UNA REFLEXION ACERCA DEL PECADO
En este siglo XXI en que abundan tantas nuevas ideologías y búsquedas espirituales, una que gana adeptos es la que señala que el pecado no existe y que es simple ignorancia del hombre. Otra señala que es un concepto creado por la iglesia, como una manera de mantener sujeto al rebaño mediante el temor.
Por otro lado, dentro de la iglesia, el pecado está más presente de lo que se quisiera. De hecho el Señor Jesús dejó en evidencia esta realidad en la historia del religioso que oraba: "El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo” (Lucas 18:11,12). Su oración mostraba que había más pecado en él, que en aquel que estaba juzgando.
Como vemos, el pecado es algo real que está presente transversalmente tanto en el mundo no cristiano como dentro de él. ¿Qué es entonces el pecado que es capaz de permearlo todo y ser como una plaga infecciosa?
Para llegar a una respuesta, debemos ir al Génesis y examinar, como en ese ambiente tan puro, pudo entrar el pecado. Recordemos que el hombre y la mujer fueron creados perfectos y caminaban en íntima comunión con su Creador. Eran totalmente teocéntricos, su vida estaba enfocada y emanaba de Dios. El hombre y la mujer, estaban tan conectados al Padre, como lo está el pámpano pegado a la vid. Gozaban de la vida de Dios, que es más que vida biológica (bios), era vida de Dios (zoe). Sin embargo, cuando Satanás entra en escena, con él entra el pecado; caen en la tentación, desobedecen a Dios, y como consecuencia rompen su relación con Él. Se esconden de Su presencia, pues por primera vez se ven a sí mismos desnudos y temerosos. Esos dos seres humanos, que hacía un momento atrás eran totalmente teocéntricos, ahora son trágicamente egocéntricos. Han muerto espiritualmente, pues han perdido toda comunión con Dios. El pámpano se despegó de la vid.
¿Qué es el pecado que lo hace tan letal? La palabra "pecado", tiene su origen en el término hebreo לְהַחטִיא (lehachti) que implica la idea de cometer un error o errar el blanco, no cumplir el objetivo.
Esto queda claramente demostrado en la tragedia del Edén. Adán y Eva estaban totalmente enfocados en el blanco que era Dios. Eran totalmente teocéntricos. Sin embargo, cuando permitieron que el pecado entrara en ellos, dejaron de enfocar en el blanco, dejaron de cumplir su propósito y su ego fue ahora la razón de su vida. Perdieron el rumbo y su propósito, sacaron los ojos de Dios y los pusieron en ellos mismos, en sus emociones, en su corazón engañoso y en sus circunstancias.
Existe un pensamiento generalizado dentro de la iglesia, que si alguien peca, es porque no conoce a Dios o su relación con él no es la mejor, o hay pecados ocultos, etc. Sin embargo, el pecado de Adán y Eva prueban que ese juicio no es siempre real. Ellos gozaban de una total comunión con Dios, el ambiente en el que vivían era de pureza absoluta y no tenían pecados ocultos, éste ni siguiera existía. ¿Cómo pudo Satanás entonces tentarlos para que pecaran? En realidad, Satanás fue muy astuto. Primero sembró la semilla de la duda en cuanto a lo que significaba el mandato de Dios: "¿Es verdad que Dios les dijo...."?. Conseguido aquello, distorsionó lo que Dios les había dicho de esta manera: "que no comieran de ningún arbol del jardín", pero no era lo que el Padre había dicho, sólo les había prohibido uno. Fue un cambio minúsculo, pero ahora significaba lo opuesto a lo dicho por Dios. Y finalmente, dio el tiro de gracia. Contradijo directamente el mandato Divino, y al hacerlo, los inoculó con el venenoso pensamiento que Dios no les estaba privando de algo valioso, que no era tan bueno como creían y que no era confiable. La implicancia era: ¿Cómo se puede servir, vivir y confiar en un Dios así?.
Esa misma estrategia satánica, con diversos matices, es la que usa contra nosotros hoy. El objetivo, siempre será separarnos de Dios, que erremos el blanco, que nos apartemos del objetivo de vivir para Él. En el cumplimiento de ese propósito, usará todo aquello que forma parte de la vieja naturaleza; heridas del pasado, traumas no resueltos, rencores, envidias, temores, debilidades, incluso nuestra religiosidad, etc. El objetivo final será que la persona se decepcione de Dios. Es muy posible que use alguna circunstancia dolorosa, abusiva o injusta. Quizás usará la decepción de aquellas oraciones que jamás fueron respondidas, o la muerte de un ser querido, alguna enfermedad de mal pronóstico, una crisis matrimonial que termina en divorcio, o alguna tragedia al interior de la familia y que por lo dolorosa, nadie sabe y que a Dios parece no importarle. Incluso puede ser la decepción de la misma iglesia, donde esperaba encontrar a personas llenas de gracia y por el contrario, encuentra a las peores, pues la cizaña siempre está presente junto al trigo. Es en esos momentos que Satanás susurrará al oído: ¿Cómo puede un Dios que te ama permitir eso en tu vida?, ¿Mira cuánto has orado y ayunado, y ni siquiera te oye, estás seguro que eres importante para Él?, ¿Como un Dios que dice amarte permite esta tragedia en tu vida, acaso no ve tu sufrimiento y soledad?, ¿No se supone que en la iglesia están las mejores personas, mira a fulano como siembra el chisme y tú crees que a Dios le importa?, ¿De que sirvió dar tantos años de tu vida entregados a Dios, que ganaste?.
