¿PUEDE UN CRISTIANO SER COMUNISTA?
Vivimos en un mundo injusto, desigual, cambiante y lleno de confusión donde “a lo malo se le llama bueno y a lo bueno malo” (Isaías 5:22) y al parecer hacia el fin de los tiempos, esto se está haciendo cada vez más evidente. En este estado de cosas, muchos cristianos incautamente siguen pensando que la solución a estos problemas está en la casta política o en alguna ideología utópica. Y dada la situación que se está dando en Latinoamérica, cada vez más polarizada políticamente, cabe preguntarse; ¿Puede un cristiano ser comunista? Antes de dar una respuesta, es preciso ahondar primero en la pregunta, sobre todo si nos consideramos cristianos.
Carl Marx y Friedrich Engels, son los ideólogos de este modelo de pensamiento comunista que aparece en el siglo XIX como una crítica al capitalismo. Juntos redactaron y publicaron en el año 1848 el “Manifiesto Comunista”, y Marx profundizó sus planteamientos en su obra cumbre, “El Capital”, publicada en 1867. En el siglo XX, Lenín fue el primer líder soviético que llevó a la práctica dichas teorías comunistas en la Unión Soviética hasta su muerte en 1924, después de eso las continuó Stalin. A partir de allí, surgieron diferentes corrientes de pensamiento marxista, y se han generado diversos regímenes políticos de tipo comunista, como los de la antigua URSS, Cuba, China y Corea del Norte, entre otros.
LA REVOLUCION Y LA LUCHA DE CLASES
Uno de los ejes motivantes del Comunismo fue la injusticia de
las clases sociales, por tanto debían abolirse. Marx consideraba que la sociedad estaba llena
de injusticia social y explotación por parte de la clase dominante - la minoría
rica - que explotaba a la gran mayoría - la clase pobre - y mediante esta
esclavitud y abuso, esa minoría se hacía más rica. Por tanto, Marx planteaba
que dicha injusticia debía abolirse e instaurarse la igualdad entre todos. Y la
única manera de lograr la eliminación de esa minoría rica y opresora, e
instaurar un gobierno del proletariado (el pueblo), era mediante la violencia,
una revolución sangrienta que permitiera refundarlo todo y así formar un nuevo
orden, una sociedad más justa.
Y una vez que se ha cumplido el objetivo de conquistar el
poder, se establecería la planificación central de la economía. Para que fuera
posible la igualdad de clases y el fin de la explotación, el comunismo planteaba
eliminar la propiedad privada de los medios de producción, lo que se traduciría
en el control de los trabajadores sobre éstos a través del sindicato y las
organizaciones colectivas de base. Al no haber propietario, no podía existir
ni la explotación ni la desigualdad. El discurso comunista planteaba un paraíso
en la tierra, donde todos serían iguales y felices.
A partir de la revolución bolchevique de 1917, Lenín impulsó
las reformas para conseguir este paraíso comunista hasta enero del año 1924,
fecha en que muere. Parte de su legado, según consigna la historia, es el
siguiente: Más de un millón de personas asesinadas por motivos políticos o
religiosos. Entre 300.000 y 500.000 cosacos asesinados. Cientos de miles de
trabajadores y campesinos asesinados por hacer huelgas. 240.000 muertos en la
represión de la rebelión de Tambov (uno de los mayores levantamientos de los
campesinos contra los bolcheviques entre 1920 y 1922). Más de 50.000
prisioneros de guerra blancos ejecutados. Entre 3,9 millones y 7,75 millones de
muertos por hambrunas entre rusos, kazajos y tártaros. Dado que el comunismo,
necesariamente debe implementarse por la fuerza de la revolución, el reguero de
sangre e injusticias desde allí en adelante es interminable.
Trabajadores asesinado por estar en huelga 1919 |
EL COMUNISMO ES UNA IDEOLOGÍA ATEA
Muchos no se dan cuenta que el paraíso comunista es
imposible, pues es una ideología que
está marcada por el materialismo como método de analizar la realidad, eso
implica que no considera a Dios, pues sólo la materia es el principio y fin de
todo. Por tanto, al ser una ideología atea, niega también en el ser humano la
trascendencia espiritual, y por ello la prohíbe como inútil. Recordemos que una
de las frase más famosas de Marx fue “la religión es el opio del pueblo”, por
tanto el comunismo combatió al cristianismo. Marx escribió en su ensayo
titulado “Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel” (1844) “Se necesita la
abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda
darse su felicidad real”, y obviamente el comunismo prometía esa felicidad real.
Por su parte, Lenin creía que “todas las formas de religión
son órganos de reacción burguesa llamados a defender la explotación de la clase
obrera… la opresión religiosa es una de las formas de consolidar la explotación
económica”, por lo tanto había que erradicarla.
