EL CORONA VIRUS Y NUESTRO CRISTIANISMO
El corona virus, no solo está golpeando la salud del mundo,
sino también nuestro estilo de vida, obligándonos a reflexionar en lo frágiles
que somos, pues este virus está infectando a todos por igual.
De igual manera, creo
que también es una potente llamada de atención a la manera en que estamos
viviendo nuestra fe, nuestro cristianismo.
Ante esta pandemia, el mundo cristiano, se refugia más que
nunca en Dios, pidiendo protección contra el virus, citando versículos que
hablan de la liberación divina en las plagas y en tiempos de juicios, invocando la bendición divina en tiempos de
angustia, haciendo cadenas de oración con peticiones específicas, haciendo ayunos
y más lectura de la Biblia, para que Dios proteja a su pueblo.
Por otro lado
están los que están un poco más tranquilos, refugiados en la esperanza del
pronto rapto de la iglesia, pues Dios no les dejará pasar por el sufrimiento.
Todo esto que parece muy espiritual,
también nos muestra lo egocéntrico de nuestro cristianismo, donde el centro
somos nosotros y nuestras necesidades y no Dios y Su Soberanía.
Este egocentrismo espiritual, se construyó por años en la
iglesia, a través de la manera de enseñar, donde se fue poniendo paulatinamente
al creyente en el centro, y convirtiendo a Dios en alguien que debía bendecir,
proveer, defender, sanar, proteger, prosperar financieramente, dar mejores
trabajos, hacer milagros, etc., llegando
el Señor a parecerse más bien al genio de la lámpara de Aladino, que al Dios
Soberano de la Biblia.
¿Será que Dios está permitiendo este
corona virus para que cuestionemos nuestro cristianismo tan egocéntrico y
volvamos al evangelio bíblico o teocéntrico?
Con la llegada de este virus global, reaccionamos como hemos
sido enseñados y oramos para que “Dios nos libre de este virus, que no toque a
nuestra familia, que no nos enfermemos, que nos proteja de todo mal, que nos
sane si enfermamos, que no perdamos el trabajo, que no nos falte el alimente, que
venga pronto y nos rapte, etc”. Como vemos,
es una visión totalmente egocéntrica y centrada en el temor. ¿Será, entonces,
que este virus que Dios está permitiendo tiene un mensaje espiritual que quiere
que entendamos?
LA AUSENCIA DE LA LEY DEL AMOR
Hemos vivido en la creencia que si vamos a la iglesia
fielmente y participamos de sus actividades y además tenemos bastante
conocimiento bíblico, tomando todos los cursos habidos y por haber, entonces
estamos en una buena relación con Dios, pero eso no es verdad. Veamos lo que la
Biblia dice:
El Señor Jesús dijo: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad”. (Mt.7:22,23)
La palabra griega que se traduce como “maldad” es “anomia” y
que significa ausencia de la Ley o Torah. Es decir, de nada sirve hacer tantas
cosas supuestamente espirituales, sino cumplimos la esencia de la Ley de Dios que
es el amor. Lo trágico, según las palabras del Señor, es que no importa todo lo
que hagamos en la iglesia, si no vivimos la Ley del amor, todo es en vano y demuestra
que no Le conocemos realmente.
El problema es que, debido a nuestra malformación religiosa,
creemos que amamos a Dios y que la prueba de ello, es todo lo que hacemos para la
iglesia, pero la Biblia dice otra cosa y es muy clara cuando enseña lo que es
vivir la ley del amor.
Cuando se le preguntó al Señor, como podría resumir la Ley
de Dios, él respondió. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”(Mt.22:37-40)
Como tenemos tanto conocimiento bíblico y tantos años en el
evangelio, pensamos que nosotros cumplimos todo esto, por tanto, creemos que
amamos a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Veamos si esto es verdad,
examinando cada una de estas sentencias:
“amar a Dios con todo
tu corazón, y con todo tu alma, y con toda tu mente”.
Si amaramos a Dios con todo nuestro ser, corazón, alma y
mente, no tendríamos temor, pues la Biblia claramente dice que “el perfecto
amor echa fuera el temor”. (1 Juan 4:18)
Una revisión a nuestras oraciones diarias, que son: “Señor
ayúdame, protégeme, que no me enferme, que el virus no me toque, que no pierda
el trabajo, bendíceme, úngeme, ráptame, etc”, nos muestra que nuestra motivación
es el temor y no el amor de Dios.
