las carencias propias que no quiere aceptar, de allí que lo proyectan en otros y lo manifiestan en la manera en que se expresan de los demás. Por eso, es que cuando alguien habla mal de su semejante, está revelando más de cómo es la personas, que aquella a la que se quiere denostar. Pues, de la “abundancia del corazón, habla la boca”. (Mt.12:34). 

¿PODEMOS CAMBIAR?

Si la persona se da cuenta de su errónea manera de pensar y hablar, ¿Será posible cambiar? Gracias a Dios, el cambio, siempre es posible. 

Sigamos con el ejemplo de Josué y Caleb. Ellos, al igual que los otros diez espías, también nacieron como esclavos en Egipto y experimentaron las penurias de lo que eso significaba. Pero también, todos ellos vieron como Dios los liberó de ese lugar de esclavitud, y con gran poder abrió el mar para que su pueblo pasara en seco. Fueron testigos, que mientras caminaban por el desierto, de noche los guiaba una columna de fuego y de día una enorme nube los cubría. 

Al ser testigos de todo eso, Josué y Caleb fueron transformados al ver el poder de Dios, obrando de distintas maneras, y comenzaron a vivir, sabiendo que si Él estaba con ellos, nada les sería imposible. Sin embargo los otros diez, aunque también vieron el poder de Dios, y ahora eran libres, no fueron cambiados, y siguieron con su mentalidad de esclavos. Continuaron pensando en imposibilidades y viéndose "como langostas pequeñas, sin valor" (Num.13:33). Siguieron mirándose a sí mismos, y proyectándolo en otros y en las circunstancias, pero no enfocaron en el Dios Todopoderoso. Por esa razón, no entraron en Canaán, y vagaron en el desierto por cuarenta años.

La transformación que experimentaron Josué y Caleb, está disponible para nosotros hoy, al darnos cuenta y aceptar nuestra errada manera de pensar y hablar. Con este primer paso, se inicia un proceso de morir a nosotros mismos, crucificando nuestro ego diariamente y dejando que Jesús vaya reinando en nosotros. En otras palabras, es hacer vida lo que nuestro Señor dijo;"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lucas 9:23)

Este proceso de transformación, es doloroso - y los que lo han vivido lo entienden - pero que vale completamente la pena. Al permitir que Su amor nos transforme, vamos muriendo al deseo de juzgar, hablar mal de otros e interpretar las circunstancias de manera negativa. Nos daremos cuenta que podemos vivir en amor y no en temor (1 Juan 4:18), como fruto de la relación de permanecer pegados a la Vid Verdadera (Juan 15:1) y no a la falsa.


Resumen de charlas en Cristianos Anónimos. c.a.cristianos.anonimos@gmail.com








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