JESÚS, ES EL VERDADERO REGALO DE NAVIDAD


Es triste observar que cada año, la fiesta de la Navidad se aparta más, de lo que realmente debiera ser, la celebración del nacimiento de Jesús. De hecho, la palabra Navidad, proviene del término latino "nativitas", que significa "nacimiento". 


Y cuando debiéramos estar celebrando Su cumpleaños, él no está por ninguna parte. Actualmente, toda esta fiesta, se reduce a consumismo y muchas veces endeudamiento, bajo el hipnotismo de las abundantes luces de colores, hermosos adornos y compra de regalos. Es decir, esta fiesta, se ha apartado totalmente del sentido bíblico. Por esta razón, es que hay sectores de la iglesia que no la celebran. Y en parte tienen razón, pues el 25 de diciembre no es la fecha real del nacimiento del Señor, aunado a los numerosos personajes paganos que abundan, entre ellos el regordete y risueño personaje creado por la Coca Cola en la década del 40, con su traje rojo y frondosa barba.

Sin embargo, esa actitud de no "querer contaminarse con un mundo pagano", contrasta con el llamado que nos hace el Señor de ser “luz en medio de la oscuridad” y que reafirma cuando señala que “la luz no se esconde, y debe brillar” (Mateo 5:15). Es decir, si solamente hablamos en contra de esta fiesta y juzgamos de paganos a los que la celebran, no sólo no estamos logrando conectarnos con la sociedad que debemos alcanzar, sino que estamos mostrando el poco amor que hay nuestros corazones.

Por eso, me gusta la actitud de Pablo, que practicaba el principio de ser “manso como paloma y astuto como serpiente” (Mateo 10:16). La Biblia registra que cuando Pablo fue a Atenas a predicar de Jesús, notó que la sociedad era absolutamente pagana y politeísta. Sin embargo, él no les dio de “bibliazos”, ni trató de mostrar lo "santo que él era", sino que buscó construir un puente en amor, pues su anhelo, era que ellos conocieran al Señor que él mismo conocía y amaba. Por lo tanto, Pablo hizo algo magistral, que nos convendría aprender. Al notar que los griegos tenían tantos dioses a los que adoraban, que incluso tenían una estatua al “dios no conocido” (Hechos 17:23), él no les enrostró su evidente extravío del Dios Eterno y su aberrante politeísmo, sino que usó aquello mismo, para predicarles del verdadero Dios que ellos no conocían, a Jesucristo.

Tal vez hoy, ciertos sectores religiosos, criticarían a Pablo por aquella actitud tan "condescendiente", pues no entienderían que a Pablo lo guiaba el amor transformador de Dios, que él había experimentado, y por ello estaba seguro que una vez que ellos conocieran al Dios verdadero, abandonarían todas esas costumbres paganas. Y es que el amor de Dios tiene el poder de transformar a las personas.

Pablo tenía clara su misión y por tanto no se enredaba en posiciones religiosas y legalistas.

Yo me preguntó, si nosotros ¿tenemos claro que nuestra misión es mostrar el amor transformador de Dios en medio de una sociedad - como la que estamos viviendo hoy - tan llena de odio y polarización?.

En medio de tanta confusión, temor y celebrando al materialismo y no a Jesús, pienso que es ahora cuando nosotros debemos mostrar con amor y sabiduría, que la única razón de celebrar la Navidad, es Jesús, nuestro Señor, que un día, por amor a nosotros nació en un maloliente establo en Belén de Judea.

Además, ya que en nuestra cultura está tan arraigada la costumbre de hacer regalos, tengamos la actitud de Pablo y usémosla para compartit a los que nos rodean, el verdadero regalo de Navidad que es Jesús. Pero para ello, debemos responder dos preguntas: ¿Lo ha recibido usted en su corazón? ¿Ha sido transformado por Su amor? Las respuestas a estas interrogantes son vitales, pues no podemos obsequiar, lo que no tenemos. Sólo podemos dar, lo que tenemos en el corazón.



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