Para ilustrar mejor esta enseñanza de amar a Dios,
recordemos que Jesús dijo que debiéramos “ser como niños” (Mt.18:3).
Generalmente no prestamos mucha atención a estas palabras, pero tienen mucha
sabiduría. ¿Cómo son los niños? ¿Cómo se relacionan con su padre? Un pequeño no
está pidiendo a su papá todos los días: “papá dame comida, papá protégeme, papá
no se te olvide mi biberón, papá no me abandones, papá anótame en tu plan de
salud, papá cómprame pañales, etc.” ¿Por qué un niño pequeño no hace eso? Porque
está seguro del amor de su papá y por experiencia sabe, que su papá le dará
todo eso que necesita. Por tanto, no hay necesidad de pedirle todos los días,
lo que ya sabe que su papá le dará, porque le ama y él se sabe amado. ¿Qué hará
entonces ese niño cuando está con su papá? Disfrutará su compañía, riendo,
jugando y disfrutando ese amor y no pidiendo nada.
¿Por qué le pedimos a Dios todos los días las mismas cosas? Porque
vivimos llenos de temores, que se reflejan en nuestras oraciones, pues no
conocemos ni vivimos en el amor de nuestro Padre Celestial. Sólo tenemos conocimiento religioso y no relación con nuestro Padre. No hemos entendido que la oración, no
es una lista de peticiones, sino un disfrute al estar con nuestro Padre “en lo
secreto”. (Mt.6: 6)
Amar al prójimo como
a uno mismo
Esta expresión implica, que debo amar a mi prójimo, de la
misma manera en que yo me amo. Pero la pregunta que salta inmediatamente, es ¿me
amo?
Si me amara, lo que yo debería compartir con otras personas es
amor, pues sólo podemos dar lo que tenemos. Es decir, si me amara, no debería
juzgar a mi prójimo, no debería murmurar de él, no le odiaría, no lo
rechazaría, no hablaría a sus espaldas ni me burlaría, y por supuesto, lo
perdonaría.
Pero esta no es la realidad que vemos en la iglesia en general. Por
eso es que se dice que cuando alguien habla mal de un semejante, está mostrando más
de ella misma, que de la persona que pretende dañar.
Es decir, al vivir este evangelio tan egocéntrico, no amamos
a Dios ni al prójimo ni a nosotros mismos. Por eso, creo que debemos
interpretar correctamente el mensaje espiritual que Dios nos está dando por
medio de este corona virus, y es volver a su amor, es conectarnos a la Vid
Verdadera y no a la falsa, a dejar de hacer tantas cosas y volver al ser. No es
por nada, que este virus nos tiene incomunicados y sin poder ir a la iglesia,
para que entendamos que lo más importante, no es lo que hacemos para Dios, sino
vivir en primer lugar lo que somos, sus hijos e hijas y que debemos a aprender
a disfrutar Su amor, para poder amarnos y así, amar a nuestro prójimo.
Si esta pandemia, nos tiene a todos encerrados, no es para
que contratemos Netflix para no aburrirnos, sino para entender el propósito de
Dios, y ocupemos ese tiempo en conocer Su amor, aprender a disfrutar la oración
en lo secreto, sin palabras y sin peticiones, que realmente nos conectemos día
a día a la Vid Verdadera, y dejemos la religión que hemos construido en base al
temor, y conozcamos a nuestro Padre de amor.
Dios está cambiando los paradigmas y va a echar vino nuevo
en odres nuevos, no en los viejos. (Mt.9:17)
(Extracto de las charlas de Cristianos Anónimos)
Gracias por compartir tan acertadas reflexiones, Alejandro. Recibe nuestro abrazo.
ResponderEliminarGracias Alejandro
ResponderEliminarwow..no lo había visto de ese modo.. es cierto, somos demasiado egocéntricos; la peor batalla es contra el yo. Agregaría que la ley de Dios, que son los 10 mandamientos, son un reflejo de su carácter, que es amor; amor que se manifiesta hacia Dios (primeros cuatro mandamientos) y hacia el prójimo (últimos 6 mandamientos).
ResponderEliminarEn cuanto a la parte de pedirle cosas materiales a Dios, pues por un lado creo que no es desconfianza del amor de Dios, sino que Jesucristo nos enseño en la oración modelo a pedir "el pan nuestro de cada día", tal vez para que recordemos diariamente que es El quien nos provee, y no lleguemos a pensar que lo que tenemos es por nuestras fuerzas. Orar asì es un ejercicio de dependencia del Señor, por tanto me parece que no està mal
Gracias, un abrazo 🤗
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