DOS CAMINOS PARA UNA MISMA LUCHA


Vivimos tiempos convulsionados en nuestro Chile querido, no obstante, todos estamos de acuerdo en que se debe luchar por una vida digna. La siniestra injusticia que por años se calló y acumuló, hoy ha explotado, dejando en evidencia que el modelo económico neoliberal no se sostiene y que se deben producir cambios profundos en nuestra sociedad, que busquen la manera real de cerrar la brecha de la desigualdad.  

Todos estamos de acuerdo en el estallido social que se ha producido a través de las marchas multitudinarias y pacíficas. Sin embargo, en lo que no podemos estar de acuerdo, es en la violencia, el terror, los saqueos y los incendios provocados. No podemos estar de acuerdo con la violencia, tanto del Estado como de los encapuchados de siempre. 

Pero mientras se desarrolla este inédito proceso social,(por el cual debemos estar orando) en la retina del ciudadano común, queda una sensación de inseguridad y miedo, pues se vive con el temor que la tensa calma, pueda ser rota en cualquier momento por la violencia. Y es que ese temor no es infundado, pues este clima violento de estas semanas, ha afectado especialmente a los más vulnerables, a aquellos que se pretende dignificar. Es decir, estamos ante un movimiento que debiera generar esperanza, sin embargo, lo que se ve en las personas, es ese miedo soterrado ante la incertidumbre.

MI VIOLENCIA

Y en todo este clima convulsionado, en que es fácil ver la violencia en otros, me gustaría referirme a nuestra violencia, esa que se manifiesta en nuestro hablar cuando nos dejamos llevar por nuestras pasiones y nos olvidamos de nuestro rol como cristianos y sin pudor, pasamos por alto la Palabra de Dios, y criticamos, juzgamos, insultamos y denostamos al que no se alinea con nuestro modo de pensar o de ver las cosas. No nos damos cuenta que, actuando así, dejamos de ser parte de la solución y sólo profundizamos el problema.

Sería muy inconsecuente de nuestra parte, si, por una parte, estamos orando por la paz en nuestro país, el domingo por la mañana y con esa misma boca, el resto de la semana, estamos contribuyendo al odio y polarización, a través de nuestro hablar o reenviando a través de las redes sociales, aquellos videos o imágenes que afirma nuestro particular punto de vista y que no sólo alimenta la polarización y el odio, sino que puede ser una noticia falsa.

La carta escrita por Santiago, como un espejo, nos muestra con amor, lo inconsecuentes que podemos llegar a ser: “Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? 12 Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce. (Santiago 3:9-12)

Pero, así como Santiago, desnuda nuestra inconsistencia de carácter, también nos muestra el camino a seguir como conducta de vida: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. 14 Pero, si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. 15 Esa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. 16 Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. 17 En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. 18 En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz”. (Santiago 3:13-17). 

Recuerde que nuestro hablar, genera realidades. Es decir, si queremos cambios para nuestro país, empecemos por nosotros.

APRENDAMOS DE LA HISTORIA

El filósofo español Jorge Santayana (1863-1952), dijo “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”. La historia contemporánea nos da un buen ejemplo, que, frente a una lucha justa y necesaria, puede haber dos caminos, donde uno será mejor que el otro.

A mediados del siglo XX, Martin Luther King y Malcom X, fueron dos líderes norteamericanos que luchaban contra la segregación racial y abogaban por los derechos civiles de los afroamericanos, una causa justa y necesaria, pero ambos lo hacían desde veredas opuestas.

Por un lado, Luther King encarnaba la vía pacifista, inspirada en una profunda convicción cristiana, predicando los valores como el amor y la hermandad, pues creía en la convivencia entre negros y blancos, a quienes consideraba igualmente necesarios en la lucha por la igualdad. Y por el otro lado Malcom X, de convicciones más radicales, legitimaba la violencia por todos los medios contra los blancos, sustentado en los numerosos crímenes que habían sufrido - él en carne propia en su niñez - y opinaba que la población negra debía rebelarse ante la dominación blanca, por tanto, buscaba constituir una comunidad aparte de los blancos, pues debido a su acerbo musulmán radical, predicaba la superioridad del hombre negro sobre el blanco.

Luther King, en cambio, buscaba la integración racial y eso lo dejó claro en su famoso discurso “Yo tengo un sueño” dado el 28 de agosto de 1963, que en una de sus partes decía: “Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad”.

