EL INVIERNO CON DIOS
Albert Camus, dramaturgo francés, ganador del premio nobel de literatura en 1957, escribió cosas notables. Entre sus ingeniosas frases, les comparto la siguiente: "En lo más crudo del invierno, aprendí por fin que dentro de mí hay un verano invencible".
Esa frase me hizo reflexionar en que es cierto que la vida pareciera tener estaciones, donde las primaveras y los veranos son nuestras preferidas y allí quisiéramos vivir siempre. Pero también aparecen los otoños y los crudos inviernos, que no son para nada placenteros. Nos azotan las tormentas de las crísis que se abalanzan sobre nosotros, empapándonos de emociones dolorosas y que sacuden a veces hasta los cimientos de nuestra propia existencia. Verdaderos inviernos emocionales que nos sumergen en la amargura y la desesperanza donde llegamos a cuestionarnos; ¿Dónde está Dios?
Y la respuesta es que Dios está en ese crudo invierno. El problema es que estamos tan enfocados en lo externo, que no vemos a Dios dentro de nosotros.
Cometemos el error de siempre estar buscando respuestas o soluciones que mitiguen el dolor, en lo externo. Buscando cambiar los escenarios, pensando que con ello el invierno acabará o buscamos el apoyo en personas, que al no están viviendo nuestra realidad, la verdad objetiva es que poco o nada nos ayudarán. El engaño llega al punto de pensar que somos víctimas y que la solución está en buscar aliados que "nos entiendan". Pero todo eso es un ardid, pues al cabo de un tiempo, el invierno vuelve con más fuerza. incluso, llegamos a creer que Dios habita en algún templo al que llamamos "la casa de Dios" o en algún lugar sagrado al que debemos peregrinar. ¿Cuál es nuestro problema real? Que seguimos buscando las respuestas en espejismos que están "afuera" de nosotros, creyendo que allí encontraremos las respuestas.
Entonces, ¿Por qué Dios permite entonces los crudos inviernos? Para que aprendamos a mirar dentro de nosotros y ver el "tesoro que hay dentro de estos vasos de barro" (2 Cor.4_7). ¿Acaso no dice la Escritura, "porque el que está en USTEDES es más poderoso que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4) ? ¿Acaso no dice; "Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y HAREMOS MORADA" (Juan 14:23) "...y ya no vivo yo, mas vive CRISTO VIVE EN MÍ; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal.2:20)? ¿O no dice que: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios HABITA EN VOSOTROS (1 Corintios 3:16)? ,¿O, "yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt.28:20)?
Cuando la Palabra dice: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10), en realidad es una invitación a tranquilizarnos, enfocar en nuestro interior y comenzar a caminar en el crudo invierno, con nuestro Dios, aprendiendo a ser agradecidos, a enfocar en lo que tenemos y no en lo que no tenemos, que es el primer paso para hallar dentro de nosotros el "verano invencible" de Su presencia.
Esa frase me hizo reflexionar en que es cierto que la vida pareciera tener estaciones, donde las primaveras y los veranos son nuestras preferidas y allí quisiéramos vivir siempre. Pero también aparecen los otoños y los crudos inviernos, que no son para nada placenteros. Nos azotan las tormentas de las crísis que se abalanzan sobre nosotros, empapándonos de emociones dolorosas y que sacuden a veces hasta los cimientos de nuestra propia existencia. Verdaderos inviernos emocionales que nos sumergen en la amargura y la desesperanza donde llegamos a cuestionarnos; ¿Dónde está Dios?
Y la respuesta es que Dios está en ese crudo invierno. El problema es que estamos tan enfocados en lo externo, que no vemos a Dios dentro de nosotros.
Cometemos el error de siempre estar buscando respuestas o soluciones que mitiguen el dolor, en lo externo. Buscando cambiar los escenarios, pensando que con ello el invierno acabará o buscamos el apoyo en personas, que al no están viviendo nuestra realidad, la verdad objetiva es que poco o nada nos ayudarán. El engaño llega al punto de pensar que somos víctimas y que la solución está en buscar aliados que "nos entiendan". Pero todo eso es un ardid, pues al cabo de un tiempo, el invierno vuelve con más fuerza. incluso, llegamos a creer que Dios habita en algún templo al que llamamos "la casa de Dios" o en algún lugar sagrado al que debemos peregrinar. ¿Cuál es nuestro problema real? Que seguimos buscando las respuestas en espejismos que están "afuera" de nosotros, creyendo que allí encontraremos las respuestas.
Entonces, ¿Por qué Dios permite entonces los crudos inviernos? Para que aprendamos a mirar dentro de nosotros y ver el "tesoro que hay dentro de estos vasos de barro" (2 Cor.4_7). ¿Acaso no dice la Escritura, "porque el que está en USTEDES es más poderoso que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4) ? ¿Acaso no dice; "Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y HAREMOS MORADA" (Juan 14:23) "...y ya no vivo yo, mas vive CRISTO VIVE EN MÍ; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal.2:20)? ¿O no dice que: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios HABITA EN VOSOTROS (1 Corintios 3:16)? ,¿O, "yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt.28:20)?
Cuando la Palabra dice: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10), en realidad es una invitación a tranquilizarnos, enfocar en nuestro interior y comenzar a caminar en el crudo invierno, con nuestro Dios, aprendiendo a ser agradecidos, a enfocar en lo que tenemos y no en lo que no tenemos, que es el primer paso para hallar dentro de nosotros el "verano invencible" de Su presencia.
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