TRES PALABRAS QUE PUEDEN MARCAR LA VIDA
Hellen Keller nació como una bebita sana en el año 1880, cerca de los dos años de edad desarrolló una enfermedad que la dejó sorda, muda y ciega. La niña fue creciendo y desarrollando un carácter tremendamente agresivo. Sus padres intentaron que aprendiera el lenguaje de los sordomudos, pero ningún profesor quería acercarse a ella, pues era insoportable y finalmente se dieron por vencidos. El diagnóstico no era bueno, el pronóstico nada prometedor y el veredicto lapidario: Hellen era un caso perdido y no tenía ningún futuro, sin embargo hubo una joven maestra de nombre Anne Sullivan que se atrevió con aquel monstruillo, y logró lo imposible; derrotar una por una aquellas terribles palabras: diagnóstico, pronóstico y veredicto.
El tiempo y el amor comprometido de aquella profesora fueron demostrando que Hellen tenía una inteligencia prodigiosa, aprendió a leer, escribir y llegó a la Universidad, convirtiéndose en la primera persona sordomuda y ciega que se graduó con honores en el año 1904. Aprendió francés, alemán, griego y latín, escribió libros y dio conferencias por el mundo. Su legado hasta hoy continúa con escuelas que ayudan a personas con discapacidades como las de ella, sin duda un gran ejemplo de esfuerzo y superación.
La mayoría de las personas no vive dramas tan trágicos como los acaecidos en la vida de Hellen, pero con toda seguridad han vivido la experiencia, en algún momento de sus vidas, de escuchar de personas algunos juicios lapidarios como éstos: "al paso que vas no llegarás a ninguna parte", " eres un caso perdido", "siempre serás un perdedor", "tú nunca vas a cambiar","nada bueno hay en ti", etc. Lo lamentable es que muchos de esos diagnósticos, pronósticos y veredictos se convierten en verdaderas profecías cumplidas, donde las personas llegan a creer lo que otros han dicho de ellas, viviendo así vidas por debajo del potencial dado por Dios.
Algo similar ocurre cuando las personas acuden a los médicos y en ocasiones, luego de hacer el diagnóstico y pronóstico, otorgan el veredicto, señalando incluso el tiempo que le quedaría de vida y desgraciadamente la mayoría de los pacientes toman esas palabras como una ley, y se entregan a la muerte.
En la iglesia también ocurre lamentablemente algo similar, hay personas que se sienten garantes de la pureza y piensan que el don de lenguas consiste en juzgar y murmurar de los demás, sin entender que cuando apuntan a otro buscando definirlo, más bien se están definiendo a sí mismas. Lo triste es que muchos toman esas venenosas palabras y asumen que no hay salida, abandonando la iglesia y a Dios. ¿Es posible entonces lidiar en los diferentes contextos con el diagnóstico, el pronóstico y el veredicto?. La respuesta es afirmativa, y la encontramos en la Biblia donde detrás de las historias relatadas se exponen principios que nos enseñan a vivir.
En el capítulo 5 de Marcos, se nos muestran dos casos muy interesantes. El primero, es la hija de un religioso prominente llamado Jairo que está muy grave. Y el otro, la mujer que ha padecido hemorragia de sangre por más de una década.
Jairo era un hombre importante en la sinagoga y cuando supo que Jesús había llegado, acudió de prisa a buscarlo y llegando a él, se postró en el piso en un gesto de humillación rogándole por la salud de su hija, sin embargo, en ese preciso momento, le llega la terrible noticia: "tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?" (Marcos 5:35). Jairo sabía que el diagnóstico de la enfermedad de su hija no era alentador, pero tenía una esperanza que se desvanece de golpe ante el triste veredicto de la muerte de su hijita. No obstante, Jesús observando aquella escena le dice a Jairo: "no temas, cree solamente"(Marcos 5:36). El veredicto era tan lapidario, que cuando llega Jesús con Jairo a su casa buscando sanar a la pequeña, la gente que estaba allí, y que sabían que la niña había muerto "se burlaban de El". (Marcos 5:40), más Jesús, entrando donde yacía su cuerpo, resucita a la pequeña de 12 años.
Esto nos enseña que el diagnóstico y el pronóstico pueden ser correctos, pero el veredicto es un tema entre la persona y Dios, pues Él conoce todas las cosas.
El segundo caso, trata de aquella mujer con una enfermedad tremendamente limitante y debilitante, como lo era una hemorragia constante por doce años. Durante todo ese tiempo había visitado todos los médicos posibles y ya no tenía recursos para más. Marcos 5:26 dice que: "había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado", es decir, una vez más tenemos aquí una mujer con un pronóstico terrible, pues ya ni siquiera le quedaba dinero y además, con un veredicto sin esperanza. Sin embargo, ella estaba dispuesta a no aceptarlo, pues se dijo a sí misma: "Si tan sólo toco sus ropas, sanaré" (Marcos 5;28). Seguramente con gran dificultad se abrió paso entre la muchedumbre que iba con Jesús hasta tocar el borde de su manto, instante en el que fue sanada.
Estas dos historias nos muestran la importancia de no hacer caso de las palabras de personas que hablan y emiten juicios sin conocer ni las circunstancias, ni el contexto que se vive, y sin ninguna gracia o consideración de los designios de Dios. Al mismo tiempo nos muestran la importancia de entender que aunque el diagnóstico y el pronóstico se ajusten a la realidad, el veredicto lapidario puede cambiarse si la persona se humilla ante el Señor y le busca de todo corazón.
