UNA SEMANA SANTA CON TEMPLOS VACÍOS


Sin duda estamos presenciando una Semana Santa inédita y que no ocurre sólo en nuestro país, sino en todo el mundo. Durante la semana más importante para la cristiandad, nadie puede congregarse y los templos están desiertos.

Históricamente, estos siete días, siempre han sido un tiempo especial, donde con recogimiento hemos recordado la entrada triunfal de nuestro Señor en Jerusalén y su última semana en la tierra con eventos tales como; la última cena, el Getsemaní, la traición de Judas, la negación de Pedro, la cobardía de Poncio Pilatos, el odio de los religiosos hacia el Señor con aquel juicio de pacotilla durante la madrugada, su sentencia, suplicio, muerte de cruz y culminando con su gloriosa resurrección al tercer día. Sin embargo, en esta semana, ha ocurrido algo impensado debido al corona virus, los templos estarán vacíos, pues nadie podrá asistir.

Todo esto que está ocurriendo en todo el mundo, da para pensar. Es como si de repente, Dios en su amor, detuviera a toda la humanidad, y la pusiera en "modo reflexión”.  Es cosa de ver lo que está ocurriendo, para darnos cuenta que todas las seguridades humanas, han perdido su poder.

DINERO, TRABAJO, SALUD

El dinero, que ha sido un dios (Mt.6:24) hoy no ofrece ninguna seguridad, los mercados se desploman, las inversiones escasean. Se pierden los trabajos, el fantasma de la cesantía asecha y para colmo, la salud puede verse vulnerada por un microscópico virus, que está matando a miles en el mundo, sin respetar razas, credos, o posición social.

Pero creo que Dios, también está desnudando la falsa seguridad espiritual de congregarse y por eso está permitiendo, no sólo que esta Semana Santa las personas no puedan asistir a los templos (que tanto cuesta mantener), sino que está impidiendo este tipo de reuniones, mientras dure la pandemia y que puede ser por meses. No obstante, hoy por hoy y con todos los medios tecnológicos que tenemos a nuestra disposición, se pueden hacer reuniones on line y así seguir con una rutina similar, pero digitalmente. Sin embargo, creo que el mensaje de Dios va por otro lado, pues no es solo un cambio de forma, sino uno de fondo. El paradigma religioso está siendo cambiado.

JESÚS, LA VID VERDADERA

Hoy en día, hay personas desesperadas porque no pueden juntarse en las reuniones semanales. Sienten que no es lo mismo, ver un culto on line, a estar allí presente, el ambiente no es lo mismo. Ni hablar de alabar o expresar emociones, eso es casi imposible frente a una pantalla. Estar en casa, no es lo mismo que estar en la iglesia.

Pero, ¿acaso la iglesia primitiva, que aparece en la Biblia, no se reunía en las casas?, por otro lado, ellos no tenían edificios donde congregarse. ¿No será que Dios está llevando a su iglesia a las raíces, a su esencia? De hecho, el concepto iglesia era dado a las personas que se reunían en las casas, por ejemplo Pablo escribe: “Saluden a los hermanos que están en Laodicea, también a Ninfas y a la iglesia que está en su casa”. (Col.4:15). Estos cristianos no iban a la iglesia, ellos eran la iglesia.
Con el correr del tiempo, y a partir del siglo IV, cuando el emperador romano Constantino, adopta el cristianismo como culto imperial, la iglesia comienza un proceso de transformación y es así que el término iglesia fue sinónimo del edificio. De hecho hoy día las personas dicen: “no has ido a la iglesia” o “mi iglesia queda en aquella esquina” o “estamos construyendo una hermosa iglesia con dos pisos”, donde se enfatiza el edificio.

Con el tiempo, y casi imperceptiblemente ocurrió algo más peligroso aun, Jesús dejó de ser el centro y lo fue la iglesia. Ya no era lo mismo orar en casa que hacerlo en la iglesia. No era igual, estudiar la Biblia en casa, que en la iglesia. Ser un discípulo se transformó en un curso que había que tomar y no en aprender a obedecer y escuchar la voz de Dios en el día a día. Tampoco era lo mismo cantar en el hogar, que hacerlo en el templo, era más entretenido estar con los hermanos, con lo cual el aspecto social, comenzó a eclipsar lo espiritual. Poco a poco, la vida espiritual de los creyentes comenzó a vivirse en la iglesia, en el templo y se abandonó el estar a solas con Dios “en lo secreto” (Mt.6:6). El hacer muchas cosas para el Señor, reemplazó el simple hecho de ser hijos de Dios. Se cayó en el activismo, en pasar de reunión a reunión en el templo y se olvidó la relación íntima con Dios en la contemplación y el silencio.

Será por eso que Jesús dijo que “él era la Vid Verdadera y que sólo daríamos frutos estando conectados a él” (Juan 15), dando a entender que puede haber una falsa. El peligro de una falsa vid, es que nos puede dar una falsa seguridad de pensar que estamos conectados a Jesús, pues estamos haciendo muchas cosas para él, cuando en realidad estamos conectados a una institución y haciendo cosas que quizás él nunca nos pidió. De hecho el Señor dijo: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, hacedores de maldad. (Mt: 7:22,23)

MARTA Y MARÍA

Todo lo que está ocurriendo hoy, en esta Semana Santa es algo sin parangón, es un llamado del amor de Dios a volver del activismo religioso, a la simpleza de disfrutar la presencia de Dios, como un hijo pequeño hace con su papá. Es reaprender, como María (la hermana de Marta) “a estar sentada a los pies del Señor y en una actitud de contemplación y escuchar su voz” (Lucas 10:39). 
 Es entender el SER (lo que somos), y dejar el HACER (que muchas veces está motivado por el ego). Es volver al amor y dejar el temor, es vivir de manera teocéntrica y dejar el egocentrismo. Es reaprender a tomar la cruz todos los días y matar el ego o vieja naturaleza y reaprender a ser los discípulos de Cristo (que no se consigue con tomar un curso y recibir un diploma) que tienen como misión mostrarlo a él.
Esta Semana Santa con templos vacíos, es una invitación de nuestro Señor a llenar nuestro corazón, sólo con Él, en lo secreto de la contemplación, donde realmente somos transformados por su amor.

El vino nuevo, no se echa en odre viejos, sino nuevos. (Mt.9:17)
Extracto de las charlas de Cristianos Anónimos.

Comentarios

  1. Gracias Alejandro. Como siempre sus reflexiones son un gran aporte a nuestras vidas

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