Preguntas tan venenosas como éstas, permean la mente y el corazón y la persona, al igual que Adán y Eva, duda, se decepciona y se aleja paulatinamente de Dios, la iglesia y todo aquello que represente algo relativo a la religión. Incluso, personas decepcionadas pueden seguir asistiendo a la iglesia y haciendo todo lo religiosamente correcto, por obligación, pero con el corazón vacío, con oraciones vacías. Igualmente, personas como el fariseo de la historia del comienzo, pueden trabajar incansablemente en la iglesia, pero están tan dominadas por el ego, que no ven el engaño en que están, pues lejos de servir a Dios, se sirven ellos mismos. Mientras el ego o la carne estén presentes, se errará siempre el blanco que es Dios. Y errar el blanco es pecado.
En su soberanía, Dios permite muchas situaciones que no entendemos. Incluso permite el pecado y las malas decisiones que nos llevan por caminos de dolor y soledad. Pero Dios siempre está ahí, para sanar heridas, abrir nuestros ojos y restaurarnos a una relación más real con Él. En realidad, la vida no vale la pena, si no se vive para Dios.
Si se encuentra viviendo una realidad como la que he descrito, quiero que sepa que siempre hay esperanza y los que hemos transitado el camino del dolor, lo sabemos.Y aunque el pecado siempre hiere el corazón de Dios, Su amor es tan grande, que no cesa de buscarnos. Y es que Dios siempre busca la manera que nos reconectemos con él. Tal vez esto que esta leyendo, sea una una manera en que Dios está - como el padre del hijo pródigo - esperando su retorno para correr a abrazarle.
Si no se congrega y anhela volver a tener una relación de intimidad con Dios, le invito a que nos escriba a este correo c.a.cristianos.anonimos@gmail.com y podamos alentarnos mutuamente.
Por otro lado, dentro de la iglesia, el pecado está más presente de lo que se quisiera. De hecho el Señor Jesús dejó en evidencia esta realidad en la historia del religioso que oraba: "El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo” (Lucas 18:11,12). Su oración mostraba que había más pecado en él, que en aquel que estaba juzgando.
Como vemos, el pecado es algo real que está presente transversalmente tanto en el mundo no cristiano como dentro de él. ¿Qué es entonces el pecado que es capaz de permearlo todo y ser como una plaga infecciosa?
Para llegar a una respuesta, debemos ir al Génesis y examinar, como en ese ambiente tan puro, pudo entrar el pecado. Recordemos que el hombre y la mujer fueron creados perfectos y caminaban en íntima comunión con su Creador. Eran totalmente teocéntricos, su vida estaba enfocada y emanaba de Dios. El hombre y la mujer, estaban tan conectados al Padre, como lo está el pámpano pegado a la vid. Gozaban de la vida de Dios, que es más que vida biológica (bios), era vida de Dios (zoe). Sin embargo, cuando Satanás entra en escena, con él entra el pecado; caen en la tentación, desobedecen a Dios, y como consecuencia rompen su relación con Él. Se esconden de Su presencia, pues por primera vez se ven a sí mismos desnudos y temerosos. Esos dos seres humanos, que hacía un momento atrás eran totalmente teocéntricos, ahora son trágicamente egocéntricos. Han muerto espiritualmente, pues han perdido toda comunión con Dios. El pámpano se despegó de la vid.
¿Qué es el pecado que lo hace tan letal? La palabra "pecado", tiene su origen en el término hebreo לְהַחטִיא (lehachti) que implica la idea de cometer un error o errar el blanco, no cumplir el objetivo.
Esto queda claramente demostrado en la tragedia del Edén. Adán y Eva estaban totalmente enfocados en el blanco que era Dios. Eran totalmente teocéntricos. Sin embargo, cuando permitieron que el pecado entrara en ellos, dejaron de enfocar en el blanco, dejaron de cumplir su propósito y su ego fue ahora la razón de su vida. Perdieron el rumbo y su propósito, sacaron los ojos de Dios y los pusieron en ellos mismos, en sus emociones, en su corazón engañoso y en sus circunstancias.