Esta persecución sistemática que comenzó con la Revolución
bolchevique de 1917, y siguió a lo largo de la historia en la URSS, ha dejado
una estela de muerte que se calcula entre doce y 20 millones solamente de
cristianos. Para entender la magnitud de este genocidio, veamos algunos
espeluznantes datos: En 1914 la Iglesia ortodoxa rusa tenía 55.173 iglesias,
29.593 capillas, 550 monasterios y 475 conventos: los comunistas clausuraron y
destruyeron la amplia mayoría de ellos. Algo parecido ocurrió con las 5.000
sinagogas judías y las 25.000 mezquitas musulmanas que había en territorio ruso
en 1917. Antes de la Revolución también había 112.629 sacerdotes y diáconos y
95.259 monjes y monjas de la Iglesia ortodoxa. Los comunistas desataron contra
ellos una brutal persecución. Unos 3.000 sacerdotes, religiosos y monjas fueron
asesinados ya sólo en 1918 con métodos tan brutales tales como el empalamiento, la amputación de miembros, el
desollamiento, lapidación, el ser arrojados a calderos de brea hirviendo, etc.
Muchos laicos también fueron acosados, torturados, detenidos y asesinados. El
historiador Dimitry V. Pospielovsky dio cuenta de la brutalidad de los comunistas
contra los sacerdotes y lo dejó por
escrito.
Mujeres asesinadas por la polícía secreta, Ucrania |
Dado que en el comunismo no hay Dios, la moral la dirige el
Estado, por lo tanto no sorprende que
las leyes llamadas progresistas que vemos hoy violen completamente la
Palabra de Dios. Además, el Estado es quien educa a los hijos, no los padres,
de manera que más que educación lo que reciben es adoctrinamiento, donde se refuerza
la ideología estatal y se idolatra a los líderes.
Como vemos, los gobiernos comunistas tienden a penetrar
todos los ámbitos de la vida social en virtud de sus principios
anti-individualistas. Por eso, en los
regímenes comunistas es común observar el control y censura de los medios de
comunicación, los sistemas educativos, la injerencia del Estado sobre la
familia, la existencia de un sólo y enorme partido político - el comunista por supuesto - la persecución política a los opositores, la prohibición de la
religión, la estatización de los medios de producción, la estatización de la
banca y el sistema financiero y la perpetuación de la élite gobernante en el
poder.
EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO
En el año 1977 se publicó “El libro negro del Comunismo:
crímenes, terror y represión”, editado por
Stéphane Courtois, Director de investigaciones del Centro Nacional para
la Investigación Científica, organización pública de investigación de Francia.
Por años recopiló el resultado de la implementación del Comunismo en diversos
países, catalogando diversos actos criminales como asesinatos, tortura,
deportaciones, etc. y llegó a estas
escalofriantes cifras que publicó en su libro:
60 millones en la República Popular China. 20 millones en la
Unión Soviética. 2 millones en Corea del Norte. 2 millones en Camboya. 100 mil
en los regímenes comunistas de Europa oriental. 100 mil en Latinoamérica. 30
mil en África- 100 mil en España durante la Guerra Civil Española.
¿PUEDE UN CRISTIANO SER COMUNISTA?
La respuesta corta podría ser otra pregunta ¿Cómo es posible que alguien que cree en Dios, pueda creer al mismo tiempo en una doctrina atea?
Si la persona entiende y vive un cristianismo de transformación a través del amor, no de la
religión y conoce la estructura
filosófica atea e histórica del comunismo, es imposible que ese cristiano pueda
ser comunista.
Si la persona se ha dejado seducir por las ideas de luchar
contra la injusticia, las desigualdades, apoyar a los pobres y a los
desvalidos, que sin duda son luchas que todos debiéramos apoyar, el comunismo claramente no es el camino,
porque la realidad histórica muestra que las agudiza.
Es cosa de observar la historia para ver si algún país
comunista ha disfrutado ese paraíso de libertad, progreso y sin clases sociales
que prometen. Lo que objetivamente se puede observar, es una dictadura
del proletariado, donde se despoja al hombre de su libertad y se le quita toda
dignidad, pues debe someterse al Estado, dueño y señor de su vida y voluntad,
donde no puede opinar distinto. Se le priva de la libertad más elemental como
es la de adorar a Dios libremente. Además de eso, se censuran los medios de
masa, la democracia no existe, pues el comunismo es un sistema totalitario y tiránico.
Es cuestión de ver como los líderes comunistas se perpetúen en el poder y viven
como ricos burgueses.
Como consigna la historia y la realidad, el comunismo es una ideología fracasada, por
ello vemos que las personas tratan de huir y emigrar a países capitalistas, pues no
pueden progresar, no tienen libertad y cada vez son más pobres. Y aunque el
Comunismo ha fracasado estrepitosamente, y el símbolo histórico fue la caída
del muro de Berlín en 1989, y de allí partió la desintegración de la Unión Soviética, no obstante muchos se siguen aferrando a esa
utopía fracasada.
Es más, es tanta la confusión en el mundo evangélico, que
incluso se habla del “Comunismo Cristiano”, que es como decir “Rock Satánico
Cristiano” o “Pornografía Cristiana”.
El Señor Jesús dice a aquellos que oyen Su voz y lo siguen: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". (Juan 13:34,35)
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