ES EN EL FRACASO DONDE APRENDEMOS, NO EN EL EXITO

Sin duda el fracaso es una experiencia muy dolorosa, que todos en mayor o menor medida hemos experimentado. ¿Qué es un fracaso? Es una circunstancia a través de la cual experimentamos interiormente la derrota, al darnos cuenta que algo en lo que habíamos puesto nuestra esperanza, no salió como imaginamos y aparece el desencanto, la tristeza, el dolor. Luego que el fracaso nos golpea, aparece la aterradora pregunta, y ¿ahora que? Este es un punto de inflexión, en que podemos reaccionar de dos maneras:



Una de las reacciones más típicas frente al fracaso es buscar algún culpable a quien endilgarle todo el dolor, amargura y decepción. Aparecen palabras como la venganza, el odio, el desprecio y la necesidad de buscar cada momento para hablar mal de esa persona, justificando que sólo está diciendo la verdad (su verdad), y sintiéndose acompañado(a) al ver que más personas se suman a su dolor de víctima. Pero mediante este camino no se aprende nada.

Pero también hay otra reacción frente al fracaso y que es volcarse en Dios, pero de todo corazón, y entender que si hay algún culpable en todo el desastre que está viviendo, el primero es usted y luego, dejar de buscar culpables. Este es el camino para entender que si Dios ha permitido todo el descalabro y dolor que está viviendo, es para sacar lo mejor de usted y no lo peor.
LOS FRACASOS HABLAN

Los fracasos nos hablan más de nosotros que de las circunstancias que vivimos, pues nuestra reacción demuestra lo que verdaderamente hay en nuestro corazón. Cuando un limón se exprime, sale jugo de limón. Cuando nosotros somos exprimidos por el fracaso, que sale de nosotros ¿lo mejor, o lo peor? Lo que sale, es lo que realmente somos y no lo que hemos pensado que somos.

Los fracasos, son una bendición que Dios permite para nuestra sanidad y crecimiento espiritual. Dios no hace magia, sino que nos enseña día a día y a través de las circunstancias dolorosas a enfrentar nuestros temores más arraigados, nuestras heridas más recónditas y que mediante el fracaso podemos identificar y sanar en una renovada relación con Dios a través del dolor. Al conectarnos a Dios día a día, buscando vivir dependientes de Jesús, la Vid Vedadera, el fruto del amor comienza a nacer y crecer en el corazón sanandole de todas esas heridas.

EL DOLOR NOS DESPIERTA

El fracaso, el dolor, es una de la alarmas que Dios usa para despertarnos y sacarnos de la religión vacía que sólo nos mantiene dormidos pensando que a través de ritos estamos sirviendo a Dios, cuando nuestro corazón en realidad destila odio, sed de venganza.

Sólo a través de los fracasos lograremos hallar la anhelada paz interior que necesitamos para poder relacionarnos mejor y alcanza el potencial que Dios ha puesto en nosotros.

SANSÓN

Permítame un ejemplo bíblico: Sansón. En Jueces capítulo 16 hallamos la vergonzosa historia de Sansón y Dalila.
Sansón fue un hebreo designado por Dios como juez para guiar a Israel, y darle la victoria sobre los filisteos. Para esta tarea, el Señor dotó a Sansón de una fuerza física extraordinaria, algo así como un Hércules o un Superman, sin embargo esa aunque cumplía religiosamente con su rol nacional, su corazón se había corrompido por el orgullo y se dejaba seducir por el placer sensual del sexo opuesto. Y la Biblia nos muestra como este campeón comienza a caer y detalla su relación fornicaria con Dalila, una encantadora joven filistea, quien le tiende una trampa y Sansón cae en la más profunda derrota. Es puesto en prisión, le arrancan los ojos, y allí es vejado, humillado y usado por sus enemigos para su diversión. Sansón había fracasado, ante Dios, ante su familia, ante su pueblo y ante sí mismo. Su derrota era total.

¿Qué pasó con él? Gracias a Dios que Sansón no era parte de alguna iglesia de hoy, pues se le hubiera juzgado y condenado sin piedad. Sansón, en su agonía, en su dolor y fracaso y en la oscuridad de la mazmorra donde se encontraba, clamó al Dios de gracia y éste le oyó - y por favor, no se apresure a pensar que estoy justificando el pecado de este hombre con Dalila, de hecho él pagó un alto precio por su pecado - y Dios en las postrimerías de su vida, le dio a Sansón la más grande de las victorias sobre sus enemigos.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

La Biblia nos habla de hombres y mujeres que fracasaron, pero también nos habla del amor de Dios que perdona y restaura.
Tal vez usted ha experimentado el dolor del fracaso en su matrimonio, en un negocio, en los estudios, etc. , pero Dios que siempre da segundas oportunidades le está diciendo que hay esperanza después del fracaso.

Si ha fracasado y todos lo apuntan de esa manera, vuélquese a Dios hoy mismo y reconozca su propia responsabilidad frente a su fracaso y dolor y ríndase a Dios. Y si necesita ayuda, escribanos a: c.a.cristianosanonimos@gmail.com





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