Pablo Coelho escribió: "No podemos juzgar la vida de los demás porque cada uno sabe de su propio dolor y su propia renuncia". Sin embargo, hay personas que se arrogan el derecho de analizar las circunstancias de alguna persona y emitir juicios tajantes. Pero siguiendo el ejemplo de Jairo y la mujer, jamás se debe permitir que aquellas palabras gobiernen la vida y siempre se debe luchar para llegar a Dios y buscar Su veredicto, que es lo verdaderamente importante, pues Él conoce todas las cosas, incluyendo el corazón.
Para más información, escríbanos a: c.a.cristianosanonimos@gmail.com
El tiempo y el amor comprometido de aquella profesora fueron demostrando que Hellen tenía una inteligencia prodigiosa, aprendió a leer, escribir y llegó a la Universidad, convirtiéndose en la primera persona sordomuda y ciega que se graduó con honores en el año 1904. Aprendió francés, alemán, griego y latín, escribió libros y dio conferencias por el mundo. Su legado hasta hoy continúa con escuelas que ayudan a personas con discapacidades como las de ella, sin duda un gran ejemplo de esfuerzo y superación.
La mayoría de las personas no vive dramas tan trágicos como los acaecidos en la vida de Hellen, pero con toda seguridad han vivido la experiencia, en algún momento de sus vidas, de escuchar de personas algunos juicios lapidarios como éstos: "al paso que vas no llegarás a ninguna parte", " eres un caso perdido", "siempre serás un perdedor", "tú nunca vas a cambiar","nada bueno hay en ti", etc. Lo lamentable es que muchos de esos diagnósticos, pronósticos y veredictos se convierten en verdaderas profecías cumplidas, donde las personas llegan a creer lo que otros han dicho de ellas, viviendo así vidas por debajo del potencial dado por Dios.
Algo similar ocurre cuando las personas acuden a los médicos y en ocasiones, luego de hacer el diagnóstico y pronóstico, otorgan el veredicto, señalando incluso el tiempo que le quedaría de vida y desgraciadamente la mayoría de los pacientes toman esas palabras como una ley, y se entregan a la muerte.
En la iglesia también ocurre lamentablemente algo similar, hay personas que se sienten garantes de la pureza y piensan que el don de lenguas consiste en juzgar y murmurar de los demás, sin entender que cuando apuntan a otro buscando definirlo, más bien se están definiendo a sí mismas. Lo triste es que muchos toman esas venenosas palabras y asumen que no hay salida, abandonando la iglesia y a Dios. ¿Es posible entonces lidiar en los diferentes contextos con el diagnóstico, el pronóstico y el veredicto?. La respuesta es afirmativa, y la encontramos en la Biblia donde detrás de las historias relatadas se exponen principios que nos enseñan a vivir.
En el capítulo 5 de Marcos, se nos muestran dos casos muy interesantes. El primero, es la hija de un religioso prominente llamado Jairo que está muy grave. Y el otro, la mujer que ha padecido hemorragia de sangre por más de una década.
Jairo era un hombre importante en la sinagoga y cuando supo que Jesús había llegado, acudió de prisa a buscarlo y llegando a él, se postró en el piso en un gesto de humillación rogándole por la salud de su hija, sin embargo, en ese preciso momento, le llega la terrible noticia: "tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?" (Marcos 5:35). Jairo sabía que el diagnóstico de la enfermedad de su hija no era alentador, pero tenía una esperanza que se desvanece de golpe ante el triste veredicto de la muerte de su hijita. No obstante, Jesús observando aquella escena le dice a Jairo: "no temas, cree solamente"(Marcos 5:36). El veredicto era tan lapidario, que cuando llega Jesús con Jairo a su casa buscando sanar a la pequeña, la gente que estaba allí, y que sabían que la niña había muerto "se burlaban de El". (Marcos 5:40), más Jesús, entrando donde yacía su cuerpo, resucita a la pequeña de 12 años.
Esto nos enseña que el diagnóstico y el pronóstico pueden ser correctos, pero el veredicto es un tema entre la persona y Dios, pues Él conoce todas las cosas.
El segundo caso, trata de aquella mujer con una enfermedad tremendamente limitante y debilitante, como lo era una hemorragia constante por doce años. Durante todo ese tiempo había visitado todos los médicos posibles y ya no tenía recursos para más. Marcos 5:26 dice que: "había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado", es decir, una vez más tenemos aquí una mujer con un pronóstico terrible, pues ya ni siquiera le quedaba dinero y además, con un veredicto sin esperanza. Sin embargo, ella estaba dispuesta a no aceptarlo, pues se dijo a sí misma: "Si tan sólo toco sus ropas, sanaré" (Marcos 5;28). Seguramente con gran dificultad se abrió paso entre la muchedumbre que iba con Jesús hasta tocar el borde de su manto, instante en el que fue sanada.
Estas dos historias nos muestran la importancia de no hacer caso de las palabras de personas que hablan y emiten juicios sin conocer ni las circunstancias, ni el contexto que se vive, y sin ninguna gracia o consideración de los designios de Dios. Al mismo tiempo nos muestran la importancia de entender que aunque el diagnóstico y el pronóstico se ajusten a la realidad, el veredicto lapidario puede cambiarse si la persona se humilla ante el Señor y le busca de todo corazón.
Pablo Coelho escribió: "No podemos juzgar la vida de los demás porque cada uno sabe de su propio dolor y su propia renuncia". Sin embargo, hay personas que se arrogan el derecho de analizar las circunstancias de alguna persona y emitir juicios tajantes. Pero siguiendo el ejemplo de Jairo y la mujer, jamás se debe permitir que aquellas palabras gobiernen la vida y siempre se debe luchar para llegar a Dios y buscar Su veredicto, que es lo verdaderamente importante, pues Él conoce todas las cosas, incluyendo el corazón.
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