EL DOLOR, LA INFELICIDAD Y EL GOZO
Se supondría que el cristiano debiera ser la persona más feliz de la tierra, pues su pasado fue perdonado, tiene el futuro asegurado y vive un presente con Dios. Sin embargo, la realidad muestra que muchas personas que profesan ser cristianas, viven en constante infelicidad. No es raro encontrar creyentes que dicen: “yo voy a la iglesia para recargar las baterías para enfrentar la semana”, otros buscan momentos emocionales de llanto y éxtasis, para de esa manera “sentir a Dios” en alguna canción durante el rato de alabanza; otros usan el "horóscopo evangélico" de tomar un “pancito de vida”, que les diga cómo les irá ese día.
Todo lo anterior, muestra lo débil de nuestra base doctrinal, pues en estricto rigor, siguen buscando “afuera”, aquellas emociones que mitiguen, aunque sea por un rato, el dolor y el sentimiento de infelicidad. En este punto, el cristianismo es más una "droga" que se administra, que una "relación con Dios" que se vive. En apariencia, desgraciadamente podríamos decir, que Marx tuvo razón cuando dijo que “la religión era el opio (la droga) del pueblo”.
JESÚS
Sin embargo, la pregunta que debiéramos hacernos, es: ¿Dónde está nuestra fe en Jesucristo?, ¿Tan poco valoramos su sacrificio y sus palabras? Tal vez, parte del error sea que se ha llegado a creer que la fe es una emoción que debe sentirse. ¿Dónde dice la Biblia eso? La fe es una actitud que se elige y no una emoción que se siente. “Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Heb.11:1)
EL DOLOR
Alguien podría preguntar: Pero ¿Qué hago con el dolor? En primer lugar, cambiar el enfoque y verlo como la manera en que Dios nos prepara para el crecimiento y la madurez. ¿Recuerda a Pedro cuando negó al Señor? Dice la palabra que después de esa experiencia, “lloró amargamente” (Luc.2:62). Pedro sufrió, se sintió culpable y quizás, como el peor de los gusanos, sin embargo, siguió adelante en Dios a pesar de su pecado y Dios lo llevó en un proceso de madurez increíble. Cincuenta días después estaba predicando como un león lleno de fuego en la fiesta de Pentecostés donde más de tres mil se convirtieron al Señor. (Hechos 2:41)
El dolor, decía C.S. Lewis es el “megáfono que usa Dios para despertarnos” del letargo religioso y complaciente que a veces vivimos. Piense en Pablo, ¿No le parece sintomático lo que el Señor dijo cuando lo llamó? “Y le voy a mostrar cuanto debe sufrir por mi nombre”(Hechos 9:16). Dolor otra vez, en un hombre que fue un asesino o cómplice en el sufrimiento de inocentes y que sin embargo, a través del dolor, Dios lo comisionó para que llevara el evangelio a todo el mundo conocido.
El dolor, es el elemento necesario para nuestro crecimiento en Dios. Recuerde las palabras de nuestro Señor: “En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, Yo he vencido al mundo”.(Juan 16:33). El dolor está garantizado, la madurez no, pues depende de nuestra respuesta. Por lo tanto, lo importante es darse cuenta que la infelicidad no es la única respuesta al dolor y que está la alternativa de decidir cambiar el enfoque. Dejar de pedir a Dios que lo quite y más bien preguntarle que rol juega ese dolor en su madurez como creyente. Cesar de buscar respuestas externas o paliativos emocionales que la cultura evangélica adorna como espirituales, pero que no transforman. No busque más las respuestas “afuera”, sino en su interior, pues Dios mora en usted.
EL GOZO
Cuando se toma la decisión de cambiar el enfoque, la fe se activa y se es libre de la tiranía de las circunstancias y el gozo deja de ser un mero concepto y empieza a transformarse en un estado concreto en el cual se vive como creyente. Es lo que el salmista descubrió en sus tiempos más oscuros y pudo escribir: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo.” (Salmo 16:11)
Si se encuentra viviendo en infelicidad debido al dolor de las circunstancias de la vida, cambie su enfoque en la búsqueda de Dios. Deje de verse como una víctima, no pida más que ese dolor cese y véalo como la oportunidad de crecimiento y madurez, mírelo como el megáfono que Dios está usando para despertarlo a otra realidad. No busque más a Dios afuera, sino dentro de usted y por fe, “llame a las cosas que no son como si fuesen” (Rom.4:17), y proclame que Dios mora en usted cada día y que por tanto, el Señor es más grande que sus problemas y reciba y viva el gozo por fe. Para entender ésto, el Señor nos dio una ilustración: Él es la vid, nosotros las ramitas que darán origen al racimo. Si estamos conectados a él, el fruto será la consecuencia natural, de la misma manera, si estamos conectados por la fe al Señor, el fruto del gozo crecerá en la medida que se cree y se vive, no en la medida que se "sienta". Elija cada día este enfoque: “no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.(2 Cor.4:18)
Si desea más información, escriba a: c.a.cristianos.anonimos@gmail.com
Todo lo anterior, muestra lo débil de nuestra base doctrinal, pues en estricto rigor, siguen buscando “afuera”, aquellas emociones que mitiguen, aunque sea por un rato, el dolor y el sentimiento de infelicidad. En este punto, el cristianismo es más una "droga" que se administra, que una "relación con Dios" que se vive. En apariencia, desgraciadamente podríamos decir, que Marx tuvo razón cuando dijo que “la religión era el opio (la droga) del pueblo”.
