¿POR QUE ME LLAMAN SEÑOR, SEÑOR Y NO HACEN LO QUE LES DIGO?

Según el último censo realizado en Chile el 2017, somos unos 18 millones de habitantes, donde el 16%, nos declaramos cristianos. Es decir, en Chile hay unos 2.880.000 habitantes al menos, que nos decimos, seguidores de Jesús. Esta cifra porcentual, es menudo motivo de alarde y orgullo por parte de los líderes religiosos, pues, ven en ella el cumplimiento de una profecía, que Chile será para Cristo. Sin embargo, los últimos acontecimientos que han remecido este hermoso país, nos muestran que es fácil alardear que somos cristianos, cuando estamos cómodos, pero cuando se nos saca de la zona de confort, nuestras profundas creencias son puestas a prueba y si bien es cierto, que ese 16% no sufrirá cambios en el informe oficial, lo que nos debiera interesar, es si realmente estamos viviendo esta crisis, con los frutos que el Señor espera de nosotros, donde el amor es el principal.

Creo que todos estamos de acuerdo, en que no se pueden seguir tolerando las injusticias sociales, y que las marchas pacíficas han sido un motor para los cambios en nuestra nación. Pero, en lo que no podemos estar de acuerdo, es en los niveles de violencia y destrucción que también se observan, en todas partes de Chile. Y mientras todo esto ha seguido avanzando, creando un clima de polarización, odio, temor, incertidumbre, como un espectro diabólico, es triste ver que cristianos, también van cayendo en esta espiral de violencia verbal y polarización, abandonando el llamado de ser "luz y sal", abrazando y defendiendo causas con ceguera partidista, que no apuntan al tema de fondo. Cuando lo que decimos creer, es puesto a prueba y somos "zarandeados como trigo", se va notando lo superficial que es nuestra fe en Dios y lo fácil que resulta mimetizarnos con el mundo.

¿POR QUE ME LLAMAN SEÑOR, SEÑOR Y NO HACEN LO QUE DIGO? (Luc.6:46)

En el contexto de lo que se llama el Sermón de la Llanura (pues es similar al Sermón del Monte), el Señor pregunta a sus discípulos, "¿por qué me llaman Señor, Señor si no me obedecen?". Cabe destacar, que la palabra "Señor" tenía un significado muy distinto al de ahora, que sólo se usa como señal de respeto. En aquel tiempo, esta palabra significaba "dueño, amo absoluto", y la debían usar los esclavos, al referirse al "dueño o amo" que los había comprado. Es necesario señalar, que estas personas no tenían derechos y eran propiedad de aquel Señor o Kirios (en griego), de manera que, si el Kirios les ordenaba algo, a ellos sólo les cabía obedecer.

Hoy en día, nosotros nos referimos a Jesús como nuestro Señor o Kirios, pero obviamente, no estamos entendiendo el real significado del término, que implica, que Él es nuestro dueño y amo absoluto y es conveniente meditar en esta expresión, sobre todo en los tiempos que hoy estamos viviendo. Observemos algunas ordenes que nuestro Kirios nos da y examinémonos honestamente para ver si estamos obedeciendo o no. Recordemos que cuando Jesús enseña, el clima político que vivían los discípulos era de tremenda injusticia, violencia y odio.

En el contexto del capítulo 6 del evangelio de Lucas, nuestro Señor dice:

"Pero a ustedes los que oyen, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen; 28 bendigan a los que los maldicen, y oren por los que los calumnian" (Lucas 6:27,28). ¿En nuestro diario vivir, estamos obedeciendo este mandato?

 "No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados" (Lucas 6:37). ¿Estamos juzgando livianamente a otros que no se alinean con nuestro pensamiento?

"¿Por qué me llaman, Señor, Señor, y no hacen lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, les indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.

49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa" (Lucas 6; 46-49)

A veces creemos que estamos edificando sobre la roca, porque participamos en todas las actividades de la iglesia y tenemos harto conocimiento bíblico, pero a nuestro Kirios no le interesa eso, sino más bien, si obedecemos Sus mandatos, que serán una clara muestra si estamos siendo o no transformados por Su amor. Por lo tanto, si llamamos a Jesús, nuestro Señor, debemos entender claramente lo que ello implica.

Finalmente, ¿se imagina el poder que tendría un ejército de 2.880.000 soldados, obedientes, unidos, viviendo en amor, día a día y usando el arma de la oración en beneficio de nuestro país?

La única manera de mostrar el fruto del amor, es permanecer pegado a la Vid Verdadera (no la falsa), pues nosotros, no podemos producir ese tipo de amor incondicional. Sólo Su amor, puede transformarnos, para amar a Su manera.







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