LOS PROBLEMAS SON UNOS COBARDES
Alguien dijo, "así como los perros tienen pulgas, las personas tienen problemas", queriendo señalar que mientras estemos vivos, vamos a convivir con ellos. Los problemas siempre aparecen, no hacemos más que superar unos, para que lleguen otros. Y son de toda índole y de todos los tamaños. Algunos nos los buscamos nosotros, otros nos llegan sin previo aviso, otros los heredamos, es decir, los hay para todos los gustos. Pero a veces, pareciera que llueve sobre mojado, pues aparecen todos juntos, por eso alguien dijo: "los problemas son unos cobardes, pues nunca vienen solos".
Henry Ford señaló: "la mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos". Y me parece que tiene razón. Esa aguda observación, la podemos comprobar al poner atención a las conversaciones habituales, que las personas comparten.
Como cristianos, no estamos exentos de los problemas, y señalo esto, pues hay ciertos sectores de nuestro variopinto religioso, que enseñan que si alguien está en Dios, no debiera tener problemas jamás, pues Él siempre le va a proteger (o sobre proteger). Obviamente esta infantil creencia, no es cierta. De hecho, el mismo Señor lo dijo: "En el mundo van a tener aflicción, pero confíen, yo he vencido al mundo".(Juan 16:33)
Otros piensan, que todos los problemas hay que entregárselos al Señor para que Él los resuelva, o que por acto de magia los haga desaparecer. La idea de fondo de esta inmadura postura, es evitar a toda costa el dolor y cumplir el protocolo religioso de "entregar las cargas al Señor". Lo paradójico, es que mientras esa persona "le entrega (supuestamente) sus problemas a Jesús", sigue buscando solucionarlos a su manera, y a veces, por esa actitud se mete en más problemas.
La Biblia claramente enseña que hay que aceptar, y mirar de frente a los problemas, y que jamás hay que evadirlos o creer que por un par de pases religiosos, estos vayan a desaparecer. Santiago 1;2 dice: "Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas". (Para una mejor comprensión de este texto, lea el artículo de este blog: "Las pruebas muestran nuestra peor o mejor versión".)
En su amor, nuestro Señor usa los problemas, el dolor y la aflicción, para nuestro beneficio y nuestra madurez (transformación). Por tanto, no sólo hay que aceptar los problemas, no oponiendo resistencia, sino que hay que aprender a abrazar el dolor, para luego enfrentar el problema a la manera y en el tiempo de Dios. Permítame un ejemplo bíblico:
GEDEÓN Y LOS 300
En el Antiguo Testamento, en el libro de Jueces capítulos 6 y 7, encontramos la historia de Gedeón y de los Madianitas, un pueblo que causaba grandes males y problemas a los israelitas, tanto así, que en medio de su angustia, claman a Dios en busca de una solución. Entonces el Señor le dice a Gedeón que reúna un ejército para enfrentar a sus enemigos. Logra reunir 32.000 hombres, que no era una gran cifra, comparada con el ejército Madianita compuesto por 135.000. Para sorpresa de Gedeón, Dios le dice: "Tu ejercito es mucho, manda de vuelta a casa a los que tengan miedo" (Jueces 7:3), y se van 10.000. El ejército se reduce a 22.000 contra 135.000.
Pero Dios, hace otra cosa sorprendente, le dice a Gedeón que su ejército aún es muy numeroso, y los manda beber agua del arroyo, diciéndole: «A los que laman el agua con la lengua, como los perros, sepáralos de los que se arrodillen a beber». Trescientos hombres lamieron el agua llevándola de la mano a la boca. Todos los demás se arrodillaron para beber. (Jueces 7:5,6). Esta prueba, mostró quienes bebían atentos a su entorno, pues iban a una batalla y los que no estaban preparados. Lo complicado era, que los que pasaron la prueba, fueron solamente 300 hombres.
A esta altura de la historia, uno podría pensar que Dios tiene serios problemas con los números, pues enfrentar un ejército de 300 contra otro de 135.000, es del todo descabellado.
Pero la historia se vuelve más extraña aun, cuando llega el turno de dotar de armas a ese ejército de 300. Dios le da como armas a cada uno, un cuerno (corneta), una antorcha y un jarro para ocultar la tea encendida. La batalla se desarrolla por la noche, dando a Gedeón y su ejército una rotunda batalla.
Esta lección, nos enseña varias cosas:
1. GEDEÓN ENFRENTÓ EL PROBLEMA. Enfrentó a los Amalecitas. Esto nos enseña a nosotros, que cuando tenemos problemas y se los entregamos a Dios, Él no los hace desaparecer - por mucho que oremos y/o ayunemos o tengamos a toda la iglesia orando - sino que nos hace enfrentarlos.
2. GEDEÓN OBEDECIÓ. Esto nos enseña a ser consecuentes, es decir, si le estamos pidiendo ayuda sobre un problema específico, debemos esperar Su solución, que será a Su manera y en Su tiempo.
3. GEDEÓN DEPENDIÓ A PESAR QUE TODO PARECÍA IR PEOR. A pesar que Dios le achicaba el ejército y las posibilidades humanas disminuían, Gedeón se mantuvo en fiel dependencia. La lección para nosotros, es que debemos aprender a depender del Señor, desarrollando el fruto de la paciencia que crecerá en el tiempo; un mes, dos meses, un año. Y durante este tiempo, aceptar y abrazar el dolor, pues Él lo está usando para nuestra transformación.
4. GEDEÓN VENCIÓ. Aunque todo estaba en contra de Gedeón, se dejó guiar por Dios, enfrentando el problema, obedeciendo y dependiendo, aunque todo lo que Dios le mostraba era contrario a lógica humana, de manera que al vencer, no había gloria para él, sólo para Dios. Esto nos enseña a nosotros, a morir a nuestro ego, para que realmente Él pueda reinar y glorificarse en nuestra vida.
Y no olvide, el Señor no nos sobre protege, sino que permite que pasemos por los valles de sombra y de muerte, por la aflicción, el dolor y los problemas, pues busca que maduremos y seamos transformados, mientras Él va con nosotros.
"El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes" (Deut. 31:8)
Resumen de charlas de Cristianos Anonimos - c.a.cristianos.anonimos@gmail.com
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