EL CABALLO DE CARRERA



Era un domingo soleado, la brisa de la tarde y la multitud multicolor aclamando en las tribunas otorgaban el marco perfecto para la última y más importante carrera de la jornada. Los corceles fina sangre esperaban ansiosos junto a sus jinetes el momento en que se abriera la grilla de largada para salir en pos de la victoria. El número 23 era "Mr.Spock", un potro entrenado para correr largas distancias; sus largas patas y excelente balance en galope veloz, lo hacían casi invencible. Cuando él estaba en la pista, la multitud sabía que se venía una buena carrera y no los defraudaba. Tenía a su haber muchas victorias, pero esta carrera era importante, pues marcaría un registro perfecto de carreras ganadas.

Se dio la largada y todos salieron a gran velocidad, el galope era frenético y el ruido de los cascos rompiendo la pista de graba se unía al latir de los corazones marcando un recio compás. Los jinetes agazapados en sus  cabalgaduras avanzando a toda velocidad, sólo tenían en mente la ansiada victoria sin embargo en la curva, y mientras "Mr.Spock" avanzaba adelantando rivales por los palos, sucedió lo inesperado, sus patas se enredaron y rodó violentamente junto a su jinete. Sonó la voz de alarma en los alto parlantes del recinto e inmediatamente llegaron sus dueños al lugar del accidente para ver la condición del potro y su jinete, suspiraron aliviados al ver a este último de pie, sano y salvo junto al corcel, tratando de levantarlo. No obstante, el diagnóstico de los expertos fue lapidario. "Mr.Spock" se había quebrado una pata y todos sabían que eso significaba el fin para un caballo de carreras. Mientras parlamentaban los expertos, hicieron un pronóstico; "Mr.Spock" jamás volvería a correr, por tanto el veredicto fue que había que sacrificarlo. El jinete que estaba a su lado, lo miró y dijo: "Denme el revólver, yo le daré el tiro de gracia", tomó el arma, apuntó a su cabeza y mientras su dedo se deslizaba por el gatillo, un grito interrumpió la escena: "¡un momento!", era el viejecito que todos conocían, pues hacía largos años que trabajaba en el Hipódromo cuidando los caballos, se acercó al grupo y dijo: "ya que lo van a sacrificar, dénmelo a mí y veré que puedo hacer por él". Todos se miraron escépticos, pero accedieron a su petición.
Por siete meses, con amor lo cuidó y sanó sus heridas. Impensadamente "Mr.Spock" sanó y volvió a las carreras.

Conclusión: Muchos expertos podrán mirar su vida, y hacer un diagnóstico y un pronóstico lapidario, pero el veredicto final será un tema entre usted y Dios. Y en ese proceso Él irá "abriendo caminos en el desierto y ríos en lugares desolados" (Isaías 43:19). 
La Palabra le dice: "Yo apacentaré mis ovejas y las llevaré a reposar —declara el Señor Dios.  Buscaré la perdida, haré volver la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la enferma".(Ezequiel 34:15,16) 



  

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