Martín Luther King y Malcom X, creían y encarnaban caminos distintos para enfrentar un mismo problema. Ambos luchaban contra un sistema absolutamente injusto y eran críticos con el gobierno de los Estados Unidos, pues sostenían que sólo servía a los blancos. Pero uno lo hacía desde la violencia y el otro desde la no violencia.

Al final de su vida, Malcolm X quien había adoptado y enseñado el camino de la violencia activa, adoptó una postura menos radical para defender los derechos de la población afroamericana. Abandonó el movimiento de la Nación del Islam porque quería unir fuerzas con otras asociaciones y líderes que luchaban por los derechos civiles, sin embargo, miembros de la Nación del Islam que no estuvieron de acuerdo con el nuevo rumbo de sus ideas, lo asesinaron el 21 de febrero de 1965, cuando tenía 39 años.

En el mes julio de 1964 se promulgó la Ley de los Derechos Civiles y en octubre del mismo año, Martin Luther King recibió el Premio Nobel de la Paz, a la edad de 35 años. Durante los últimos tres años de su vida, Luther King comenzó a hablar de eliminar la pobreza y garantizar un ingreso anual a todos los ciudadanos de Estados Unidos. Habló contra la Guerra de Vietnam y proclamó la necesidad de reestructurar la sociedad estadounidense. El 4 de abril de 1968, fue asesinado por un grupo de racistas blancos, a la edad de 39 años. Sin embargo, su sueño se hizo realidad, mediante la paz.

EL CAMINO DE LA PAZ

El Biblia es clara con respecto a que el camino de la paz, siempre es el que debemos tomar. Salmo 34:14 dice: “Apártate del mal y haz el bien, Busca la paz y síguela”. El Señor Jesús es más claro aun cuando dice: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:6) “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. (Mateo 5:9)

¿Qué podemos entender de todo lo que está ocurriendo en nuestro país? Que Dios permite instancias históricas como estas, para que seamos lo que predicamos. Este es el momento de ser esas “cartas vivas, conocidas y leídas por todos los hombres” (2 Corintios 3:2), ser “luz y sal” en medio de la oscuridad y corrupción (Mt.5:13,14) y que usemos lo que Dios nos ha dado “las armas espirituales poderosas para la destrucción de fortalezas” (2 Cor.10). Permítame enumerarle, algunas armas de nuestro arsenal:

La oración intercesora por nuestro país. Oremos de acuerdo a Marcos 11:24 que dice: "Por eso les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido, y les serán concedidas". Oremos cada día creyendo que la paz ha llegado a nuestro país y que las autoridades han recibido sabiduría para enfrentar la crisis y salir de ella. Oremos creyendo que los partidos políticos han dejado sus mezquindades y también han escuchado el clamor del pueblo, Oremos por los que sufren la pérdida de un ser querido, para que alcancen consuelo. etc. 

         Actuemos siendo luz y sal (Mt.5:14,16). Participemos activamente en los cabildos y conversatorios, pero desde el amor. Demos nuestras opiniones de cómo queremos un país mejor, mostrando que servimos a Dios, sin juzgar o menospreciar al que tiene una postura distinta a la nuestra y tampoco lo tomemos como un acto proselitista, y no busquemos "predicar", sino simplemente modelemos el amor de Dios.
       
         Obedezcamos la Palabra: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y Sígame” (Lucas 9:23). Muramos a nuestro color político que ha estado dormido todos estos años, y que ha reaparecido con fuerzas y preguntémonos si nuestro hablar, nuestro lenguaje cotidiano contribuye a la paz o al contrario exacerba el odio y el temor. 

       Busquemos ser consecuentes. "Que tu sí sea sí, que tú no sea no"(Mt.5:37); Si estoy orando por la paz en mi país, no puedo estar usando las redes sociales (Instagram, Facebook, WhatsApp) para reenviar cuanto video o información me llega y que demoniza a los que no piensan como yo. Y ojo con las fake news, seamos responsables. Seamos agentes de paz.

     Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? (1 Juan 4:20)

      

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NEUROCIENCIA Y LA BIBLIA

A JESUS NO LO CRUCIFICARON LOS ROMANOS, SINO NUESTROS PECADOS

¡DESPIERTA!