EL VERANO INVENCIBLE
“En las profundidades del invierno finalmente aprendí
que en mi interior habita un verano invencible”
El invierno es una estación fría, gris, a veces oscura y desolada. En nuestra vida atravesamos por esos inviernos donde nos sentimos
totalmente solos, abandonados, donde los sentimientos y las emociones negativas
van de la mano con los negros nubarrones que amenazan tormenta y llegamos a
preguntarnos, ¿Dónde está Dios?
Lo paradójico es que Dios está en ese invierno.
El
problema es que nosotros no lo vemos, pues estamos tan enfocados en nuestro
dolor, sufrimiento y desencanto que sólo nos vemos a nosotros como víctimas de
esa desolación. Tan ciegos estamos que no nos damos cuenta que, con esa
actitud, nada estamos aprendendiendo, sólo sufrimos y profundizamos el error al buscar aliados que nos “entiendan”, con lo que sólo fortalecemos el vernos como
víctimas, sin entender que esa es una actitud, totalmente egocéntrica, no nos ayuda a aprender la lección que Dios desea enseñarnos.
Dios está allí,
pero estamos tan llenos de nosotros, que no lo vemos.
CAMBIO DE ENFOQUE
En cambio, si realmente tomáramos en serio a Dios, aprenderíamos que Él está permitiendo ese invierno para enseñarnos una
lección que transformará nuestra vida.
Él está usando ese invierno para que comprendamos que Su
amor nos está guiando hacia “un verano invencible”.
Al enfocar en Dios y no en nosotros, comenzamos a
entender que somos esos “vasos de barro, y que el tesoro está dentro de nosotros”
(2 Cor. 4:7). Empezamos a descubrir que “más poderoso es el que está en
nosotros que en que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
Comprenderemos por la
experiencia las palabras del apóstol Pablo cuando dice: “ya no vivo yo, más
Cristo vive en mí, y lo que ahora vivo en la carne (el invierno), lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi” (Gal.2:20).
Entenderemos a cabalidad el verso de 1 Corintios 3:16 “¿No saben que son
templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”. Y caeremos
rendidos en adoración al entender que Jesús no miente y que realmente Él “está
con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Cuando la Palabra dice: "Estén quietos y conozcan
que yo soy Dios" (Salmo 46:10), en realidad es una invitación a
tranquilizarnos, y enfocar en Él y no en nosotros, con la certeza que pasaremos
ese invierno de su mano, pues hallaremos dentro de nosotros el “verano invencible”
de Su presencia.
Esta hermosa cita: “En las profundidades del invierno
finalmente aprendí que en mi interior habita un verano invencible”, pertenece a
Albert Camus, dramaturgo francés, ganador del premio nobel de literatura en
1957.
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