JESÚS
Sin embargo, la pregunta que debiéramos hacernos, es: ¿Dónde está nuestra fe en Jesucristo?, ¿Tan poco valoramos su sacrificio y sus palabras? Tal vez, parte del error sea que se ha llegado a creer que la fe es una emoción que debe sentirse. ¿Dónde dice la Biblia eso? La fe es una actitud que se elige y no una emoción que se siente. “Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Heb.11:1)
EL DOLOR
Alguien podría preguntar: Pero ¿Qué hago con el dolor? En primer lugar, cambiar el enfoque y verlo como la manera en que Dios nos prepara para el crecimiento y la madurez. ¿Recuerda a Pedro cuando negó al Señor? Dice la palabra que después de esa experiencia, “lloró amargamente” (Luc.2:62). Pedro sufrió, se sintió culpable y quizás, como el peor de los gusanos, sin embargo, siguió adelante en Dios a pesar de su pecado y Dios lo llevó en un proceso de madurez increíble. Cincuenta días después estaba predicando como un león lleno de fuego en la fiesta de Pentecostés donde más de tres mil se convirtieron al Señor. (Hechos 2:41)
El dolor, decía C.S. Lewis es el “megáfono que usa Dios para despertarnos” del letargo religioso y complaciente que a veces vivimos. Piense en Pablo, ¿No le parece sintomático lo que el Señor dijo cuando lo llamó? “Y le voy a mostrar cuanto debe sufrir por mi nombre”(Hechos 9:16). Dolor otra vez, en un hombre que fue un asesino o cómplice en el sufrimiento de inocentes y que sin embargo, a través del dolor, Dios lo comisionó para que llevara el evangelio a todo el mundo conocido.
El dolor, es el elemento necesario para nuestro crecimiento en Dios. Recuerde las palabras de nuestro Señor: “En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, Yo he vencido al mundo”.(Juan 16:33). El dolor está garantizado, la madurez no, pues depende de nuestra respuesta. Por lo tanto, lo importante es darse cuenta que la infelicidad no es la única respuesta al dolor y que está la alternativa de decidir cambiar el enfoque. Dejar de pedir a Dios que lo quite y más bien preguntarle que rol juega ese dolor en su madurez como creyente. Cesar de buscar respuestas externas o paliativos emocionales que la cultura evangélica adorna como espirituales, pero que no transforman. No busque más las respuestas “afuera”, sino en su interior, pues Dios mora en usted.
EL GOZO
Cuando se toma la decisión de cambiar el enfoque, la fe se activa y se es libre de la tiranía de las circunstancias y el gozo deja de ser un mero concepto y empieza a transformarse en un estado concreto en el cual se vive como creyente. Es lo que el salmista descubrió en sus tiempos más oscuros y pudo escribir: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo.” (Salmo 16:11)
Si se encuentra viviendo en infelicidad debido al dolor de las circunstancias de la vida, cambie su enfoque en la búsqueda de Dios. Deje de verse como una víctima, no pida más que ese dolor cese y véalo como la oportunidad de crecimiento y madurez, mírelo como el megáfono que Dios está usando para despertarlo a otra realidad. No busque más a Dios afuera, sino dentro de usted y por fe, “llame a las cosas que no son como si fuesen” (Rom.4:17), y proclame que Dios mora en usted cada día y que por tanto, el Señor es más grande que sus problemas y reciba y viva el gozo por fe. Para entender ésto, el Señor nos dio una ilustración: Él es la vid, nosotros las ramitas que darán origen al racimo. Si estamos conectados a él, el fruto será la consecuencia natural, de la misma manera, si estamos conectados por la fe al Señor, el fruto del gozo crecerá en la medida que se cree y se vive, no en la medida que se "sienta". Elija cada día este enfoque: “no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.(2 Cor.4:18)
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