Existe un pensamiento generalizado dentro de la iglesia, que si alguien peca, es porque no conoce a Dios o su relación con él no es la mejor, o hay pecados ocultos, etc. Sin embargo, el pecado de Adán y Eva prueban que ese juicio no es siempre real. Ellos gozaban de una total comunión con Dios, el ambiente en el que vivían era de pureza absoluta y no tenían pecados ocultos, éste ni siguiera existía. ¿Cómo pudo Satanás entonces tentarlos para que pecaran? En realidad, Satanás fue muy astuto. Primero sembró la semilla de la duda en cuanto a lo que significaba el mandato de Dios: "¿Es verdad que Dios les dijo...."?. Conseguido aquello, distorsionó lo que Dios les había dicho de esta manera: "que no comieran de ningún arbol del jardín", pero no era lo que el Padre había dicho, sólo les había prohibido uno. Fue un cambio minúsculo, pero ahora significaba lo opuesto a lo dicho por Dios. Y finalmente, dio el tiro de gracia. Contradijo directamente el mandato Divino, y al hacerlo, los inoculó con el venenoso pensamiento que Dios no les estaba privando de algo valioso, que no era tan bueno como creían y que no era confiable. La implicancia era: ¿Cómo se puede servir, vivir y confiar en un Dios así?.
Esa misma estrategia satánica, con diversos matices, es la que usa contra nosotros hoy. El objetivo, siempre será separarnos de Dios, que erremos el blanco, que nos apartemos del objetivo de vivir para Él. En el cumplimiento de ese propósito, usará todo aquello que forma parte de la vieja naturaleza; heridas del pasado, traumas no resueltos, rencores, envidias, temores, debilidades, incluso nuestra religiosidad, etc. El objetivo final será que la persona se decepcione de Dios. Es muy posible que use alguna circunstancia dolorosa, abusiva o injusta. Quizás usará la decepción de aquellas oraciones que jamás fueron respondidas, o la muerte de un ser querido, alguna enfermedad de mal pronóstico, una crisis matrimonial que termina en divorcio, o alguna tragedia al interior de la familia y que por lo dolorosa, nadie sabe y que a Dios parece no importarle. Incluso puede ser la decepción de la misma iglesia, donde esperaba encontrar a personas llenas de gracia y por el contrario, encuentra a las peores, pues la cizaña siempre está presente junto al trigo. Es en esos momentos que Satanás susurrará al oído: ¿Cómo puede un Dios que te ama permitir eso en tu vida?, ¿Mira cuánto has orado y ayunado, y ni siquiera te oye, estás seguro que eres importante para Él?, ¿Como un Dios que dice amarte permite esta tragedia en tu vida, acaso no ve tu sufrimiento y soledad?, ¿No se supone que en la iglesia están las mejores personas, mira a fulano como siembra el chisme y tú crees que a Dios le importa?, ¿De que sirvió dar tantos años de tu vida entregados a Dios, que ganaste?.
Preguntas tan venenosas como éstas, permean la mente y el corazón y la persona, al igual que Adán y Eva, duda, se decepciona y se aleja paulatinamente de Dios, la iglesia y todo aquello que represente algo relativo a la religión. Incluso, personas decepcionadas pueden seguir asistiendo a la iglesia y haciendo todo lo religiosamente correcto, por obligación, pero con el corazón vacío, con oraciones vacías. Igualmente, personas como el fariseo de la historia del comienzo, pueden trabajar incansablemente en la iglesia, pero están tan dominadas por el ego, que no ven el engaño en que están, pues lejos de servir a Dios, se sirven ellos mismos. Mientras el ego o la carne estén presentes, se errará siempre el blanco que es Dios. Y errar el blanco es pecado.
En su soberanía, Dios permite muchas situaciones que no entendemos. Incluso permite el pecado y las malas decisiones que nos llevan por caminos de dolor y soledad. Pero Dios siempre está ahí, para sanar heridas, abrir nuestros ojos y restaurarnos a una relación más real con Él. En realidad, la vida no vale la pena, si no se vive para Dios.
Si se encuentra viviendo una realidad como la que he descrito, quiero que sepa que siempre hay esperanza y los que hemos transitado el camino del dolor, lo sabemos.Y aunque el pecado siempre hiere el corazón de Dios, Su amor es tan grande, que no cesa de buscarnos. Y es que Dios siempre busca la manera que nos reconectemos con él. Tal vez esto que esta leyendo, sea una una manera en que Dios está - como el padre del hijo pródigo - esperando su retorno para correr a abrazarle.
Si no se congrega y anhela volver a tener una relación de intimidad con Dios, le invito a que nos escriba a este correo c.a.cristianos.anonimos@gmail.com y podamos alentarnos mutuamente.
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